Mudanzas nada diplomáticas

Entre los edificios con que cuenta la Obra Pía hay uno que lleva los últimos meses medio vacío. Está situado en la esquina sureste de la plaza Navona, frente a la fuente del Moro y con uno de sus laterales asomado a la angosta Via dei Canestrari (la calle de los canasteros). Allí pretendía trasladar el anterior ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, la cancillería de la embajada de España en Italia. La legación diplomática de nuestro país ante la República italiana posee unas oficinas alquiladas en el Palacio Borghese de alrededor de 700 metros cuadrados por las que paga un alquiler de 24.000 euros mensuales, según las fuentes consultadas. Una fortuna que se entrega al heredero de esta familia nobiliaria por unas dependencias en un edificio majestuoso, pero que resultan antiguas e inapropiadas para el trabajo diario de los diplomáticos.

Dastis le echó el ojo al inmueble situado entre plaza Navona y la Via dei Canestrari, instando desde el año pasado a la Obra Pía a que fuera sacando de allí a sus inquilinos. «Es un proyecto de Estado», fue la respuesta que recibieron. Entre aquellos a los que invitaron a que hicieran las maletas estaba la agencia Efe, que tenía allí tanto sus oficinas en Italia como la vivienda de su delegado, una joya inmobiliaria con preciosas vistas a la plaza. Era, además, una sede con historia: se encargó de inaugurarla en 1982 el entonces presidente de la República italiana, Sandro Pertini, al que recibió como anfitrión Luis María Anson, en aquella época presidente de la agencia. El alquiler era de 330.000 liras mensuales (33.000 pesetas de 1982). «No hay precedentes de que un jefe de Estado europeo acepte una cena -que luego se demoraría en conversación de cuatro horas- con varios periodistas españoles en la delegación romana de la agencia», describió la inauguración Joaquín Navarro Valls en las páginas de 'Abc', que abandonaría dos años después para convertirse en director de la Sala de Prensa del Vaticano.

Tras realizar varias visitas al edificio de plaza Navona para conocer sus posibilidades y controlar la seguridad, los técnicos del Ministerio de Asuntos Exteriores desestimaron la mudanza. «Los locales no eran adecuados para la cancillería», explican fuentes de la Oficina de Información Diplomática (OID). Al parecer, en Madrid se estudió realizar el cambio de sede de la cancillería a principios de año, cuando vencía el contrato de alquiler en el Palacio Borghese. «Al final se decidió permanecer allí renovando el contrato y acometiendo algunas mejoras de tipo informático, eléctrico y de climatización», sostienen desde la OID.

En los mentideros de Roma se comentan dos posibles justificaciones para descartar el edificio. La primera es que frente a él se encuentra la majestuosa sede de la embajada de Brasil en Italia, que el país latinoamericano compró hace casi un siglo a los Pamphilj, otra de las grandes familias aristocráticas italianas. El antiguo palacio de los Pamphilj es más grande que el edificio de la Obra Pía donde podría ubicarse la cancillería de España, por lo que los diplomáticos debieron de pensar que nuestro país podría parecer poquita cosa frente al poderío de la legación 'canarinha'.

La otra explicación es que los bajos del inmueble español estaban alquilados a una juguetería que, en los últimos tiempos, se ha convertido en un bazar chino. Su contrato no expira hasta 2021. Compartir un edificio de alta representación en el extranjero con un negocio de esas características no parece la mejor forma de apuntalar el prestigio internacional de una nación.

En la Obra Pía consideran que estas dificultades se pueden solventar y esperan que la mudanza a plaza Navona se retome ahora que Dastis ha sido nombrado embajador en Italia. Siguiendo las indicaciones que les dio en su momento el Ministerio de Asuntos Exteriores, tienen ya preparado un proyecto de reforma del inmueble. Su oferta, además, mejora las condiciones del alquiler del Palacio Borghese: ofrecen 1.000 metros cuadrados por 12.000 euros mensuales, la mitad de lo que ahora paga el Estado por menos espacio. Dastis llega a Roma esta próxima semana para suceder a Jesús Gracia, un diplomático que deja buen recuerdo en Italia, aunque prefirió no hacer declaraciones a este periódico acerca de los proyectos de traslado de la sede de la cancillería.

Novias no le van a faltar al edificio de plaza Navona si, finalmente, el Ministerio de Asuntos Exteriores no se decide a ocuparlo. Lo que paguen sus inquilinos servirá para que la Obra Pía siga cumpliendo con sus fines fundacionales. Este organismo sin ánimo de lucro que depende de la embajada de España ante la Santa Sede financia iniciativas religiosas, sociales, culturales, artísticas y de conservación del patrimonio. Nació para auxiliar a los peregrinos españoles sin recursos que llegaban a Roma y hoy dedica buena parte de los fondos que consigue con el aprovechamiento de sus propiedades a la Iglesia Nacional de Santiago y Montserrat, el templo de los españoles en la capital italiana, y al Centro de Estudios Eclesiásticos adscrito a esta parroquia.

La gestión del enorme patrimonio inmobiliario de la Obra Pía ha sido a menudo objeto de controversias por su falta de claridad. El Tribunal de Cuentas reconocía este problema en su informe de 2007, en el que pedía que se adoptaran «las medidas necesarias» para garantizar que los alquileres se realizaran con «objetividad y transparencia». La queja venía por los descuentos que se ofrecían a políticos y personalidades de la alta sociedad italiana, una situación que provocó en el pasado discusiones parlamentarias entre la oposición y el Gobierno de turno. Todavía hoy resulta difícil conseguir un inventario actualizado de las propiedades o un informe del estado de las cuentas de la Obra Pía.