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En 2018 el feminismo se popularizó y logró instalarse en el centro del debate público y 2019 también fue un gran año para el feminismo, no tanto en avances indestructibles, pero sí desde el punto de vista ideológico. En enero, las mujeres de más de treinta países se manifestaron en el tercer aniversario de la Marcha Mundial Feminista. La liderada desde Washington puso sobre la mesa las políticas pendientes que tiene un país como Estados Unidos: derecho garantizado al aborto, baja de maternidad, derechos de las mujeres afroamericanas e inmigrantes… En marzo, el 8-M en España volvió a llenar las calles con miles de mujeres avisando de que, «si nosotras paramos, se para el mundo». La brecha salarial, la corresponsabilidad y la lucha contra la violencia machista, sus principales demandas.
En mayo, la controversia envolvió la marca Nike cuando las deportistas de élite denunciaron la discriminación que sufren cuando quieren ser madres. También en mayo el feminismo salió a la calle a honrar la memoria de Verónica, la trabajadora de Iveco que se suicidó tras la difusión de un vídeo sexual entre sus compañeros de trabajo. En junio, el gobierno griego incorporó la definición de consentimiento en los delitos de violación, una victoria histórica del movimiento feminista y en julio, de nuevo en España, cientos de mujeres volvieron a llenar las calles en apoyo a la menor víctima de violación de La Manada de Manresa. Desde el verano de 2019, las feministas mexicanas no han parado de movilizarse contra el elevado número de feminicidios y de violaciones sexuales en el país.
Hubo más hitos. Más de 250 ciudades españolas se sumaron en septiembre a la llamada 'Emergencia Feminista' y se iluminaron de violeta. Octubre nos regaló la libertad de las acusadas por el «coño insumiso». Los jueces determinaron que su reivindicación por la libertad de las mujeres fue simbólica y no un ataque al espíritu religioso. En Bolivia, las mujeres salieron a protestar en noviembre tras las elecciones por su situación de indefensión y Chile marcó un punto álgido del movimiento feminista internacional cuando el canto 'Un violador en tu camino' recorrió el mundo con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Incluso llegó a Turquía, país que reprimió duramente a las manifestantes, aunque la lucha de las mujeres siguió en el Parlamento. Y finalmente, diciembre. Entonces vimos cómo Finlandia proclamó a la primera ministra más joven del mundo y llenó su Ejecutivo de mujeres.
Pero aún queda mucho por hacer. La igualdad sigue presente como utopía y 2020 no solo puede ser un año feminista, sino el comienzo del cambio. Aquí, doce feministas diversas de la escena vasca piden su deseo a 2020. Aunque, como apostillan varias, más que deseos esperan que sean los resultados a corto plazo del trabajo diario de todas aquellas personas que creen en la igualdad.
Es Lily la que comienza. «Para 2020 deseo que los partidos políticos se pongan de acuerdo en reconocer que hay una violencia machista en aumento y por tanto existente y que se trata de un problema social que compete a todos los sectores. También deseo que se crea a la víctima cuando denuncia. Hay que tener en cuenta que, cuando se sufre un maltrato continuado, las facultades mentales y físicas merman. Es fundamental ir a la raíz del problema y por eso deseo también que la coeducación sea materia obligatoria en los colegios y continúe en bachillerato y a nivel universitario, porque históricamente traemos raíces machistas muy bien cimentadas difíciles de erradicar. Otro deseo que pido es que sea obligatorio hacer constar en el currículum que se tiene un certificado de igualdad en género, tanto para la empresa pública como para la privada. Y que a través de los diferentes organismos se promuevan cursos de igualdad. Por último, deseo que se cumpla con la ley que dice, en la Comunidad Autónoma Vasca, que hay un cupo de trabajo para las víctimas de la violencia machista. Sin embargo nosotras no podemos dar fe de ello. Sabemos de primera mano lo fundamental que es la incorporación al ámbito laboral de las mujeres maltratadas. Si bien son fundamentales las ayudan sociales en la primera etapa, para un verdadero empoderamiento es básico ser autosuficiente, gestionarnos nosotras mismas y ser dueñas de nuestra vida. Ello implica la recuperación económica y de la autoestima. Y sería importante, con la vista puesta en las pensiones, que las mujeres víctimas que se quedan al cuidado del hogar vean reconocida su labor como un trabajo formal. Actualmente el sistema las condena a vivir de dádivas sociales y de familiares«. Alejandra, víctima como Lily de la violencia machista y portavoz del colectivo Haize Berria, cuyo ámbito de actuación se centra en Bizkaia, desea que en 2020 »dejen de asesinar a mujeres y que el Gobierno se dediquen más a la violencia de género. Que las mujeres puedan ser libres en todos los ámbitos, que sean escuchadas y que dejen de ser juzgadas cuando están sufriendo una situación de violencia. Que se las escuche, que se las proteja, que se las tenga en cuenta. No somos solo una noticia en el periódico y en la televisión. Detrás de mujeres como nosotras hay hijos y familia».
