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El alcohol, las drogas ilegales o los psicofármacos, solos o combinados, están detrás de al menos la mitad de las muertes al volante registradas el año pasado en las carreteras españolas. Así lo certifica el Instituto Nacional de Toxicología en el informe en el que ... recoge las autopsias realizadas a los conductores de vehículos que perdieron la vida en accidentes de tráfico en 2023.
Como subrayó el director general de Tráfico, Pere Navarro, se trata de un dato «terrible», que va a tratar de combatir con medio millón de pruebas de alcoholemia y drogas adicionales durante este año. Las únicas buenas noticias del informe son que, tras una década de continuos aumentos, el número de conductores fallecidos que dieron positivo en sustancias tóxicas, el 50%, bajó ligeramente con respecto a un año antes. Las malas, que la presencia de cocaína y psicofármacos en las autopsias no deja de crecer entre quienes van al volante, pero también entre los peatones muertos por atropellos.
Los conductores que dieron positivo tras perder la vida en las carreteras descendieron un 4% tras una década en la que acumulaban un aumento del 20%. La razón fundamental es una caída de casi el 8% de las víctimas que ingirieron alcohol pese a que iban a conducir, un acto irresponsable e ilegal que sin embargo siguen practicando el 33% de quienes mueren.
De hecho, el alcohol aún es la sustancia tóxica que explica mayor número de decesos en las carreteras, no solo por lo extendido de su uso sino porque quienes mueren bebidos al volante lo hacen borrachos en la mayoría de ocasiones. El 67% de las víctimas que dieron positivo tenían una concentración en sangre mayor de 1,2 gramos por litro, lo que es más del doble del tope permitido por la ley, una intoxicación etílica severa que, por ello, supone la comisión de un delito si la detectan las policías.
En el segundo lugar de este triste ranking están las drogas y en el tercero los psicofármacos. La presencia de estupefacientes se detectó en el 23% de los casos, en uno de cada cuatro, y la de sedantes, antidepresivos y otros potentes medicamentos en el 16%, en cerca de una de cada seis autopsias. El notable crecimiento del consumo de estas dos familias de sustancias al volante es lo que ha contrarrestado lo positivo de la bajada del alcohol.
Las ingestión de drogas aumentó un 11% con respecto al año anterior, impulsada por el cada vez mayor protagonismo de la cocaína en los siniestros mortales (su presencia en las autopsias ha crecido más del 50% en una década) y, en menor medida, por el crecimiento de las anfetaminas, ketamina y opioides. Entre los fallecidos que dan positivo a drogas, el 60% ha tomado cocaína, el 40% cannabis (con tendencia a la baja desde hace un lustro) y el 9% anfetaminas.
La cada vez mayor presencia de psicofármacos en las autopsias va en paralelo al notable uso en España de estos medicamentos, en los que está a la cabeza de Europa. Navarro lo subrayó como un «problema» de seguridad vial y lo vinculó al aumento de las muertes por salida de vía, en una cuarta parte de las cuales el conductor se queda dormido. Entre los positivos el 53% son benzodiacepinas (sedantes, calmantes, hipnóticos), el 40% antidepresivos y el 18% opiáceos.
Pero hasta un tercio de los conductores muertos ingirió más de un tóxico, algo que no solo agrava sino que multiplica el riesgo de accidente grave. La combinación más frecuente entre los policonsumidores fallecidos fue la mezcla de alcohol y cocaína, seguida por alcohol y cannabis.
El perfil del conductor fallecido que dio positivo es el de un hombre (88%), de entre 25 y 54 años (la media es de 47) y que, en el caso de los más jóvenes, pierde la vida sobre todo en festivo y fin de semana y en jornada laborable entre los más maduros. Otro dato llama la atención. La sobrerrepresentación de motoristas entre los positivos, algo que no es ajeno al gran aumento de muertes entre estos conductores. Un 12% en lo que va de año, cuatro veces más que el resto.
El informe también analiza las muertes de peatones. Detecta entre ellos un crecimiento anual de los positivos a tóxicos del 16%, hasta alcanzar al 58% de los fallecidos. Un 40% son mayores de 65 años y tiene tanto peso la presencia de alcohol en su sangre como la de psicofármacos.
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