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80.000 mensajes en sólo dos días, y subiendo. Una nueva corriente sacude Francia. Emulando a la causa #MeToo, 'yo también', que hace tres años se vivió como una llamada al despertar multitudinario de las mujeres que hubiesen sufrido algún tipo de acoso a compartir públicamente sus experiencias, ahora, con la etiqueta #MeTooInceste, miles de mujeres y hombres en Francia han empezado a compartir en las redes sociales testimonios de abusos sufridos en el seno familiar. La mayoría acompañan sus palabras con una foto de su infancia, con la edad que tenían cuando aquello pasó. Como sucedió en el #MeToo de las actrices norteamericas, no sólo quieren hablar después de años de silencio. Pretenden dar una idea de la magnitud de este problema y mostrar el carácter global de este tipo de comportamientos.
Todo ha surgido por el libro 'La familia grande' (título en español del original, editado por Seuil), que salió a la venta el pasado jueves, en el que Camille Kouchner, una académica francesa, profesora de derecho privado e hija de un exministro, denuncia a su padrastro, el famoso y respetado politólogo y exeurodiputado Olivier Duhamel, por violar a su hermano mellizo cuando tenía 14 años. El hashtag «MeTooInceste» fue lanzado el sábado por miembros del colectivo feminista Nous Toutes (Todas nosotras).
La Fiscalía de París ha abierto una investigación por «violación y agresión sexual contra un menor de 15 años». Los hechos habrían prescrito, según la legislación vigente en la época, pero no en la actual. Por lo pronto, Duhamel, que forma parte de la élite intelectual francesa, acaba de dimitir de sus cargos como presidente de la Fundación Nacional de Ciencias Políticas (FNSP). Ha cerrado su cuenta de Twitter y ha dejado de participar en programas de radio y televisión.
En lo que respecta al libro publicado, 'La familia grande' es la historia de una familia que «ama debatir, reír y bailar, y que ama el sol y el verano» y de un secreto familiar guardado durante 30 años. «Es un libro sobre la ley del silencio ante el incesto y lo difícil que es romperla», ha dicho su autora en la revista 'L'Obs'. «No podía callarme más. Este libro nace de esta necesidad: testimoniar sobre el incesto para mostrar que dura años y que es muy difícil romper el silencio». Tras saltar la noticia, el padre de la autora ha señalado que admira «la valentía» de su hija al revelar «un duro secreto que pesaba sobre nosotros desde hace tiempo».
Y las redes están haciendo el resto. Desde hace cuatro días, miles de víctimas cuentan terribles experiencias que han silenciado durante años y que han arruinado sus vidas. La mayoría eran unos niños cuando sufrieron abusos de padres, hermanos, abuelos... Narran lo que sucedió cuando quien te ha de cuidar y proteger se sirve de eso para abusar de ti. «Yo tenía cinco años. Fue un primo de 39 años. Resultado: 32 años de amnesia traumática», dice una mujer llamada Mié Kohiyama, que preside una asociación de víctimas de abusos. «Yo tenía entre 11 y 14 años. Fue mi hermano. Ahora que tengo 57 soy víctima de este pasado. A excepción de mi hija, no he logrado nunca construir nada. Mi vida social, profesional y sentimental no es más que una sucesión de fracasos y de soledad«, revela Anne-Marie Jover (@jover_anne).
«Tenía 6 años, luego 7, 8 y finalmente 9 cuando mi hermano me violó. Todo lo que hago hoy es aceptar el niño que era y que tan a menudo siento que me he rendido ... Mira lo que está sucediendo hoy. ¿No es hermoso?», señala un hombre llamado Laurent Boyet (@assopapillons). «Tenía 5 años. En una noche, el hermano de mi madre trastornó mi sinceridad y nubló el curso del resto de mi vida. En un segundo cumplí 100 años», dice Marie Chevenance (@MChevenance). «Tenía 4, 5, 6 ... ya ni siquiera lo sé. Fue mi tío. Hablar para hablar no me satisface. Testificar no me satisface. Quiero cambios políticos. No más castigos sino una verdadera política de prevención«, advierte Louz (@Louz_lh).
La cascada de testimonios es continua y este grito viral contra los abusos intrafamiliares podría seguir el mismo camino que el hashtag original, que se extendió a lo largo y ancho del planeta en tiempo récord, adaptándose a las realidades y expresiones de cada lugar. Durante el primer año, el #MeToo se utilizó 19 millones de veces en Twitter para revelar desde comentarios humillantes, acoso callejero o toqueteos en una fiesta, hasta chantajes sexuales, masturbaciones de desconocidos en el autobús o violaciones dentro y fuera del ámbito familiar. Los testimonios se escribían en todos los idiomas y relataban experiencias de toda índole y gravedad.
Ahora hay quien, emulando a los galos, pide ya un #MeTooincesto en España. Aquí, el incesto no está recogido como delito en el Código Penal, sino como agravante de parentesco. Entre el 10 y el 20% de la población española ha sufrido abusos sexuales en la infancia y el 85% de los casos se producen dentro del ámbito intrafamiliar o lo que es lo mismo, seis de cada 10 agresores son conocidos por el menor. La duración media de estos abusos son cuatro años, según un informe de Save The Children de 2017. El abusador, en la mayoría de los casos (86.6%), es un hombre: un padre, un tío, un hermano, un abuelo, un profesor, un catequista. El mismo análisis revela que en España sólo un 15% de los casos de abuso sexual en la infancia son denunciados, aunque el 70% de las víctimas ha asegurado que se lo contó a alguien y, en la mayoría de casos, nunca se hizo nada.
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