![Otro libro sobre el monstruo del lago Ness. ¿Resolverá éste el misterio?](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/07/16/El%20lago%20Ness,%20donde%20supuestamente%20vive%20el%20monstruo.%20andy%20buchanan.jpg)
![Otro libro sobre el monstruo del lago Ness. ¿Resolverá éste el misterio?](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/07/16/El%20lago%20Ness,%20donde%20supuestamente%20vive%20el%20monstruo.%20andy%20buchanan.jpg)
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Casi 100 años después del primer avistamiento del monstruo del lago Ness por un matrimonio escocés es prácticamente imposible que nadie sepa contestar a la pregunta: ¿Conoces la historia de Nessie, el monstruo del lago? Ha habido series, documentales y libros sobre la aparición. Pero ¿ ... por qué nos fascina tanto la historia de un monstruo de cuya existencia apenas hay indicios? A este universo de publicaciones se acaba de sumar una nueva. La escritora y periodista, Laura Fernández, ha publicado 'Hay un monstruo en el lago' (Editorial Debate), un relato que navega por las verdosas aguas del lago tras las huellas de Nessie o lo que queda de una leyenda que se ha ido cerrando sobre sí misma.
La autora nació en Terrassa en 1981 y ha escrito seis novelas. «Todas mis historias surgen de lugares así donde, todavía, la realidad y la ficción se tocan». Por ello acudió en persona al Lago Ness, porque consideraba que este lugar era el epicentro de todo y que era un lugar que había permanecido en el tiempo como un misterio. «Me apetecía ver cómo se convivía con la leyenda», afirma.
El primer avistamiento fue en 1933. «Casualmente, aunque las casualidades no existen», sostiene Fernández, quienes lo anunciaron fueron los dueños de un hotel que estaba al lado del lago. «Acababan de construir la carretera para llegar a él y, de repente, la señora dice haber visto un monstruo en el lago. Aquella navidad ya tenían en el hotel personas que llegaban para intentar ver al monstruo», relata Fernández.
¿Fue una jugada de puro marketing? La autora lo desliza con datos. El lago, ubicado en las Tierras Altas de Escocia, cerca de Inverness, es «un atractivo turístico sin igual, capaz de atraer a 1,6 millones de visitantes al año y generar alrededor de 373 millones de euros y de crear cientos de puestos de trabajo». Un destino en el que, sin embargo, «no ocurre nada, o solo ocurre en la medida que tú quieras que ocurra» y que básicamente consiste en permitirse creer que hay un monstruo en el lago. La autora lo experimentó por ella misma: mientras hacía el típico crucero esperaba ver emerger algo del agua: «La esperanza es lo último que se pierde y mi yo de niña quería creer que iba a aparecer el monstruo. Además tenía claro que si lo veía no se lo iba a contar a nadie, es necesario creer en algo».
Desde su primer avistamiento por el matrimonio Mackay, el monstruo del Lago Ness ha captado la atención del público y los medios de comunicación. Los periódicos se hicieron eco del suceso, conscientes del magnetismo que historias como estas ejercen sobre sus lectores. En una época donde la información viajaba a través de las páginas impresas, la idea de que una criatura misteriosa estuviera escondida en las profundidades de un lago escocés proporcionaba el equilibrio perfecto entre lo asombroso y lo plausible, garantizando ventas y atención. Además, la creciente fascinación por lo inexplicable y lo sobrenatural en el siglo XX ofrecía a los periódicos la oportunidad de aumentar su circulación y capturar la máxima audiencia posible. La cobertura mediática del monstruo del Lago Ness no sólo alimentó el mito, sino que también reflejó la habilidad de los medios para transformar un relato local en un fenómeno global.
Ahora mismo hay una multiplicidad de narradores muy grande, comenta Fernández. «Antiguamente éramos los medios los que contábamos la historia, entrevistábamos al avistador, tenía una línea común la historia, ahora con todas las redes sociales y todos los medios de comunicación se ha diluido», afirma. Lo que sí que tiene claro es que «es un mito que va a permanecer porque el lago permanecerá, la gente necesita creer, estás ahí y no pasa nada en realidad es todo lo que tú puedas imaginar qué puede pasar».