Libreramente, librería feminista y de temática político-social, abrió sus puertas el pasado mes de septiembre en el número 16 de la calle Juntas Generales de Barakaldo, a pocos metros del Ayuntamiento y del polideportivo, por iniciativa de una estudiante de Antropología de la localidad, Enya Diez Pérez, apasionada de los libros, el feminismo, la antropología, la política y las luchas sociales. «Al 2020 le pido, con las gafas violetas, que todas las formas de violencia y mercantilización contra las mujeres sean reprendidas de forma tan contundente que no quepa en mente alguna su realización activa, pasiva o consentida. También deseo más activismo, que dejemos de lado internet y salgamos a las calles. Que no perdamos la fuerza porque nos siguen asesinando, violando, humillando, comprando…«. Y como no podía ser menos, Enya anhela asimismo »que aquellas personas que justifican, amparan o niegan su existencia, lean. Que lean a mujeres, nos escuchen, den un paso atrás en sus privilegios y generen capacidad crítica. Y leed. Leed mucho. Porque leer nos hará libres«.
En Emakumeekin son conscientes de que «en la unión está la fuerza y juntas podemos ayudarnos a crecer como empresarias y como personas». Es un colectivo «con conciencia social» y que también se involucra «en proyectos encaminados a desarrollar la influencia de las mujeres en el mundo económico desarrollados desde las instituciones o desde otras asociaciones». Miren Lauzirika, su presidenta, expresa el sentir de todas. «Nos gustaría que 2020 sea un año en el que las mujeres emprendedoras sean cada vez más visibles. Un año en el que se dejen atrás los estereotipos, afloren distintos modos de hacer empresa y se valoren formas diversas de éxito y de liderazgo, creando nuevos referentes de mujeres emprendedoras que sirvan de inspiración a otras mujeres, y generando así un nuevo paradigma empresarial, positivo y justo para el conjunto de la sociedad. Para todo ello es necesario que hombres y mujeres tengamos, en el día a día, actitudes que trasciendan las limitaciones de género que se han venido imponiendo a las mujeres y que impiden emprender en igualdad de oportunidades. El deseo es, en definitiva, que en 2020 construyamos una sociedad más justa«.
Patricia Espinar Labián (Usansolo, 1985) es campeona del mundo de pelota mano y referente para el deporte femenino, además de presidenta de Emakume Pilotarien Elkartea. «Deseamos que las instituciones públicas y privadas, ayuntamientos y entidades que fomentan la pelota, crean en ello de verdad y fomenten la pelota femenina mediante nuestra asociación de una manera más justa para las pelotaris. Buscamos la igualdad y mejorar nuestras condiciones de verdad y no de palabra, como muchas otras entidades. Nos damos cuenta que estamos trabajando en un mar lleno de tiburones en el que realmente la mejora de la pelota femenina y nuestra situación da igual. Tan sólo buscan el beneficio propio disfrazado de una buena intención«.
AED es la organización que representa los intereses de mujeres empresarias, directivas y profesionales que operan en pequeñas, medianas y grandes empresas de Bizkaia. Actúa como nexo de unión ante instituciones públicas y privadas. Se constituyó en 1995 con el objetivo de «estimular la creación de infraestructuras que amplíen el papel de las mujeres en el ámbito empresarial y remuevan los obstáculos existentes para su plena integración en el tejido económico y empresarial». Desde entonces, despliega una intensa actividad: conferencias, proyectos, encuentros empresariales nacionales y europeos, trabajos de investigación, congresos internacionales, premios empresariales…, fomentando de forma específica la cooperación empresarial. Entre sus objetivos está la promoción y generación de redes comerciales entre sus asociadas. Como colectivo AED es agente activo del cambio hacia un modelo empresarial de liderazgo igualitario. Carolina Pérez, su presidenta, habla en nombre de la Asociación. «En 2020 las mujeres directivas de Bizkaia deseamos que se cumpla por fin con la recomendación que la Ley de Igualdad establecía para el año 2015: al menos un 30% de mujeres en los Consejos y en los órganos de dirección de las empresas. Por otro lado, las empresas quisiéramos un ecosistema económico estable, con más facilidades para las líneas de financiación y un mayor apoyo a nuestra proyección internacional y la visibilidad de las empresarias. También deseamos que se fomente el emprendimiento y crear espacios inclusivos intergeneracionales donde las jóvenes que tengan ideas empresariales o quieran ser directivas encuentren soporte«.
