Luci, la mastina «amiga» de Revilla, murió por el ataque «de una manada de lobos»

Lo contó en el Foro al hilo de la polémica y la sentencia en torno a los lobos. «Si alguien me sigue en Facebook sabrá que soy un enamorado de los perros». Habló, en concreto, de esa serie de imágenes dando de comer al animal. Son todas muy parecidas. Algunas –consultado la cuenta en Instagram–, de la perra en compañía de un gato. «La vida en común en las montañas les ha hecho grandes amigos», aparece como texto en el muro del presidente junto a una de las imágenes.

«Hay un mastín que vive subiendo a Brañavieja –continuó en su intervención en el Foro–, en la última explotación ganadera que hay antes de llegar, con unos potros. No abandona el recinto salvo cuando ve el coche mío, que sabe que le llevo carne. Y sale. Tendré con él cincuenta fotos». Cincuenta no serán, pero ya se sabe que Revilla es un tanto dado a exagerar para adornar los relatos y es cierto que hay un buen puñado de retratos con el animal.

Justo ahí soltó lo del disgusto. Lo que ha «llorado». Alguien debió enseñarle unas fotos, contarle lo sucedido. «Una manada de lobos lo mató. Los mastines...», dejó en el aire con ironía (uno de los motivos para echar abajo la decisión del Ejecutivo regional es la de que las explotaciones cuenten con mastines como alternativa).

Pues bien, según confirmó este periódico, la perra en cuestión se llamaba Luci y tenía «más o menos» ocho años. Lo cuenta José Antonio Rodríguez, que, efectivamente, tiene vacas en La Joyanca (y en sus naves hay también potros de otro ganadero). Es el propietario. Rodríguez, en efecto, confirma que la mastina andaba a menudo con un gato que también era suyo y que vivía suelto por la zona. El hombre habla con afecto de los dos animales.

Luci «estaba con los potros y las vacas, iba y volvía, andaba libre». Hacía su trabajo «defendiendo aquí». «Pero –prosigue el ganadero– si vienen un par de lobos ya sabes lo que va a pasar». El caso es que un día echaron en falta a la perra. Un día, otro, otro más... «A los cuatro o cinco días estaba buscando unas vacas cerca de la nave y la encontramos comida. No me dejaron nada más que el collar». El ganadero está convencido de que murió, justamente, defendiendo al ganado. Revilla tuvo conocimiento de los hechos –eso dijo en la cita del Hotel Bahía– hace cosa de un mes. Aunque la muerte de Luci se produjo tiempo atrás, según cuenta su propietario. «Ahora tengo otros dos mastines», añade Rodríguez.

A él, más allá de la perra, no le han tocado por ahora al resto de animales, pero habla de «potros y jatos» muertos en ataques de lobos «por la zona» con relativa frecuencia. «Yo tengo una cabaña aquí y bajo a veces sobre las diez y media o las once, cuando termino, a Reinosa (vive allí). Cuando salgo, muchas veces oigo ladrar a los perros y les veo salir corriendo porque hay algo por ahí», relata.