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helena rodríguez
Jueves, 7 de octubre 2021
Humanos y animales establecen a veces relaciones de amistad que van más allá de cualquier lógica. Lazos que llevan a unos, supuestamente racionales, y a otros, presuntamente sin raciocinio, a mantener durante años un cariño, respeto y admiración mutua que no deja de sorprender. Es ... un comportamiento que no se circunscriben solo al ámbito doméstico, con las mascotas ya que también las especies salvajes pueden acabar manteniendo un vínculo con los humanos que a priori parecería imposibles. Ndakasi, una gorila de montaña cuya muerte ha conmocionado esta semana a medio mundo, es uno de esos ejemplos. Ella no era exactamente salvaje. Ese privilegio se lo arrebataron con sus certeros disparos los milicianos que acribillaron a tiros a su madre en los límites del Parque Nacional Virunga, en la República a Democrática del Congo. Sobre su cadáver encontraron los guardas a una pequeña y débil cría que ha vivido 14 años y que este pasado martes moría abrazada a André Bauma, su cuidador y amigo. La imagen de ambos, que ilustra esta noticia, estremece por su tremenda humanidad.
It is with heartfelt sadness that Virunga announces the death of beloved orphaned mountain gorilla, Ndakasi.
Virunga NationalPark (@gorillacd) October 5, 2021
C’est avec une profonde tristese que Virunga annonce le décès du gorille de montagne orpheliné Ndakasi.https://t.co/GdkJbhWESz pic.twitter.com/bsCKdEq8tB
Tras ser rescatada, la pequeña gorila fue trasladada al centro Senkwekwe, el único del mundo que actúa como orfanato de estos mamíferos en peligro de extinción. Allí intentaron que se recuperase para ser reintroducida en su hábitat pero no fue posible. Era un ejemplar vulnerable y algo enfermizo y dejarlo en la naturaleza era una sentencia de muerte. En el orfanado hizo equipo con otra hembra de la misma especie, Ndeze, y ambas pasaron a ser cuidadas por Bauma. Como bien ha descrito el hombre, su «inteligencia y dulzura» enseguida trascendieron y la convirtieron en una de las atracciones del parque. Ayudó su aparición en varios documentales y sobretodo su 'photobomb' en un selfie de uno de sus cuidadores, una imagen que en 2019 se hizo viral con motivo del Día de la Tierra.
Con una salud endeble y una enfermedad incurable, el estado de salud de Ndakasi empeoró de manera ostensible a mediados de septiembre. Su cuidador supo que se acercaba el final y permaneció cerca de ella hasta su último aliento, dejando una imagen que los responsables del parque Virunga compartieron en sus redes sociales junto con el anuncio de la muerte de la gorila. «Es con profunda tristeza que Virunga anuncia la muerte del gorila de montaña huérfana Ndakasi, que había residido en el centro de Senkwekwe durante más de una década. En la noche del 26 de septiembre, tras una larga enfermedad, su estado se deterioró rápidamente y dio su último suspiro en los brazos de su tutor y amigo de toda la vida André Bauma», detalla.
La palabras del propio Bauma dan fe del tierno lazo creado entre ambos durante este tiempo: «Fue un privilegio apoyar y cuidar a una criatura tan cariñosa, especialmente sabiendo el trauma que sufrió a una edad muy temprana. Fue la dulce naturaleza y la inteligencia de Ndakasi lo que me ayudó a comprender la conexión entre los humanos y los grandes simios y por qué debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para protegerlos. Estoy orgulloso de haberla llamado mi amiga. La quería como a una niña y su alegre personalidad me arrancaba una sonrisa cada vez que interactuaba con ella».
La pérdida de esta ejemplar no es anecdotica. La especie está amenazada. Guerras, furtivismo y la desaparición de sus hábitat naturales por la presión humana pesas sobre estos mamíferos cuya mirada no deja indiferente. Situado en la frontera con Ruanda y Uganda, Virunga, que cubre 7.800 km2 y es la reserva natural más antigua de África, da cobijo a una población de gorilas de montaña 1.063, según un censo realizado de 2016 a 2018. A ellos hay que sumar los algo más de 300 que reciben cuidados especiales en Senkwekwe. Allí Ndeze y André Bauman aprenden a vivir ya sin la presencia de Ndakasi.
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