Bidaya tiene un doble significado. En árabe es inicio y en euskera, viaje, «el inicio de un viaje hacia la mejora», dicen las integrantes de este colectivo que nació «como respuesta a las necesidades culturales, de culto, educativas, sociales y humanas de las mujeres musulmanas residentes en Euskadi». «Tanto aquí como en Europa, la mujer musulmana se observa con toda una carga de prejuicios y estereotipos erróneos que limitan nuestro pleno desarrollo, la convivencia y el respeto de toda la ciudadanía». Es Hajar Samadi, su portavoz, la que formula los deseos para este año. «Para el 2020 deseo una vida libre de violencias y más protección desde las leyes a todas las mujeres del mundo, y todo aquel al que se le ocurra tocar a una mujer o niña tenga el castigo que se merece. Y sobre todo, deseo que podamos lograr una vida con una buena conciliación familiar, que las mujeres que libremente decidan ser madres tengan una vida más plena y feliz sin sentirse culpables porque no llegan a todo».
La Asociación Clara Campoamor se fundó en 1985 por un grupo de mujeres del movimiento feminista, por la «necesidad imperante de defender los derechos de la mujer ante una continua transgresión de los mismos, tanto en el mundo laboral y profesional, sanitario, cultural o familiar, como por la indefensión de la mujer víctima de delitos sexuales y agresiones». En el duro y laborioso caminar de la Asociación durante estos 31 años, su trabajo, asegura, ha sido «arduo, pero mantenemos la esperanza de que nuestro afán y perseverancia serán gratificados y redundarán en beneficio de las mujeres. Por eso, desean »un 2020 donde poder desaprender y deconstruir para posteriormente poder reinventar, nuevas maneras de ser hombres y mujeres que traigan consigo nuevos significados de lo que hasta ahora hemos concebido como masculinidad y feminidad. Nuevas maneras de relacionarnos entre nosotras, con ellos, entre toda la sociedad fuera de etiquetas ni estereotipos que nos condicionen y nos limiten. Educar en la importancia de la diversidad, el respeto y la libertad de ser y elegir. Y, por último, continuar visibilizando que la violencia sí tiene género y que en el 2020, esta violencia continúa suponiendo una de las mayores vulneraciones de los Derechos Humanos. Deconstruir para construir, es responsabilidad de toda la ciudadanía. Por una sociedad más digna«, concluye la educadora social de la asociación, Ane Zorrilla Valle.
La bilbaína May Serrano se define como 'artivista', creadora, casamentera, vividora y escritora. Ella estuvo en el germen del colectivo 'Mujeres Imperfectas' de Bilbao, en el 'Café para madres' y en 'La Quinta Ola'. Su último libro 'Climaterio. Todo lo que sabes de la menopausia es mentira', lleva en las librerías dos meses. Al 2020 le pide «placer, diversión, descanso y lugares seguros donde poder disfrutar de todo. Me gustaría que el 2020 nos proporcionara espacios más seguros donde poder investigar qué queremos realmente, quiénes somos. Lugares en los que podernos quitar las etiquetas y ser nosotras mismas con todo lo que supone. Me gustaría que el 2020 fuese el año de la VIDA, con mayúsculas. Poner la vida en el centro, los cuidados, el amor. Me gustaría surfear 'La Quinta Ola' (es el amor) en toda su magnitud. Descansar en hombros de amigas y emprender un camino de disfrute. Me gustaría que todas las personas tuviesen la oportunidad de SER ellas mismas, con toda la grandeza que conlleva.Que el tiempo sea nuestro, que nos demos lo que necesitamos y que tengamos valor suficiente para ver a las otras con sus deseos y necesidades, sin sentirnos amenazadas por ello. Al 2020 le pido locura y libertad. Desmadre y placer. Amor por las humanas, por la vida, por el planeta... Valor para AMARNOS las unas a las otras».
Ainhoa Azurmendi, psicóloga y consultora deportiva en Avento, con una amplia trayectoria de investigación y dedicación en el ámbito de la educación física y el deporte y, en especial, en aspectos relacionados con las relaciones de género en la participación deportiva. «Que más mujeres tomen decisiones en el deporte, sobre todo en asuntos que les conciernen. Es fundamental que participen en los ámbitos de decisión, mediante un proceso de empoderamiento consciente, partiendo desde el propio cuerpo y teniendo en cuenta la desigualdad estructural. Las mujeres deben formar parte y ser visibles en el ámbito de la dirección, la gestión, y en los estamentos técnicos y arbitrales; deben participar en las decisiones sobre los premios que se les otorgan, sus condiciones laborales, el diseño de las equipaciones, los horarios que se les asignan, etcétera. Y sobre todo, deben ser referentes para las niñas, las chicas jóvenes y para el conjunto de las mujeres deportistas«.
