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Ramy Romany parece un explorador de película. Con su sombrero a lo Indiana Jones, las botas, el pañuelo al cuello y esos ojos de actor exótico con los que mira a la cara de las momias. Este reputado egiptólogo, capaz de leer y escribir en ... el lenguaje de los jeroglíficos, va a estrenar una serie en España en la que pretende mostrar que no solo hay momias en Egipto.
– ¿Qué puede adelantar sobre este nuevo programa: 'Momias al descubierto'?
– Es un gran espectáculo. Una de las cosas que la mayoría de la gente piensa es que las momias solo se encuentran en Egipto, pero las hay en los cinco continentes. En esta primera temporada del programa vamos por todo el mundo tratando de resolver los enigmas de numerosas momias. En el curso de las investigaciones, también tratamos asesinatos y escenas de crímenes. Viajaremos a Perú, México, Argentina y, por supuesto, a Egipto, pero también a Oklahoma (Massachusetts), en Estados Unidos, donde hay igualmente misterios con momias.
– ¿Cuál ha sido su inspiración para acabar convirtiéndose en un reconocido experto en Egipto y las momias?
– Bueno, fui un niño afortunado. Nací en Egipto. Viví allí la mayor parte de mi vida (El Cairo, antes de mudarse a Los Ángeles en 2011) en una familia de documentalistas. Mi padre primero y luego yo mismo produjimos todos los documentales de Discovery Channel, National Geographic y History Channel en Egipto. Cuando yo era pequeño, recuerdo que iba con mi padre a todos los sitios que él visitaba en el Antiguo Egipto. A los 12 años, mi nombre apareció por primera vez en los títulos de crédito de un documental de la BBC.
– Hasta que acabó creando sus proyectos en solitario.
– Siempre estuve el primero en todos esos sitios del Antiguo Egipto y fui testigo de los nuevos descubrimientos. Así creció en mí la pasión por querer conocer mi propia historia. Realmente, no podría haber tenido más suerte al poder ver todas estas cosas y que sean de mis propios antepasados. Así que decidí ampliar conocimientos en una universidad de El Cairo –cursó en Helwan Historia y Arqueología del Antiguo Egipto, profundizando en el lenguaje de la época faraónica–.
– ¿Fue un niño que no tuvo miedo a las momias?
–Para ser honesto, cuando era niño estaba completamente asustado por la visión de las momias. Por supuesto, esto es obviamente normal. Amar a las momias de niño habría sido algo muy extraño. Cada vez que filmábamos en el Museo Egipcio, donde están todas las momias reales, tenía mucho miedo de acercarme. Toda esa gente muerta…
– ¿Cuándo cambió?
– La gente a veces no repara en que las momias son simplemente seres humanos muertos. Y en algún momento, mientras estudiaba egiptología, comprendí que, de todas las cosas que las antiguas civilizaciones nos han legado, los antiguos egipcios nos dejaron increíbles megaestructuras como, por ejemplo, la Gran Pirámide de Giza, y sus propios cuerpos en forma de momias, que son pequeñas cápsulas de tiempo en sí mismas. Las momias fueron las personas que construyeron esas majestuosas estructuras. Yo siempre creí que hay mucha más información en esas momias de la que ha trascendido, más historias por conocer. Pienso que ha llegado el momento en que la tecnología está lo suficientemente avanzada como para saber más.
– Como egiptólogo, sentirá fascinación por alguien del pasado. ¿Cuáles son los personajes históricos que le han marcado de manera especial?
– Cuando miras específicamente hacia atrás, y reconociéndome parcial, dado que la civilización egipcia de la antigüedad es mi favorita, reparo en el constructor de la Gran Pirámide de Giza. No digo el rey; estoy hablando de los trabajadores, de los ingenieros y la gente que idearon esa estructura y la construyeron... Mucha gente mira la Gran Pirámide y piensa: 'Vaya, este es el edificio más maravilloso'. Realmente, es una de las siete maravillas del mundo pasado, la más antigua de todas y la única que sigue en pie. Las otras seis están en ruinas. Y la razón que se esconde detrás de todo esto no son los dos millones de bloques perfectamente formados, perfectamente apilados en forma de pirámide y que han perdurado más de 3.000 años. La razón es lo que está dentro de la Gran Pirámide. Es alucinante, porque incluso hoy, con toda la tecnología a nuestra disposición, no creemos que se pueda construir una estructura así de nuevo. Hace casi 4.000 años que hicieron eso. Y para mí, esos tipos sí que fueron héroes.
– Después de tantos años estudiando sobre Egipto, ¿qué le queda por aprender?
– He pasado mi vida aprendiendo sobre el Antiguo Egipto y sobre arqueología y ni siquiera he arañado la superficie. Para que te hagas una idea: a pesar de todas las cosas que vemos hoy en día en Egipto, creemos que el 90% de las ruinas del Antiguo Egipto están aún bajo la arena, sin ser sacadas a la luz. Solo el 10% de Egipto ha sido descubierto. Lo demás sigue ahí abajo.
– ¿A qué se enfrentarán los arqueólogos del futuro?
– Aquí entra en juego lo bueno de la arqueología, que se ve favorecida por el progreso imparable de la tecnología. Una de las mayores contradicciones que los arqueólogos y los egiptólogos arrastramos desde siempre es, precisamente, que queremos descubrirlo todo. Queremos cavar, encontrar cosas nuevas que se esconden bajo la arena y sacarlas a la luz. Pero tenemos un problema, porque desenterrarlas supone exponerlas, entre otras cosas, a la acción del aire. Cualquier elemento que desenterremos probablemente comenzará a deteriorarse una vez que lo hagamos. Por lo tanto, nos debatimos en una lucha interna: desenterrar para aprender y conocer los misterios del pasado o mantener la herencia de nuestros antepasados a salvo bajo tierra.
