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Los miembros del equipo médico que atendió al Papa Francisco en el hospital Gemelli de Roma, donde permaneció 38 días ingresado debido a una infección ... respiratoria que derivó en una neumonía bilateral, hasta que fue dado de alta el pasado domingo, hubo un momento en el que tuvieron que decidir entre «dejarlo ir» o probar con «todo tipo de medicación» aún a riesgo de dañar otros órganos. Optaron por esta segunda opción y lograron así que el Pontífice, de 88 años, salvara la vida, aunque tendrá que permanecer al menos durante dos meses de convalecencia en la Casa Santa Marta, la residencia dentro del Vaticano donde vive, al estar aún lejos de una plena recuperación. En este tiempo deberá continuar recibiendo oxígeno por medio de unas cánulas nasales, además de seguir con los ejercicios respiratorios y la fisioterapia motoria activa.
Los detalles de cómo transcurrió la hospitalización de Jorge Mario Bergoglio los ofreció Sergio Alfieri, el cirujano que lideró al equipo médico que atendió al Papa en el Gemelli, en una entrevista publicada este martes por el diario 'Corriere della Sera', en la que Alfieri contó que Francisco «sabía que podía morir». Sus colaboradores más cercanos estaban entonces «con lágrimas en los ojos». Fue entonces cuando Massimiliano Strappetti, el enfermero personal del Papa y persona de su máxima confianza, invitó a «no rendirse» a los médicos. «Se tuvo que decidir entre parar y dejarlo ir o probar con todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo un riesgo muy alto», contó Alfieri.
El peor momento de la larga hospitalización se vivió el 28 de febrero, cuando Francisco tuvo una crisis de broncoespasmo que le provocó un vómito con inhalación de líquido. «Aquella noche fue terrible, él sabía, como nosotros, que quizá no sobreviviera a aquella noche. Vimos al hombre que estaba sufriendo. Pero desde el primer día nos pidió que le dijéramos la verdad sobre sus condiciones» en los partes médicos, declaró Alfieri, quien decidió tras escuchar a Strappetti seguir con la medicación a pesar de que sabía que se podían «dañar los riñones y la médula ósea». Afortunadamente, el Pontífice «respondió a los tratamientos y la infección pulmonar mejoró».
En aquellos momentos difíciles, el Papa le cogió la mano durante unos minutos al médico «como buscando consuelo». Una vez superada la crisis, el Pontífice recuperó su humor y las ganas de salir de su habitación «en busca de la mirada de otros pacientes». En el período de convalecencia en el que ahora se encuentra, Bergoglio debe evitar las masificaciones y, en particular, el contacto «con niños que puedan ser vehículo de nuevos contagios». La larga hospitalización, destacó el cirujano del Gemelli, le ha dejado al Papa «el cuerpo cansado, pero su cabeza sigue siendo la de una persona de 50 años».
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