Landa XXI es una Asociación de Mujeres Rurales cuyos fines son defender, representar y promover los intereses de la mujer rural y las familias de ámbito rural y procurar la igualdad con los demás sectores. Además, trabajar por el desarrollo de la familia del ámbito rural y su equiparación con la familia del ámbito urbano y por contribuir en todas las formas y por todos los medios apropiados a la formación profesional técnica, social y cultural de la mujer y familia del ámbito rural. Su portavoz, Oneka Zaballa, supo desde niña que lo suyo era la ganadería. A los 20 decidió que era el momento de tomar el relevo y coger las riendas del negocio familiar que comenzó su padre. No abandonó la carrera de abogada porque «tenía claro que necesitaba unos estudios como vía de escape si esto no funcionaba». Hoy en día, a sus 29 años, es propietaria junto a su madre de una vaquería con un centenar de reses en Dima y forma parte del colectivo. El deseo para 2020 de Landa XXI es «que las mujeres profesionales del sector primario tengamos igualdad de oportunidades entre el medio rural y urbano en todos los aspectos (social, laboral, familiar…) y reconocimiento a la labor de la mujer en la conservación del entorno rural. Y por supuesto, erradicar la violencia de género, que desaparezca el miedo a denunciar en los entornos rurales«.
«Necesitamos mayor inversión en investigación e innovación. Si el cáncer no para, tampoco pueden hacer pausas la investigación y la innovación«. A ACAMBI le parece que debe prestarse una «atención particular al crecimiento del número de mujeres diagnosticadas de cáncer de mama antes de cumplir los 40 años. En estos casos, la mujer desea conocer las consecuencias de los tratamientos recibidos y aparece con mayor frecuencia la relación entre fertilidad y cáncer de mama y cómo preservar la fertilidad a personas en situación de riesgo antes del fin natural de su vida reproductiva. En estos supuestos, es recomendable informar sobre la posibilidad de preservar su fertilidad antes de iniciar cualquier tratamiento. Nos preocupan las carencias en la atención a los largos supervivientes y a sus familiares; las necesidades de rehabilitación de los pacientes oncológicos y las necesidades de los cuidados paliativos. El desafío es hoy enfrentarse al cáncer para que se cure, pero somos conscientes de que quizá antes, mediante el conocimiento, la investigación y la tecnología, debamos pensar en cómo cronificar la enfermedad, sin que ello afecte negativamente a las condiciones y a la calidad de vida de las pacientes. Pensemos en cada paciente como una persona con su vida personal, familiar, social y laboral. Nosotras, las mujeres con cáncer de mama, queremos despertarnos cada día y mirar las estrellas, sonreír a nuestros hijos, mantener nuestras relaciones afectivas, besar a nuestros nietos, vivir los mismos sueños, desarrollar nuestros trabajos y sumar idénticos anhelos que el resto de mujeres con las que compartimos la mitad de la tierra y la mitad del cielo«.
El 18 de diciembre, Día Internacional de las personas migrantes, Stella García Ardiles recibió un reconocimiento del Ayuntamiento de Bilbao como mujer migrada bilbaína (reside en la capital vizcaína desde hace más de tres lustros), por su participación en un espacio político y la promoción de políticas públicas a favor de las personas migradas. En aquella ocasión, expresó su «convicción de que la voz de las mujeres debe escucharse en todos los espacios de decisión: desde las asociaciones a la comunidad de vecinas y vecinos; desde el AMPA de los colegios, hasta los partidos políticos». «Debemos ir ganando los espacios de poder y nuestras ideas y propuestas deben ser escuchadas, porque tenemos el conocimiento, la experiencia y un sentido de comunidad que se refleja en los ámbitos donde nos movemos. No es un camino sencillo, pero es imprescindible para generar cambios. Mi experiencia en el ámbito social, además de alegrías y experiencias, me ha dejado la convicción de que los cambios son posibles», sostiene. Su deseo para 2020, en este sentido, es «que haya más mujeres lideresas con experiencia migratoria, que nos impliquemos en espacios de diálogo ciudadano, que nos apoyemos mutuamente y juntas hagamos que se escuche la voz de las mujeres. Las más jóvenes necesitan referentes y la sociedad, nuestro mensaje de que podemos convivir juntos, que una sociedad más equitativa y justa es urgente«.
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Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
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