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Las mil vidas del último hogar de Manuel Azaña
En el suroeste de Francia ·
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En el suroeste de Francia ·
El edificio que acogió en el exilio al presidente de la Segunda República fue un hotel antes de convertirse en un bloque de apartamentos turísticosIrene López Rodríguez
Sábado, 26 de octubre 2024
Villa Edén, hoy Villa Bella Costa, todavía espera el regreso de Manuel Azaña. La casa, situada en el número 44 del Boulevard de l'Océan ... de la localidad francesa de Pyla sur Mer, cercana a Burdeos, fue entre 1939 y 1940 el postrero hogar familiar del último presidente de la II República Española, al que nunca pudo volver.
Un edificio con mil vidas, hoy dividido en viviendas turísticas. Uno de los apartamentos se anuncia en plataformas de alquiler vacacional con el gancho de su atractiva ubicación «a solo tres kilómetros de la duna de Pilat, la más grande de Europa, y a dos minutos a pie de la playa de Pyla-sur-Mer». Decorado de modo austero con motivos náuticos, cuenta con una magnífica terraza con vistas panorámicas a la bahía de Arcachón, desde la que se disfruta de unas inmejorables vistas al Atlántico.
Villa Edén se había construido a finales del siglo XIX con grandes ventanales en forma de arco, miradores y terrazas, rodeada de un jardín de frondosos pinos. En esa época se erigieron magníficas villas en el entorno de Arcachón, que gozaba de un clima templado, brisa marina y frondosos bosques, propicio todo ello para la curación de los enfermos de tuberculosis y para el descanso de familias acomodadas. En algunas de las propiedades más selectas se alojaron en su momento el rey Alfonso XII, Napoleón III o la archiduquesa Catalina de Austria, en un ambiente similar al vecino Biarritz.
Años después, en 1939, Manuel Azaña eligió este coqueto enclave del sur de Francia por motivos bien diferentes. Había salido de España a través de los Pirineos, como tuvieron que hacer miles de exiliados durante la Guerra Civil. Pyla sur Mer, junto a Arcachón, parecía un lugar seguro en medio de la II Guerra Mundial. Allí se instaló un avejentado Azaña, con 59 años y ya enfermo del corazón, con su familia: su esposa, Dolores Rivas Cherif, varios de sus cuñados y sus sobrinos.
Azaña se llevó consigo su amada biblioteca y la instaló en el despacho del primer piso de Villa Edén, donde durante ese tiempo trabajó en varios artículos y libros.
Hoy es un agradable día de otoño en el suroeste de Francia y una de las actuales propietarias sale del portal. Una familia de españoles se acerca a preguntarle por el origen del edificio y la estancia allí del último presidente de la Segunda República, antes de la dictadura de Franco. La mujer cuenta que en aquella época la estructura de la casa era muy distinta: en la planta baja estaba la cocina y había distribuidas varias habitaciones en las diferentes plantas para alojar a todos sus habitantes.
La situación de la familia Azaña en Villa Edén cambió por completo cuando en julio de 1940 se instaura el Régimen de Vichy y Francia se convierte en un estado colaboracionista de la Alemania nazi. De este modo, Burdeos y su entorno pasan a ser territorio ocupado por los alemanes.
Azaña está en peligro en Pyla sur Mer. De un día para otro tiene que abandonar precipitadamente la morada con su esposa Dolores para evitar caer en manos de la Gestapo, que colaboraba con los servicios secretos franquistas. Azaña pensó que sería un traslado provisional. Prueba de ello es que contrató un viaje en ambulancia con la vuelta pagada, un retorno que nunca llegaría a producirse. En un primer momento, la ambulancia les conduce a Périgueux, a unos 200 kilómetros al este de Arcachón, pero a los tres días la casa donde se alojan es requisada para uso militar.
