Las tormentas geomagnéticas provocadas por la actividad solar continúan. Las violentas explosiones de clase X -las más fuertes- que se producen en la superficie del astro se han vuelto a repetir esta semana y avanzan la formación de un elevado número de auroras boreales, incluso ... en zonas donde no son nada habituales. De hecho, este fascinante fenómeno que se produce cuando los iones del viento solar chocan contra el campo magnético de nuestro planeta podría volver a producirse durante la próxima semana en Euskadi, donde el pasado día 10 ya dejó cielos nocturnos pintados de trazos verdosos y púrpura.
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La principal responsable de esta situación es la gigantesca mancha solar AR3664, que mide más de 200.000 kilómetros de ancho, es visible a simple vista desde la Tierra, y despide llamaradas de un tamaño superior al de nuestro planeta. Según la Sociedad Española de Astronomía (SEA), estas manchas se ven más oscuras por la temperatura relativamente inferior a la del resto de la superficie de la estrella y se caracterizan por «su intensa concentración de campo magnético, que puede ser miles de veces mayor que el terrestre».
En este caso concreto, AR3664 es en realidad un conjunto de manchas que han ido creciendo y fusionándose. Una actividad que no ha afectado a la Tierra desde el día 10 porque, debido a la rotación del sol, no nos ha apuntado directamente. Ahora vuelve a hacerlo y, por si no fuese suficiente, hay otra mancha, AR3691, que también ha alcanzado tamaño suficiente para provocar explosiones de clase X.
Esa fuerza que lleva brochazos de color a la noche para deleite de todos es también un peligro para sistemas eléctricos, de telecomunicaciones y de posicionamiento. No en vano, el primer episodio de este mes ya provocó problemas en el GPS, por ejemplo. El propio Elon Musk reconoció entonces en su red social -X-, que la constelación de satélites Starlink estaba «bajo una enorme presión, pero resistiendo», y todo apunta a que tendrá que volver a pasar por el mal trago cuando esta semana lleguen los iones lanzados por el sol.
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En estos casos, siempre planea el temor a que se produzca un 'evento Carrington'. Así es como se conoce a lo que sucedió en 1859, cuando una mancha de características similares provocó entre agosto y septiembre de aquel año las tormentas electromagnéticas más virulentas jamás registradas. Su impacto fue tal que incluso provocó incendios en oficinas de telégrafos, y llevó la aurora boreal hasta el Caribe y Hawái. Los científicos han cuantificado la energía liberada en aquel episodio en 10.000 millones de megatones de TNT, 200 millones más que la liberada por la 'bomba del zar', la más potente probada jamás.
«Aunque este evento se ha considerado durante mucho tiempo una catástrofe que sucede una vez cada siglo, un análisis histórico más pormenorizado ha demostrado que se producen más frecuentemente», advierte el profesor Hisashi Hayakawa, especialista en fenómenos solares del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Nagoya, en un estudio de 2017.
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Teniendo en cuenta que los actuales sistemas tecnológicos son mucho más vulnerables a estas tormentas magnéticas, diferentes científicos han alertado de que una mancha del tamaño de AR3664 podría provocar, en un momento en el que estamos a punto de entrar en el 'máximo solar' previsto para 2024 o 2025, un 'apocalipsis en internet'.
Peter Becker, de la George Mason University, es uno de los que más preocupados están, y por eso trabaja con otros científicos en un sistema de alerta temprana, similar al que se utiliza para avisar de los tsunamis. «Internet ha eclosionado en un periodo en el que el sol ha estado relativamente tranquilo. Ahora entra en una fase de mucha más actividad. Es la primera ocasión en la que eso se produce coincidiendo con la elevada dependencia social y económica de internet», afirmó a la cadena Fox News. En su opinión, el problema es que, con tantos aparatos conectados, «podrían acabar fritos hasta los que creemos que no tienen peligro».
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Afortunadamente, el grueso de la comunidad científica no cree que se vaya a llegar a ese extremo en esta ocasión. «¿Es posible que una erupción de clase X provoque un apagón global de Internet?», se pregunta la empresa de Defensa Northrop Grumman en un artículo de su revista Now. «Sin duda», responde. No obstante, descarta que eso pueda «destruir todos los aparatos conectados», y afirma que es una posibilidad teórica que a nivel práctico tiene muy pocas posibilidades de materializarse.
«Tenemos que monitorizar la situación y estar preparados, pero la situación no es para que nos quite el sueño», afirma la física Erika Palmerio. Así que, en los próximos días, podremos disfrutar de las caprichosas obras de arte que el sol dibuja en nuestra magnetosfera y subir el resultado a las redes sociales.
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