Borrar
El bilbaíno Alfonso Ortiz posa junto a los tres Seat 124 que él mismo ha restaurado.Por el 124 Sport le han llegado a ofrecer 25.000 euros.

Ver fotos

El bilbaíno Alfonso Ortiz posa junto a los tres Seat 124 que él mismo ha restaurado.Por el 124 Sport le han llegado a ofrecer 25.000 euros. Fernando Gómez

Medio siglo al volante de la clase media

Hace 50 años que nació el Seat 124, el vehículo familiar más deseado por la España del desarrollismo y un icono del cine quinqui

Martes, 3 de julio 2018, 15:21

Sentarse en un 124 es penetrar en una cápsula del tiempo. Lo primero que sorprende son las puertas, mucho más ligeras y pequeñas que en los coches actuales. Hay que dar un buen portazo para cerrarlas antes de acomodarse en unos asientos que desconocen el término envolvente. ¿Aire acondicionado? Las ventanillas delanteras triangulares, prodigio de la aerodinámica a altas velocidades. ¿Dirección asistida? Un volante enorme de baquelita como el de un camión para hacer ejercicio al aparcar.

La memoria sentimental provoca que sean inmediatamente reconocibles el techo acolchado blanco con agujerillos y las pegatinas del impuesto de circulación y del antirrobo Cláusor. Aunque hayan pasado décadas, surge un gesto reflejo: levantar el pitorrillo del marco para abrir las puertas traseras. Hace cincuenta años, este vehículo era el culmen de la modernidad. Mientras en las calles del Barrio Latino de París estallaba la revolución de 1968, en el Salón del Automóvil de Barcelona Seat se presentaba «el coche del sentido cómun». Un alivio para las familias que cargaban la baca del 600 hasta el cielo.

«El Seat 124 es el coche de la Transición», define Alfonso Ortiz, orgulloso propietario de tres ejemplares que parecen salidos de fábrica. Este conductor de camiones bilbaíno de 51 años posee un Mercedes 220 AMG, pero quedó tan marcado por el 1430 que heredó de su padre de chaval, que el tiempo y el dinero los emplea en cuidar de tres máquinas a las que mima con gasolina Super 98 y un lavado en seco a mano.

Delegado en Bizkaia del Club Nacional del 124, Alfonso exhibe motores iluminados con luces LED sin carcasas ni electrónica, porque antes los coches los podían arreglar sus propietarios. Alfombrillas ribeteadas a medida, tapicerías originales, adhesivos de la época... El grado de locura de los propietarios no conoce medida. «En Burgos hay un amigo que tiene 23 guardados en una nave», apunta. Por su Seat 124 Sport que parece salido de 'Bullit' -«el coche más bonito de la historia de Seat»- le han llegado a ofrecer 25.000 euros. Con 43 años marca 35.000 kilómetros reales. Urtain y Karina se compraron el mismo modelo.

En su contexto

  • 144.432 pesetas (868 euros) costaba el Seat 124 cuando se puso a la venta en 1968. El sueldo medio anual rondaba por entonces en España las 70.000 pesetas (420 euros). El modelo más caro era el 124 Sport Coupé con motor 1.800, que costaba 243.000 pesetas (1.460 euros).

  • 896.364 unidades se fabricaron en las factorías de Zona Franca de Barcelona y Landaben en Pamplona, de cuyas líneas de montaje salió la última unidad en 1980. Al año siguiente dejaron de venderse.

  • «Sentido común» El 124 se dio a conocer como «el coche del sentido común» por su carrocería de tamaño medio, su gran habitabilidad y unas prestaciones y manejo que lo acercaban a modelos superiores.

  • 140 kilómetros por hora alcanzaba la versión básica de 60 caballos. Los reposacabezas y el espejo retrovisor izquierdo (el derecho no existía) eran un lujo.

  • Coleccionismo El Club Nacional de coleccionistas de 124 agrupa a 1.800 socios. En su web se venden vehículos desde 500 euros.

Cuando el 124 (el Fiat 124 con componentes nacionales) se puso a la venta en 1968 por 144.432 pesetas (868 euros), el sueldo medio anual rondaba las 70.000 pesetas (420 euros). La versión básica de 1.197 centímetros cúbicos y 60 caballos alcanzaba una velocidad suicida de 140 km por hora en las carreteras de la época. Los cinturones de seguridad eran opcionales (fueron obligatorios en 1973). No era el 1500, el coche burgués por excelencia, pero la clase media disponía así de habitabilidad y de un maletero decente.

Hacerles el puente

«El 124 tenías unas prestaciones muy buenas para la época. Y era muy fácil de robar», sonríe Juan Carlos Delgado 'El Pera', que a los 9 años utilizaba una tabla para llegar a los pedales y escapar de la Policía. Por algo es un coche mítico en la imaginería del cine quinqui. «Su tracción trasera permitía derrapar y culear, hacer trompos, era muy divertido de conducir. Yo siempre llevaba en el bolsillo la ganzúa y la hembra para hacerles el puente. Veía uno que me gustaba ¡y hala!», describe este delincuente juvenil reformado en piloto, probador de coches y asesor de conducción de la Guardia Civil.

Del Torete a Torrente

Santiago Segura lo tenía claro: José Luis Torrente solo podía conducir un 1430 con un anuncio de discoteca como parasol en la luneta delantera y la bandera española junto a la matrícula trasera. Un guiño al cine quinqui que en los 70 y 80 utilizó el Seat 124 como vehículo indispensable en las persecuciones. «Perros callejeros», «Yo, El Vaquilla», «Los últimos golpes del Torete»... La Policía Nacional también contaba con modelos familiares de la marca, conocidos popularmente como «lecheras». Ya en nuestros días, Pacino, el personaje de Hugo Silva en «El Ministerio del Tiempo», conduce un Sport Coupé. Y hasta en el videojuego «Grand Theft Auto» encontramos un 124.

'El Pera' todavía presume de un 124 Sport rojo pasión con el que se pasea por Cibeles con Los Chichos a toda pastilla. «Conserva ese olor particular... El más preciado era el FU, una edición especial del 1430 con motor 1600», ilustra. En 'Volando voy', la película que cuenta la historia del 'Pera', ningún especialista se atrevía a lanzarse por las escaleras de un callejón de Toledo con un 124. «Le dije al director que rodara y lo repetí tres veces», recuerda este especialista en eludir los Seat 131 Supermirafiori de la Policía Nacional.

En la España del desarrollismo, los viajes había que planificarlos teniendo en cuenta las gasolineras del camino. Los 39 litros de combustible que albergaba el 124 aliviaban la necesidad de repostaje, aunque hoy nos parezca exagerado que chupe 11 litros a los cien kilómetros. Sin rivales en su segmento -el Simca 1200 es de 1969 y el Renault 12 de un año más tarde-, del 124 se vendieron casi 900.000 unidades hasta 1981.

Conducir un coche sin servodirección, reposacabezas, espejo derecho ni ayudas electrónicas no tiene nada que ver con ponerse al volante de un moderno utilitario. Eso no amilana a Alfonso y su mujer Marisa, que en septiembre se irán a la concentración nacional de 124 en Algeciras. «Es curioso que lo recordemos como un coche grande», observa Jorge Díaz, de Yo Fui a EGB, que remarca su condición de icono cinematográfico en el póster de 'Perros callejeros'. Y añade otra curiosidad: «Dile a un niño que dibuje un coche y siempre trazará la silueta de un 124, simétrico por delante y por detrás».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Medio siglo al volante de la clase media