Se dirigen entonces a la vivienda del doctor Cabello, buen amigo de la familia, en Montauban, zona libre de nazis al suroeste del país. Días después le sacude una noticia: la Gestapo y agentes españoles han irrumpido de madrugada en Villa Edén y arrestado a su familia. Las mujeres y los niños quedan incomunicados. La casa ha sido saqueada. La biblioteca, sellada. Azaña, impotente, recibe el anuncio a más de 250 kilómetros de su última morada.
Su cuñado, el dramaturgo y poeta Cipriano Rivas, y dos grandes amigos del político en Pyla Sur Mer son detenidos y deportados a España. La incertidumbre por el destino de sus allegados agrava la situación médica del expresidente, que hace innumerables gestiones ante Francia y México para intentar liberarles.
Poco después, el propio Azaña es cercado por agentes alemanes y falangistas en Montauban para entregarle al general Franco. El embajador de México intercede por él, pero el régimen de Vichy no le permite desplazarse a un lugar seguro y sufre un infarto cerebral. Días más tarde morirá en el modesto Hotel Du Midi el 3 de noviembre de 1940, donde México le había prestado protección diplomática. Tenía 60 años.
El mariscal Pétain, colaborador de Hitler, prohíbe un funeral con honores de Jefe de Estado, así como la utilización de la bandera republicana. Los exiliados españoles se niegan a usar la bandera franquista. Así, el féretro del último presidente de la Segunda República española será cubierto con la bandera mexicana (hay historiadores que sostienen que no la hubo). En México encuentra exilio la familia, donde vivirá su viuda Dolores hasta su muerte en 1993.
Después de la II Guerra Mundial, en 1956, Villa Edén se convierte en un hotel de dos estrellas. En plena expansión del turismo, su propietario decidió cambiarle el nombre para transformarlo en el actual Villa Bella Costa. Una veintena de tranquilas habitaciones junto al mar en las que sus clientes ignoraban por completo todo cuanto había acontecido entre sus paredes.
Años después, en la década de los 80, una promotora convirtió el hotel en las actuales viviendas. Una de ellas es el apartamento de una habitación que hoy ofrece alquiler vacacional. En otro de los pisos, su propietaria nos cuenta que conoce perfectamente la historia del que fuera el último hogar de Azaña, y revela con orgullo que en su piso conserva las molduras de la apreciada biblioteca del dirigente político español. Del destino de sus numerosos volúmenes circulan diferentes versiones y todavía hoy no se tiene certeza de su paradero.
A mantener viva la historia de Azaña en Villa Edén ha contribuido la placa conmemorativa que se instaló en 2019 a las puertas de la casa, a iniciativa del profesor de la Universidad de Burdeos Jesús Alonso Carballés y la colaboración de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Alcalá de Henares, el municipio madrileño que le vio nacer el 10 de enero de 1880. Aquel emotivo homenaje, entendido como una deuda pendiente, contó con la presencia del alcalde de la ciudad y una amplia presencia de españoles. Dos años después, la prensa local francesa informaba de que la placa había sido arrancada por vándalos. Hoy, repuesta por el Ayuntamiento, permanece en la esquina del número 44 del Boulevard de l'Océan.
Se encuentra ya algo sucia y deteriorada por las inclemencias del tiempo y el aire del mar, pero le cuenta a quien quiera leerla la trayectoria de su morador, la historia de su exilio y concluye con las palabras del testamento político de Manuel Azaña: 'Paz, piedad, perdón'.
Periodista, intelectual y político, Manuel Azaña murió a los 60 años y sus restos fueron depositados en el cementerio francés de Montauban. En febrero de 2019 Pedro Sánchez visitó la tumba del último jefe de Estado republicano, un homenaje que repitió en marzo de 2021, esta vez acompañado por el presidente francés Emmanuel Macron. Aquel acto reavivó el debate sobre la posibilidad de repatriar sus restos a España. Azaña es junto a Machado uno de los grandes exiliados enterrados en Francia, pero sus familiares más cercanos expresaron su oposición recordando las palabras que dijera el expresidente de la República: «Que propaguen mis doctrinas si se cree conveniente, pero mi cuerpo es de la tierra donde caiga».
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