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TAMARA VILLENA
Lunes, 4 de diciembre 2017, 01:17
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Las iglesias y templos suelen ser construcciones impresionantes, de ambiciosa estructura y ornamentación y resulta bastante difícil decantarse por una a nivel de espectacularidad. Sin embargo, esta destaca entre todas ellas por su rareza y originalidad: su ortodoxia y cúpulas policromáticas, junto a sus asimétricas torres, hacen de ella uno de los edificios más espectaculares del mundo. Es uno de los pocos ejemplos de edificios de culto ruso que se conservan de finales del siglo XIX, y pasear por ella te deslumbrará a cada paso con los destellos dorados que cubren su interior.
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Construido entre 1884 y 1902, se trata de la obra más grande de finales del siglo XIX y tiene casi 700 habitaciones. Es el edificio más famoso de Budapest y de los más reconocidos de Europa, de estilo neogótico y a la orilla danubiana de Pest. Símbolo de la independencia nacional húngara y el centro de su legislatura y un lugar imprescindible por el que pasar a admirar la belleza de sus salas y magneficencia de su construcción. La Escalera de Honor mezcla estilo gótico, bizantino y barroco, su cúpula de 96 metros de altura y la Corona de San Esteban son algunos de los tesoros que podrás apreciar si tienes la suerte de visitar este lugar.
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Fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO hace más de treinta años y no es para menos. Un lugar que recoge a la perfección la definición de 'palacio' en el imaginario colectivo, con decorados deslumbrantemente dorados y majestuosos, imponente arquitectura y magníficos jardines. Engloba una parte fundamental de la historia de Francia y cuenta con una desbordante riqueza artística, entre la que destaca su capilla y los aposentos reales, con una gran cantidad de ornamentación y elementos decorativos.
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Una de las maravillas menos reconocidas de la India, conocida también como 'el templo dorado' por el increíble aspecto que encandila a todo aquel que lo visita. Podría estar sacado de una de las historias de Walt Disney, no solo por su ostentosa arquitectura sino también por el poder y magia que desprende. Está situado en una ciudad sagrada y esa aura mística es claramente palpable en su arquitectura simbólica, con cuatro entradas en sus cuatro lados para representar la apertura del sijismo a todas las religiones.
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Es la obra maestra de los teatros del siglo XIX; una arquitectura espectacular construida en 1875 por orden de Napoleón III para renovar la capital. Adorna el paisaje urbano parisino con su majestuosidad, pero su interior esconde auténticas obras de arte como la Gran Escalera que da paso de las galerías al vestíbulo y por la que te sentirás como un rey/reina al pasar. La cúpula decorada con obras de Chagall y sus más de 11.000 metros cuadrados te dejarán sin palabras, y para terminar de maravillarte puedes apreciar las vistas del edificio desde la Plaza de la Ópera, a escasos metros del Museo del Lovre.
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Esta popular torre militar sevillana, a orillas del río Guadalquivir, está separada de las murallas que vigila y unida a través de un muro a la Torre de la Plata, custodiando la zona del Arenal. Es uno de los emblemas de la ciudad española y uno de los edificios más visitados de toda Sevilla. Construida en el primer tercio del siglo XIII, ha sufrido varios intentos de derribo y es fuente de leyendas varias, como la que asocia el nombre de la construcción a su función como almacén de lingotes de oro de América. Hoy en día, esta construcción es tan emblemática para la ciudad como la propia Giralda, y no es para menos.
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Es uno de los primeros ejemplos de la denominada 'arquitectura de hierro' del siglo XIX, situada en la Plaza del Panteón y adherida en la actualidad a la Universidad de la Sorbona. En su planta rectangular y diáfana alberga más de dos millones de documentos, entre bóvedas y enormes cristaleras, que hacen que la luz sea un elemento más de la construcción. Su interior cuenta con distintos niveles, elegantes barandillas y suelo que emulan los barcos de vapor de la época. Abunda el uso de cristal en su decoración, para conseguir ese buscado diseño lumínico que le otorga tanta luminosidad y magnitud a sus salas.
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Se dice que es el parque más bonito de Hong Kong, aunque no es para nada el más turístico ni visitado. En los alrededores de Kowloon, tiene unas 3,5 hectáreas y un estanque en forma de flor de loto que comparte el protagonismo del lugar con el Pabellón de la Perfección Absoluta, un deslumbrante edificio dorado al que accedes a través de un llamativo puente rojo. Aunque el edificio está cerrado al público, puedes pasear gratis por los jardines y disfrutar de las lujosas vistas y tesoros que esconde entre sus rincones.
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Uno de los lugares más espectaculares del mundo, el orgullo de Myanmar. Es la pagoda más grande y antigua del mundo, y sin duda la más deslumbrante. Fue construida hace unos 2.500 años, con 100 metros de altura y recubierta de oro, contiene reliquias de Buda y visitarla al menos una vez está en la lista de todos los birmanos (y ahora también en la tuya). Tiene cuatro entradas distintas, custodiadas por dos leones como símbolo de protección, y su aspecto dorado se mantiene desde el siglo XV gracias a las donaciones de adinerados birmanos y monarcas. Visitarla te enriquecerá, al menos, culturalmente.
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