![¿Por qué se apura la que recibe un comentario machista y no el que lo hace?](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201912/02/media/cortadas/microfeminismos-k9SF-U90823353483EeE-624x385@El%20Correo.jpg)
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«Usted tiene menos posibilidades de ser violado que yo». Se lo dijo Begoña Villacís (Ciudadanos) a Javier Ortega Smith (Vox). Y él no le dijo que le importaba «un bledo» lo que diga Villacís porque eso se le ocurrió más tarde. Después de ... que los partidos reprobaran su inadmisible episodio dinamitando un acto del 25-N, cuando una mujer a la que su cuñado dejó en silla de ruedas al dispararle cuando ella defendía a su hermana de una agresión se encaró con él. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (PP), se opuso a la reprobación general, no vaya ser que Ortega Smith vaya a ver cercenado su derecho a a libertad de expresión... Y en aras de esta libertad de expresión me temo que va a protagonizar Vox más de un episodio grotesco en esta legislatura, aunque su discurso sobre la violencia machista es mucho más que grotesco. Por eso es fácil plantarle cara. Hay que plantársela además, igual que hizo Nadia Otmani. Una se imagina llamando impresentable a la cara este señor, como quien reacciona espontáneamente ante algo inadmisible, que así es su discurso. Es relativamente fácil ser crítico y beligerante con Vox porque lo suyo es sal gruesa, es bofetón. Y Ortega Smith y quienes defienden cosas como las que él defiende se van a encontrar de cara a mucha gente. Así debe ser.
Y enfrente se le tenía que haber puesto también Pablo Motos el otro día a Karlos Arguiñano, cuando en un momento absolutamente desafortunado y ofensivo hizo lo que él creía que era un chiste sobre una violación. Pero no hay chistes sobre violaciones, ni amparándose en el más fundamental derecho de la libertad de expresión. Arguiñano intervenía por teléfono en el programa 'El Hormiguero', mientras Motos entrevistaba al actor Ricardo Darín. Y ambos se rieron. No parece una reacción natural reírse ante un 'chiste' así. Más bien lo natural, y además lo justo, habría sido afearle la conducta a Arguiñano, en el momento y en directo. Pero eso cuesta porque es Arguiñano, porque es un tipo gracioso, porque es televisivo, enrollado... Ocurre que cuando esas actitudes vienen de alguien que conocemos, que nos cae bien, que no encuadramos en un perfil de persona machista... nos descoloca, y es significativo que en lugar de reprobarle, la reacción sea la contraria. O si no eso, hacer como que no hemos visto, como que no hemos oído. Habrán reflexionado Motos y Darín después sobre el asunto y se habrán dado cuenta de que su risa no fue la respuesta correcta, seguro que lo creen de verdad. También el propio Arguiñano, que ha pedido perdón. Y se intuye un buen agobio detrás: «Fueron 15 segundos que me han destrozado».
Pero reacciones amables ante actitudes que no lo merecen las encontramos a diario, en cosas 'pequeñas' que casi pasan inadvertidas. Y pasa casi siempre porque nos da apuro responder. Dos ejemplos cotidianos, reales y de hace nada. El de una chica muy implicada con el movimiento feminista que recibe una nota escrita por la profesora de su hijo con un lenguaje inapropiado, una nota informativa en la que se la maestra se refiere a 'vuestros hijos', 'los niños', 'nosotros'... «Está educando en igualdad, no puede mandar una nota así, pero me da apuro decirle algo». Y una entiende el apuro de la madre de ese niño. También el silencio en el parque cuando el aitite de un chaval le dice: 'Estás todo el día llorando, pareces una niña'. Se nos abrieron los ojos, estoy segura de que todas y todos pensamos lo mismo. Pero nadie dijo nada, no dijimos nada porque conocemos a ese aitite, porque le va a incomodar, porque es violento decirle que no diga eso jamás.
Sucede así, pero hay que darle la vuelta. No puede ser que el agraviado o la agraviada, la víctima de la ofensa, del piropo machista o del comentario inapropiado pase un auténtico apuro mientras que la persona que ofende, aunque sea sin querer ( y más aún cuando es a propósito), no se dé cuenta de que lo está haciendo. Se puede contestar amablemente a esa profesora y decirle que utilice lenguaje inclusivo que refleje la realidad de una clase con niños y niñas. Y se puede decir a ese abuelo que las niñas no lloran más que los niños ni menos. Y que esa etiqueta que se cuelga a una cría pequeña se convierte luego en una mochila pesada cuando crece. Tenemos que hacer ese esfuerzo. Cuesta pero hay que hacerlo.
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