CArLOS BENITO
Miércoles, 29 de abril 2020, 00:48
Suena a perogrullada, pero este pequeño experimento de consultar a diario la actualidad de hace un año nos vuelve más conscientes de la cantidad de cosas que ocurren (que ocurrían) en una ciudad como Bilbao. Cuando llevábamos una vida normal, libre, a menudo nos pasaba ... inadvertida buena parte de esa actividad, porque la dábamos por hecha y creíamos que ya nunca faltaría: había decenas de convocatorias culturales a las que no prestábamos mucha atención, pero hoy ese hormigueo que tanta vida daba a la ciudad ha desaparecido y nadie sabe hasta qué punto podrá recuperarse del batacazo económico de esta crisis. Corremos el riesgo de que nuestra realidad cotidiana pierda su componente más sorprendente, estimulante, a veces incluso mágico.
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Hoy es el Día Internacional de la Danza, una de esas disciplinas que han quedado abolidas por el estado de alarma. De hecho, se ha visto afectada en su vertiente artística y profesional, ya que los espectáculos de ballet han corrido la misma triste suerte que todos los demás, pero de algún modo también en la privada: no parece esta la época en la que sentimos más ganas de bailar, aunque algo de meneo se ve a veces en los balcones y, si fisgamos, dentro de las casas de algunos vecinos animosos. El año pasado, Bilbao celebró esta fecha por todo lo alto con el espectáculo 'Burdina/Hierro', uno de esos momentos que han quedado grabados en la memoria colectiva: la bailaora Adriana Bilbao fue izada a la grúa Carola, en una danza liberada del lazo intransigente de la gravedad. Esa es la magia que nos falta.
Aquel lunes del año pasado, con un tiempo espléndido, miles de pensionistas volvieron a concentrarse ante el Ayuntamiento, para exigir al Gobierno (o, mejor dicho, al germen de Gobierno que había salido de las elecciones de la víspera) que revalorizase anualmente y por ley las prestaciones según el IPC. Y un centenar de personas acompañó a Juanito Oiarzabal hasta la cumbre del Gorbea, para conmemorar el vigésimo aniversario de sus catorce ochomiles. Qué solo estará ahora el Gorbea, aunque quizá el vacío se note de manera más dolorosa delante del Ayuntamiento. Hace un año, también desperdiciamos una oportunidad. El 29 de abril era el último día del reinado de Akihito, el emperador japonés, y un empresario avispado comercializó envases con 'aire de una era que concluye, a 8,60 euros la lata. Ahí podríamos meter ahora las narices para aspirar un poco del mundo previo al coronavirus.
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