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La entrada en vigor del decreto que elimina la obligatoriedad del uso de la mascarilla con «carácter general» el mismo día en que se conocerán sus detalles ha forzado a las empresas a amanecer hoy pendientes del Boletín Oficial del Estado para tomar decisiones.
La mayoría de las compañías vascas establecerán hasta qué punto eliminan o no el uso del cubrebocas con la participación de sus servicios de prevención de riegos laborales y con cierta dosis de incertidumbre.
Dos años después, la salida de la crisis sanitaria va a ser muy parecida a su llegada en términos regulatorios e institucionales: con incertidumbres hasta el último momento, urgencias normativas y barullo en general. Desde un punto de vista simbólico hoy es una jornada relevante porque la mascarilla deja de ser obligatoria en interiores. Han pasado 700 días desde que se impuso esta protección, que se ha convertido en una especie de emblema en la lucha contra el covid. Así que su desaparición viene a ser un punto y aparte en dos años tan terribles como confusos.
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Silvia Osorio Álvaro Soto
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El problema es que esa desaparición tiene matices porque el Gobierno central ha evitado decretar de forma taxativa el fin de las mascarillas y delega en las empresas e instituciones su regulación interna. Es decir, cada centro de trabajo decidirá si las mantiene o no. ¿Qué harán? Ayer a última hora la confusión seguía siendo extensa porque los servicios de prevención laboral y las propias administraciones no lo tenían muy claro. El decreto se ha publicado a primera hora de hoy y será ahora cuando se actúe en consecuencia. Se consolida así ese modo de proceder atropellado e impreciso como otro símbolo constante del viaje pandémico.
El reglamento lo aprobó ayer el Consejo de Ministros y presentó sus líneas generales la ministra de Sanidad. Lo que recoge la norma es que la mascarilla deja de ser obligatoria en interiores, «y esa es la filosofía general del real decreto», recalcó Carolina Darias. Eso sí, se establecen tres excepciones, tres entornos vulnerables donde se mantiene la protección con carácter preceptivo.
El primero son centros, servicios y establecimientos sanitarios, donde se incluyen los hospitales (aunque las personas ingresadas están eximidas de utilizar la mascarilla), centros de salud, farmacias y zonas de transfusión de sangre. En segundo lugar se refirió a las residencias de mayores, donde se mantendrán para trabajadores y visitantes, pero no para residentes. Y, por último, en el transporte público (incluidos taxis y VTC), aunque no habrá que utilizarlas en estaciones ni andenes.
Eso quiere decir que desde ya mismo no hace falta mascarilla en bares, restaurantes, gimnasios, cines, teatros, conciertos y competiciones deportivas de todo tipo. Tampoco en colegios, algo que recalcó la ministra con énfasis especial. «Es un paso más en la evolución de la pandemia. La covid-19 sigue entre nosotros, pero evoluciona de manera positiva y los indicadores marcan un nivel bajo con carácter general, estable en la mayoría del territorio. Seguimos avanzando desde la prudencia pero también desde la progresividad», dijo Darias.
La ministra se refirió en varias ocasiones a esa prudencia. Como es lógico, quien quiera seguir usando mascarilla podrá hacerlo. Pero en ciertos casos recomendó mantener la protección como actitud «responsable». Mencionó a la población vulnerable (mayores de 60 años, inmunodeprimidos, embarazadas y profesores de riesgo) y ciertos entornos potencialmente delicados como grandes aglomeraciones o incluso reuniones familiares cuando haya personas que puedan ser especialmente sensibles al virus.
Pero donde más tiempo pasa la mayoría de la gente es en su puesto de trabajo. Y es aquí donde llegan las dudas. La ministra reiteró que «con carácter general» el uso de protección buconasal deja de ser obligatorio. Pero serán los departamentos de prevención de riesgos laborales los que tengan la última palabra. Cada empresa es diferente en cuanto a distancia entre empleados y posibilidades de ventilación. Y eso es lo que aún está por determinar, los criterios generales a seguir.
Quizás considerando las sorpresas de última hora e imprevistos tan frecuentes en este tipo de maniobras desde que arrancó la pandemia, las instituciones se mantienen vigilantes. La Diputación de Bizkaia evitó ayer pronunciarse sobre qué hará con sus funcionarios hasta conocer hoy el texto legal, y el Instituto Vasco de Seguridad Laboral (Osalan), dependiente del Gobierno vasco, también ha pospuesto hasta esta misma mañana la publicación de una guía con recomendaciones.
