No las vas a volver a ver!» Tremenda frase que anunciaba los peores presagios tras el secuestro y desaparición de las dos niñas en Tenerife. Un buque del Instituto Español de Oceanografía encontraba hace unas horas uno de los cadáveres. Una nube de desolación cubre ... España entera. No hay palabras para describir esta nueva atrocidad, en el recuerdo de otros sucesos similares ocurridos en años anteriores en los que un padre mata a los hijos de su expareja con el único fin de hacerle el mayor daño posible.

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Violencia machista vicaria se llama. Una de las más crueles expresiones de la violencia machista. A la maldad intrínseca que tal conducta conlleva se le añade la perversidad del asesinato de unas niñas en un intento de control de la madre para siempre. La violencia machista vicaria se puede observar en muchas situaciones y con diferentes intensidades que pueden ir desde la manipulación e instrumentalización de los hijos hasta el parricidio, como ha terminado siendo el caso de Tenerife.

A partir de la estructura de personalidad de estos sujetos, muy frecuentemente encontramos elementos narcisísticos y posesivos, engarzados con rasgos psicopáticos que hacen que estas personas sean incapaces de empatizar con los demás, de preocuparse por las emociones o sentimientos ajenos, y que basen su vida únicamente en la satisfacción de sus deseos, sin otras referencias.

Pocas veces evalúan el daño causado y no aprenden de su propia experiencia. Son personas socialmente peligrosas a las que les resulta difícil aceptar frustraciones de estas características.

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