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La Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo-eLankidetza presentó a comienzos de año un informe sobre cooperación al desarrollo descentralizada, la que llevan a cabo entes subestatales como comunidades autónomas, regiones administrativas... Euskadi fue en 2021, a nivel internacional, el territorio que más fondos destinó, ... 61 millones de dólares. Paul Ortega, director de la agencia desde hace más de una década, analiza la solidaridad vasca.
- ¿Por qué Euskadi es la región que más invierte en cooperación al desarrollo?
- Estamos ahí porque hay un compromiso muy fuerte desde hace mucho tiempo que surge de la sociedad civil. En los 80 hay muchísima movilización para dar fondos a la cooperación al desarrollo, para implicarse en los problemas de los países del sur. Fue una época de solidaridad y hay también una tradición muy fuerte de muchísimos ámbitos de la Iglesia católica en la solidaridad internacionalista. Eso canalizó el compromiso de las instituciones.
- Y esa solidaridad, ¿quién debe liderarla, las entidades o las administraciones?
- Nosotros tenemos un modelo muy participado. Hay un compromiso muy fuerte no solo del Gobierno vasco a través de la Agencia Vasca de Cooperación, sino también de las tres diputaciones, que tienen sus propias políticas, los ayuntamientos, Euskal Fondoa y las propias entidades.
- ¿Dónde está la cooperación vasca?
- Arranca con una conexión muy fuerte con Centroamérica y América Latina. Todavía estamos cerrando los datos del 2023, pero en 2022 en la agencia apoyamos 135 iniciativas en 33 países y canalizamos algo más de 44 millones de euros. Podemos decir que hemos llegado a acompañar a 900.000 personas directamente en nuestras iniciativas.
- La población del Gran Bilbao.
- Sí. Y las iniciativas que hace una organización en un territorio pueden tener un impacto indirecto mucho mayor. Aunque en la agencia tenemos una prioridad geográfica, que es África, y al menos el 25% de nuestras iniciativas, proyectos y fondos tienen que ir allí.
- ¿Por qué?
- Es la región del mundo con mayores necesidades y vulnerabilidades. Tenemos que ir construyendo un futuro conjunto y eso solo lo consigues si haces cosas juntos, con organizaciones africanas.
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- Más colaboración y menos donación.
- Claro. Antes teníamos una visión, la de que algunos países estamos muy desarrollados, tenemos un crecimiento económico importante y tenemos que ayudar a otros a que lleguen a nuestro nivel. Y la crisis ambiental nos hace ver que todos tenemos dificultades y desigualdades en nuestras sociedades. Hay unos retos comunes y tenemos que hacer una mirada compartida. Además, tenemos muchísimas más crisis humanitarias que hace diez años y de una complejidad y de una gravedad muy fuerte.
- Trabajar en lugares en conflicto no tiene que ser fácil. Y tampoco reaccionar a tiempo.
- Nosotros tenemos varias vías, aunque somos una agencia modesta. Cuando hay un terremoto o una catástrofe natural, hay una reacción de la ciudadanía, de los agentes a nivel global, y se canalizan fondos y ayuda de una manera mucho más rápida. Lo que detectamos es que quien tiene más dificultad para recibir apoyo y ayuda en la acción humanitaria son las crisis olvidadas, que hay muchísimas.
- ¿Por ejemplo?
- Ahora mismo tenemos Sudán, Etiopía, el Sahara, el conflicto palestino, que es tremendo... Son áreas en las que llevamos apoyando muchísimo tiempo a través de Naciones Unidas y otras organizaciones.
- ¿En qué cifras se moverá la cooperación en 2024?
- Solo la agencia contará con 55,5 millones de presupuesto. Pero hay también una aportación importante de otros departamentos. La cooperación descentralizada va a más.
- Pero no se destina el 0,7% del presupuesto.
- En 2023, el Gobierno vasco estuvo en el 0,41%. Estamos muy lejos, pero vamos a llegar. La nueva Ley de Cooperación y Solidaridad es más ambiciosa en el compromiso del 0,7% porque no está, como en la anterior, en una disposición adicional, sino en el propio articulado.
- ¿Y eso es garantía?
- Se están subiendo los fondos de cooperación. La mirada de la Agenda 2030 va a hacer que las instituciones, y también otros ámbitos de la sociedad, tengan un compromiso mayor con los retos de desarrollo sostenible. Alcanzar el 0,7% es fundamental. En el País Vasco hay una trayectoria de más de 30 años, muy potente, en cooperación pero lo mejor está aún por llegar, porque tenemos todavía capacidades que no las hemos puesto al servicio del desarrollo. La cooperación tiene un poder de transformación tremendo en nuestra sociedad, es el instrumento fundamental para no mirarnos el ombligo, nos da la posibilidad de comprometernos con otros.
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