En cualquier caso, todo apunta a que buena parte de las empresas y las administraciones asumirán políticas parecidas a las ya anunciadas tanto por el Ayuntamiento de Bilbao como por multinacionales como Iberdrola: sólo se mantendrá la protección obligatoria entre sus plantillas cuando no sea posible mantener la distancia de seguridad de metro y medio, y también en zonas comunes como ascensores o salas de reuniones. Aunque también es cierto que otras firmas, como Mercedes en Vitoria, apuestan por mantener la obligatoriedad como hasta ahora y a la espera de un entorno regulatorio y epidemiológico más estable. Hay que recordar que en varios países europeos que ha suprimido las mascarillas antes que España han padecido repuntes en contagios.
Prueba de la indefinición reinante es que la comisión de salud pública, en la que están presentes las autonomías, no publicará hoy, sino «en los próximos días», las recomendaciones para aplicar la norma que ya está en vigor.
301pacientes están ingresados con covid en las plantas de Osakidetza. Son un centenar más que hace una semana. Este aumento de los enfermos que llegan a los hospitales no se traduce en un incremento de los casos graves. Las UCI tratan a 14 vascos en estado crítico por el virus.
92,9%de la población vasca mayor de 12 años tiene la pauta completa de vacunación. En cuanto a los menores de entre 5 y 11 años, el 59,6% ha recibido la primera dosis y el 45,1% tiene protección completa. En total, 1.837.846 personas están protegidas en Euskadi.
En los centros sanitarios la mascarilla no desaparecerá. Hospitales y centros de salud son lugares en los que tanto trabajadores como visitantes se encuentran muy expuestos al virus y adonde acuden con frecuencia grupos de población considerados de riesgo. El decreto del Gobierno central establece que se exigirá el protector buconasal al personal de estos recintos-sanitario y no sanitario- y a todos los familiares y allegados de enfermos que entren de visita. Las personas ingresadas en hospitales solo tendrán que portarla cuando permanezcan en estancias comunes. Si se encuentran en su habitación, no tendrán por qué usarla. En las consultas de los ambulatorios sí seguirá siendo obligatoria para los pacientes.
Los espacios institucionalizados, es decir, las residencias de mayores, centros de día y de atención a personas con discapacidad, tendrán que mantener el cubrebocas, pero con matices. Los profesionales sociosanitarios, así como el resto del personal, y las visitas tendrán que seguir portándola. Los usuarios, sin embargo, no. A pesar de ser población vulnerable, tal y como ha quedado acreditado esta pandemia por la alta letalidad que ha provocado el virus en los geriátricos, no están obligados ya que se entiende que las personas institucionalizadas se encuentran en su domicilio. Idéntica consideración se tiene con los presos, por lo que tampoco se exigirá que lleven puesta esta prenda protectora.
Dentro de los servicios sanitarios, establecimientos como las farmacias y los centros de transfusión de sangre también son considerados espacios que son frecuentados por personas que sufren una patología de riesgo. Por ello, todo aquel que entre en una botica o acuda a poner el brazo para donar sangre deberá llevar la nariz y la boca cubiertas para minimizar cualquier riesgo de contagio de Covid-19. Lo mismo ocurre con los profesionales sanitarios que los atienden. No podrán desprenderse por el momento de la mascarilla. Euskadi centralizó los tres bancos de sangre -uno por territorio- en el Centro Vasco de Transfusión y Tejidos Humanos, ubicado en el Hospital de Galdakao.
La situación en el transporte público no variará demasiado. La mascarilla seguirá vigente en autobuses urbanos e interurbanos, en los vagones del metro, tranvía y trenes, en los taxis y VTC, y para viajar en avión. Es el protocolo en vigor desde hace casi dos años para los mayores de 6 años. La medida se mantendrá para usuarios y trabajadores. Sin embargo, ayer la ministra de Sanidad, Carolina Darias, aclaró que no será necesario llevarla puesta en andenes y estaciones de viajeros. Otros países europeos que eliminaron el tapabocas en espacios interiores antes que España también han mantenido la norma en estos ámbitos por el trasiego de viajeros y la imposibilidad de mantener la distancia en los medios de transporte.
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