La leyenda no pierde fuerza. Cada mes se registran en Google cerca de 200,000 búsquedas de este mitológico ser y alrededor de 120.000 turistas van al año a las inmediaciones del Lago Ness para vivir la experiencia. En la zona también se alimenta el mito engordando la cifra de avistamientos. «El conductor que me acompañó aseguraba que se han registrado 17.000». Pero según el registro oficial la cifra es menor, 1.157. Este listado solo cuenta «los que están debidamente documentados. Los que tienen pruebas, fotografías». Algunas llegan a la prensa. Pero no una prensa «respetable o fiable» sino «cazadora de clics», narra Laura Fernández en sus páginas.
Tras el furor inicial, entre 1935 y 1947, los avistamientos disminuyeron debido a la Segunda Guerra Mundial, «el turismo se paralizó, hubo un bache enorme, prácticamente hasta finales de los 60 no se reactivó». La Segunda Edad Dorada de la supuesta existencia de Nessie comenzó tras el estreno de la película del director Tim Dinsdale, que se alargó hasta los años 80, y que tenía como objetivo demostrar científicamente la existencia de este ser en el lago..
Los cazadores de Nessie, 'Nessie Hunters', son capaces de abandonar sus vidas y dedicarse a esperar a que lo imposible se vuelva posible. Los primeros cazadores a tiempo completo, según narra Fernández en su obra, fueron un matrimonio de las Tierras Altas, Torquil y Liz McLeod, que se instalaron en el lago con la esperanza de observar algo en esas aguas oscuras. Recorrieron las costas del lago Ness durante 6 meses y después se asentaron en una casa, y se dice que en 1960 Torquil vio al 'monstruo'. En ese mismo año el matrimonio volvió a ver a Nessie a la vez que una familia entera llamada Lowrie.
En 2023 el Loch Ness Centre lanzó un llamamiento a la nueva generación de cazadores de monstruos para participar en la búsqueda de 'Nessie' que se llevó a cabo el último fin de semana de agosto. Fue el mayor operativo realizado en el lago en más de 50 años. ¿El resultado? Como todos los anteriores, ninguno. Las claves de por qué se sigue creyendo están claras para Fernández: «Una de las razones es porque es un lugar cerrado, es un lago, no es como los yetis en las montañas. Otra es porque el ser humano necesita creer, y es mejor que permanezca como misterio y que no se pueda llegar a investigar nunca. Y, por último, porque la humanidad va al lugar por la leyenda, pero lo único que les interesa es como salen en el selfie, por eso perdurará en el tiempo».
El mito de King Kong, el gorila enorme, es otra de las historias que llama la atención, es verdad que no hay un lugar para avistarle, pero con el paso de los años no pierde fuelle. Ocho cintas en más de 80 años avalan a uno de los monstruos que más veces ha conquistado las pantallas, arrastrando su mito durante generaciones. Merian C. Cooper nació en Jacksonville (Florida) en 1894 y fue el que inventó a King Kong, también conocido simplemente como Kong, un monstruo ficticio estadounidense, similar a un gorila, que proviene de la Isla Calavera.
La novela de Moby Dick. El ballenero Essex pasó tres meses a la deriva en el mar tras ser atacado y hundido por un mamífero marino de 26 metros de largo. Sucedió en el Pacífico en 1820. No toda la tripulación del barco que partió de Nantucket (Massachusetts) sobrevivió. Su historia inspiró a Herman Melville a escribir la novela Moby Dick, que también se inspiró en la misteriosa ballena blanca Mocha Dick. Las aventuras del Capitán Ahab se han adaptado a la pantalla muchas veces y las aventuras de Essex también.
La leyenda del Yeti, el abominable hombre de las nieves, otro mito más parecido al del lago Ness, ya que se puede acudir a un lugar como las montañas del Everest para intentar verlo. Un bípedo peludo, parecido a un simio en diferentes formas y tamaños y que, a veces, se dice que es mucho más alto que un humano y a veces pequeño pero terriblemente fuerte. En el cine, el Yeti ha sido desde el monstruo asesino de la fantasía de horror de «El abominable hombre de las nieves» (1957), hasta el tierno habitante de las cavernas de «Monsters, Inc.» (2001).
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