– ¿Entonces...?
– Esa contradicción se va superando, porque la tecnología ya nos permite localizar tesoros bajo tierra sin necesidad de desenterrarlos. Podemos estudiarlos y mantenerlos a resguardo allí abajo. La tecnología de imágenes de satélite que he usado con la profesora Sarah Parcak en Egipto desde hace un par de años lo demuestra. Descubrimos múltiples pirámides debajo de la arena; se pueden distinguir solo por los colores de la humedad del terreno. Cuando llueve y la arena está húmeda, presenta un color diferente a cuando está seca, y en función de la densidad y de la profundidad podemos determinar si hay estructuras ocultas.
– ¿Ha inculcado a sus tres hijos la pasión por Egipto?
– Absolutamente. Les cuento historias sobre el Antiguo Egipto todas las noches, como si fuesen cuentos. Realmente, es un tema fácil de amar. Ellos están obsesionados con el rey Tut, con la reina Nefertiti, con las grandes protagonistas femeninas del Antiguo Egipto y con la Gran Pirámide de Giza. Cada historia es mágica, y a los niños les encantan todas. La Esfinge está muy cerca de sus corazones debido a sus misterios, y cada vez que visitan el país me siguen y tratan de ir a cámaras y lugares secretos para intentar ser sus propios exploradores. Mis hijos viajan conmigo por todo el mundo, nunca les dejo que no vengan. Estoy criando nuevos exploradores.
Múltiples reconocimientos. Su trabajo documental en televisión ha sido recompensado con nueve premios Emmy entre 2013 y 2018.
La maldición. El egiptólogo es escéptico sobre la maldición de las momias. Aunque una vez salió de una tumba con 41º de fiebre y tosiendo sangre. Estuvo a punto de morir.
100 documentales ha rodado Romany sobre las momias o el Antiguo Egipto.
'Momias al descubierto'. La nueva serie de Ramy Romany se emitirá cada martes, a partir del 9 de julio, en DMAX.
Realidad. Uno de sus retos es romper con el estereotipo de Hollywood de «zombis envueltos en papel higiénico».
Repartidas por todo el mundo
Perú
En algún momento alrededor del año 800 a. C., una misteriosa tribu surgió repentinamente en los remotos bosques de los Andes peruanos. Conocidos como los Chachapoya, o 'guerreros de las nubes', su origen y cultura siguen constituyendo un gran enigma. Durante siglos, los lugareños han creído que las poderosas maldiciones de esta tribu protegían a sus momias de cualquiera que violara sus lugares sagrados de sepultura. En el Museo Leymebamba, Ramy Romany logra un acceso especial a la mayor colección de momias de Sudamérica y recorre la cercana Laguna de los Cóndores, en el Amazonas.
Argen
En la parte argentina de la cordillera de los Andes se localizan las momias de tres niños incas que no tienen nada que ver con las momias tradicionales que los telespectadores tienen en la cabeza. Se conservan intactas en unas cámaras a baja temperatura a las que Romany tiene acceso especial. En ellas se alcanza a distinguir, incluso, el color de sus ojos. Además, mantienen perfectamente conservadas sus uñas e incluso restos de hojas de coca en sus labios. Tras analizarlas con detenimiento, el egiptólogo se embarca en un viaje en el que pretende desentrañar la verdadera historia de estos tres pequeños desaparecidos y sacrificados hace más de quinientos años.
Méxi
El equipo se desplaza a la antigua ciudad maya de Mayapán para investigar el reciente descubrimiento de docenas de restos humanos encontrados en las profundidades del cenote Sac Uayum. No se corresponden con los habituales sacrificios humanos mayas. ¿Qué ha podido ocurrir entonces? En la expedición al cenote se localizan aún más cadáveres, hasta el punto de considerar el lugar como 'una escena del crimen bajo el agua'. La fosa común descubierta es más grande que la de Sac Uayum, lo que abre la hipótesis de interpretar el hallazgo como el primer intento de guerra biológica de la historia, que bien pudo haber contribuido a la caída de la antigua civilización maya.
EE UU
En Estados Unidos, Ramy Romany encaminará sus investigaciones a desentrañar los secretos de la supuesta momia de John Wilkes Booth, el asesino del presidente Abraham Lincoln. Esta momia, que habría recorrido en el siglo XX ferias, carnavales y espectáculos de todo tipo, desapareció a principios de la década de los setenta y acrecentó el misterio que la rodea, porque pertenecía a un hombre que murió 35 años después de que Wilkes Booth fuese presuntamente abatido de un disparo en un establo. Si corresponde en realidad a la del magnicida, abonaría la teoría de que logró huir y que, en realidad, las autoridades acabaron con la vida de otra persona.
Norte
El documentalista analizará en primera persona los restos momificados de algunas víctimas de asesinatos desenterradas de pantanos en el norte de Europa. Los cuerpos, extrañamente bien conservados, se creían recientes, pero en realidad pertenecen a individuos que poblaban la zona hace más de 2.000 años. Los famosos restos del hombre Lindow, que se encuentran en el Museo Británico de Londres, o del hombre Tollund, que se sitúan en el Museo Silkeborg de Dinamarca, serán algunos de los protagonistas del capítulo en el que Ramy Romany intentará comprobar si fueron víctimas de brutales rituales de sacrificios humanos en la Edad de Hierro.
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