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Paco Moreno
Valencia
Jueves, 31 de octubre 2024, 07:25
«Mi padre decía que estaba cantado que iba a suceder, hablaba de entre 60 y 70 años». Julio Gómez-Perretta, arquitecto valenciano, se refiere así a un comentario que solía hacer el ingeniero Claudio Gómez-Perretta, impulsor del Plan Sur y uno de los ... técnicos fundamentales para entender las infraestructuras en la Comunitat en la segunda mitad del siglo XX.
Gómez-Perretta abanderó junto al arquitecto Fernando Martínez García-Ordóñez y el también ingeniero Salvador Aznar la construcción del nuevo cauce. Y con ese comentario se refería a una nueva riada, heredera de la acaecida en 1957 y que motivó esta magna obra.
El nuevo cauce iba hasta los topes de caudal desde la tarde de este martes, con testimonios que indican el desbordamiento en algunos tramos. Sea como sea, la infraestructura aguantó a pesar del desastre en la V-30 y avaló la idoneidad de las obras en su día. Los trabajos fueron aprobados por el Consejo de Ministros en julio de 1958 aunque no concluyeron oficialmente hasta el 22 de diciembre de 1969, configurando de manera decisiva el nuevo mapa de Valencia.
Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Júcar señalaron que el nuevo cauce del Turia «ha funcionado como se esperaba y ha evitado consecuencias mucho mayores en todo el área metropolitana de Valencia y de la propia capital». Las mismas fuentes apuntaron que está diseñado para soportar caudales de mas de 4.000 metros cúbicos por segundo y, según los datos que manejan, este martes se desaguó sin problemas dos puntas de 2.000 metros cúbicos por segundo. Después de lo ocurrido de madrugada, los caudales han bajado y a las 11.30 horas era de 275 metros cúbicos por segundo.
Julio Gómez-Perretta está convencido de la relevancia que ha tenido el nuevo cauce en este trágico episodio, donde todavía se cuantifican daños y víctimas. «El nuevo cauce tiene una capacidad mucho mayor que el antiguo», asegura. El encauzamiento del Plan Sur tiene una sección media de 250 metros por 7,5 metros de altura, señala el arquitecto. El viejo alcanza unas cifras medias de 160 metros de anchura por 4,5 metros de altura, aunque baja a partir de la Ciudad de las Ciencias.
«Nos ha salvado el Plan Sur, que pagamos todos los valencianoss durante muchísimos años, a razón de 0,25 pesetas en cada carta que enviábamos», comentaba Rosa Corella en redes sociales, recordando así la vía principal de financiación de las obras que se prolongaron durante cuatro años. No obstante, hasta 1973 siguieron con intervenciones complementarias para su entrada en servicio a plena carga, con los puentes y la V-30 en ambas marginales.
El mismo diseño de la infraestructura ha beneficiado a Valencia, dado que el lado norte está más elevado que el sur. Así se han protegido los barrios del sur de las inundaciones, salvo la desgracia acaecida en pedanías como La Torre o Castellar, en la parte sur del nuevo cauce, que han padecido ramblas enormes de caudales que arrastraban coches como si fueran de juguete.
Este martes de madrugada, entornos del Plan Sur como el polígono Vara de Quart apenas estaba encharcado al funcionar bien la red de alcantarillado, lo mismo que ocurrió en el resto de la ciudad salvo zonas puntuales. Eso sí, la violencia de la DANA se observaba en los restos de vegetación en todas las calles.
Gómez-Perretta estima que el nuevo cauce es capaz de soportar hasta 5.500 metros cúbicos por segundo en la desembocadura, mientras que el viejo empezaría a desbordar a partir de 2.000 metros cúbicos en los barrios del Marítimo y a partir de 3.000 en el resto de la ciudad. En la riada de 1957, que originó la infraestructuras, se habla de unos registros de 3.500 aproximadamente.
La muralla del nuevo cauce se ha convertido así en un regalo para los barrios del sur de Valencia. En un documental sobre Gómez-Perretta se indica que el 14 de octubre de 1957 se registraron lluvias de 300 litros por metro cuadrado en unas pocas horas, aunque el problema vino con la segunda ola, con picos de 6.000 metros cúbicos por segundo que llenaron la ciudad de agua y barrio. El ingeniero trabajó en la coordinación de la llamada operación barro, la retirada de una capa de lodo de hasta 40 centímetros de las calles, que trajo enfermedades y anulaba servicios tan básicos como el suministro de agua potable.
El catedrático Félix Francés, director del Instituto Universitario de Investigación de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente, señaló a El Correo que en este caso el problema ha llegado por la Rambla del Poyo, por lo que considera «prioritaria» la conexión entre las dos infraestructuras, algo previsto por la Confederación del Júcar. Así se reduce la «peligrosidad y el riesgo» en los municipios afectados por este cauce natural.
Según un estudio realizado hace años, las inundaciones generadas en la Rambla del Poyo suponen unas pérdidas anuales de una media de 15 millones de euros. Esto le llevó a considerar que la inversión para conectar la rambla y el nuevo cauce podría amortizarse en unos pocos años.
José Vicente Benadero, ingeniero de Caminos y presidente de la Comisión del Agua del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Comunitat, señaló a El Correo que todavía es pronto para hacer una «una valoración en profundidad; viendo la respuesta que ha tenido el nuevo cauce y el caudal que está absorbiendo, cabe apuntar que está cumpliendo con el objetivo por el que se creó y ha evitado una catástrofe mayor».
Es experto indicó que la comisión del Agua que preside se reunirá esta misma esta tarde para «recabar información y ponernos a disposición de las autoridades a la hora de evaluar daños en materia de infraestructuras».
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