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Alberto Martínez
Sábado, 2 de marzo 2024, 13:05
Cuesta creer que las calles que ahora lucen un ambiente funesto fueran las mismas que en su día se postulaban como uno de los mejores resorts de Europa. Hubo una década de éxito desenfrenado en Marina d'Or. Entre 1997 y 2007, donde sólo había ... huertos se inauguraron cinco hoteles, numerosos bloques de apartamentos, un balneario de referencia, parques de ocio y varios restaurantes. Una revolución en los fastuosos tiempos de la burbuja inmobiliaria. Les Amplàries, situado a unos cuatro kilómetros del centro de Oropesa del Mar, se convertía así en un atractivo complejo vacacional destinado, especialmente, a las familias.
El negocio radicaba en las más de mil habitaciones, pero sobre todo en la venta de pisos a quienes buscaban una primera o segunda vivienda en un animado barrio de nueva construcción a escasos pasos de la playa. Ahora, buena parte de aquellos inquilinos que se rascaron el bolsillo persiguiendo el paraíso se encuentran en pie de guerra. Más allá de la imagen desoladora relacionada con el cierre invernal de los hoteles, que en 2023 se produjo de forma prematura debido al cambio de los gestores del proyecto, la zona ha sufrido una ostensible degradación en los últimos años. Un declive alarmante. Aceras, jardines, parques infantiles, fuentes, alumbrado… Las deficiencias en el mantenimiento saltan a la vista y los residentes denuncian «el abandono» por parte del Ayuntamiento. Un escenario tétrico en el que apenas resisten negocios con la persiana levantada.
Carmen Alberdia, presidenta del Movimiento Vecinal Marina d'Or, llega puntual a la cita. Lo hace con otra compañera de la plataforma, creada en 2022. El encuentro se produce en primera línea de playa, en una calle inerte de Les Amplàries. Establecimientos apagados y un entorno deteriorado. Una imagen que impacta si se recuerda el espíritu con el que nació el proyecto. De camino al famoso balneario de agua marina que se convirtió en emblema del complejo turístico, se dan la mano numerosos bloques de apartamentos que fueron vendidos a particulares dentro de la macrourbanización. Aquel imperio, levantado por el empresario catalán Jesús Ger entre finales del siglo XX y principios del XXI, ha pasado ahora a su tercer propietario: Grupo Fuertes y Magic Costa Blanca se han convertido en los nuevos líderes después de una breve etapa bajo el paraguas del fondo estadounidense Farallon. El último traspaso ha provocado que los cinco hoteles y todos los restaurantes y locales de ocio asociados cesaran su actividad a mediados de septiembre, antes que en los últimos años. Los acontecimientos se precipitaron, ya que los nuevos gestores han puesto en marcha una remodelación con el objetivo de relanzar el negocio. La temporada estival llegó a su fin abruptamente.
A la espera del impacto que pueda tener en el futuro la modernizada oferta turística de Marina d'Or, los cerca de 2.000 vecinos que residen en una parte de los 16.000 apartamentos que se promocionaron en su día, claman el cielo y señalan al Consistorio de Oropesa del Mar. Hablan de «hundimiento».
1.168 habitaciones
Es el total contabilizando los cinco hoteles, que tienen entre tres y cinco estrellas.
Carmen expresa su indignación. «El Ayuntamiento considera que Marina d'Or es una urbanización y no es así. Las urbanizaciones son los edificios. Esto es Les Amplàries. Es un barrio de Oropesa. Y lo tienen más abandonado que el resto», afirma mientras hace hincapié en el lamentable estado en que se encuentra la inmensa mayoría de los parques infantiles.
La compañera de Carmen es una mujer residente y jubilada que prefiere mantenerse en el anonimato. El covid redujo ostensiblemente la actividad de Marina d'Or fuera de los períodos vacacionales. De ahí que cada vez menos locales estén dispuestos a continuar abiertos en invierno. En el sector donde se concentran los hoteles, ahora sólo funciona un restaurante. Y con apuros, situado en una estrecha calle comercial que ha caído en la desolación. Carpas rotas, baldosas destrozadas... Pero Les Amplàries es mucho más. Ocupa 1,4 millones de metros cuadrados, de los cuales más de 500.000 están destinados a zonas verdes. Y en ese contexto, los vecinos de los bloques de viviendas subrayan la decadencia sufrida «en los últimos cuatro años».
En dirección al paseo marítimo, llama la atención el aspecto de las palmeras, las plantas y el césped. «Se mueren. Está todo preparado con sistemas de riego, pero se estropean y no los arreglan», apunta la mujer.
La pradera que se extiende en paralelo a la línea de costa sufre el trasiego de los jabalíes, que escarban con fuerza en busca de raíces con las que alimentarse. Los montículos de tierra rompen el paisaje verde. «Abandono total y dejadez. También hay calles a oscuras completamente por los problemas de alumbrado», añade la presidenta del colectivo, que también lamenta las deficiencias en la gestión de la recogida de basura: «La gente la va dejando en el suelo porque no hay hueco en los contenedores. La calle es un basurero».
Antonio Pascual es otra de las cabezas visibles del movimiento vecinal. Y se tira de los pelos al ver los Jardines de Les Amplàries cerrados por mantenimiento. Estaban equipados con fuentes, un lago con peces y diferentes aves en libertad, pero cerraron al mismo tiempo que los hoteles en septiembre. También albergaban espectáculos para niños y mayores.
«En verano están abiertos. Los empezaron a cerrar a partir de la pandemia. Las fuentes no funcionan nunca. Es penoso. Es uno de los mayores atractivos turísticos que tenemos. La gente va ahí para ver las aves al aire libre y que los niños corran», afirma Pascual. Pese a tener puesto el candado, los viandantes pueden cruzarse, por ejemplo, con patos que entran y salen. Les ponen comida.
Los comerciantes critican la falta de eventos durante el año que antes sí se celebraban. «Había más ambiente en invierno. Vivía más gente y el fin de semana se organizaban actividades para niños y mayores. Había vida. Antes de la pandemia, en invierno siempre dejaban uno de los hoteles abierto y los fines de semana se abría el balneario. Eso atraía», subrayan. Actualmente, las obras en Marina d'Or han acentuado esa carencia.
Un empresario de la zona asegura que sólo tiene «dos meses de trabajo al año» y reclama una revitalización de Les Amplariès: «Hay un abandono de año en año. Incluso falta seguridad. Antes hacían viajes del Imserso, concentraciones de competiciones en el Palacio d'Or… Ahora, nada. Es un despropósito. Si no hay gente, no hay forma de mantener un negocio».
Antonio se aferra a los datos: «En todo Oropesa hay 11.000 habitantes. En Les Amplàries hay 16.000 viviendas y somos como mínimo 2.000 personas viviendo todo el año, ya sea como propietarios o como inquilinos». El presupuesto municipal para 2024 asciende a 21,28 millones: «Contabilizando los impuestos sobre la vivienda, en Les Amplàries estamos aportando más del 50%». Además, reclama una ampliación de la franja horaria en que los autobuses conectan el barrio con el centro de la localidad.
Carmen siente que Les Amplàries ha caído en el olvido: «Aquí no viene a vivir más gente porque no hay servicios. Hay una devaluación muy grande. Apartamentos por los que pagaron 200.000 euros ahora cuestan 100.000. Hay muchas personas a las que les gustaría vender, pero no pueden». Buscan el resurgimiento.
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