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miguel ángel Alfonso
Miércoles, 14 de marzo 2018, 00:34
Enguantado y con un halcón sobre el brazo, así descubrieron los españoles a Félix Rodríguez de la Fuente (Poza de la Sal, Burgos, 1928; Shaktoolik, Alaska, Estados Unidos, 1980). La escena se produjo en 1962, en el programa 'Fin de Semana', que se grababa en ... el Paseo de la Habana para TVE. Su intervención fue breve, solo tres minutos hablando de cetrería, arte que él mismo había rescatado en nuestro país tras desempolvar los tratados medievales de caza de Pedro López de Ayala y el Infante Don Juan Manuel. Pero no dejó indiferente a nadie. «Es el español con mejor prosodia», lo describió al día siguiente en una crónica el popular periodista Joaquín Soler Serrano, después de que este demostrase una oratoria, una pronunciación y unos conocimientos fuera de lo común. Esos escasos segundos le valieron para que varios académicos de la RAE se plantearan incluso darle un asiento vitalicio en la institución. Pero sus botas no estaban hechas para la moqueta, sino para el monte. Y así lo fue siempre, desde su nacimiento, del que se cumplen hoy 90 años, hasta su muerte, hace 38. El mismo día en que cumplía 52 años.
Fue esa locuacidad la que le permitió licenciarse en Medicina, concretamente en la rama de estomatología, años antes. Un joven Félix, criado en el ámbito rural y con los conocimientos autodidactas que regala el contacto con la naturaleza virgen, solo aprobó tres asignaturas en primero de carrera, recién llegado a Valladolid. Pero en los exámenes orales sus notas se contaban por matrículas de honor. Claro, que la universidad solo era una excusa para contentar a su padre, notario de profesión. Él quería otra vida.
«Mi cariño por los animales es tan necesario para mí como respirar o comer. Tuve la fortuna de criarme en el campo y mi música fue la música de los pájaros; mi espectáculo, el espectáculo de los animales; y mis sueños, los de los lobos y las águilas», le gustaba decir al recordar su feliz infancia rural. Y ese fue uno de sus objetivos, los niños, a los que trataba como personas maduras con el fin de «sembrar una semilla para que el hombre del futuro defienda el planeta azul».
Félix, 'el amigo de los animales', ya había dejado la clínica dental en la que trabajaba para dedicarse por entero a la cetrería años antes de su primera intervención televisiva. En 1961 fue contratado como asesor en la película 'El Cid', rodada en España, en la que impresionó con su manejo de las aves rapaces a Charlton Heston y Sofía Loren. Un año después, fue designado por el Gobierno español para capturar dos halcones peregrinos y ofrecérselos como regalo al rey Saúd de Arabia Saudí. Los periódicos de la época le apodaron 'el cetrero mayor del reino'.
Ese título llamó poderosamente la atención de TVE y propició aquella primera aparición en la pequeña pantalla. Días después recibió una inesperada llamada desde la cadena para que recogiera un sobre como pago por el trabajo. «Me pareció algo asombroso, que me pagaran por hacer lo que más me gustaba. Fue cuando pensé que esta podía ser mi profesión», explicaba el naturalista en una entrevista.
1961 Trabaja como asesor de cetrería en la película 'El Cid', protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren.
1962 El Gobierno español le encarga capturar dos halcones peregrinos para ofrecérselos como regalo al rey Saúd de Arabia Saudí, que más tarde le financió un documental sobre cetrería.
1964 Primera aparición en TVE. Entró en los estudios con un halcón en el puño enguantado y, aunque se trataba de una simple entrevista de tres minutos para explicar los rudimentos de la cetrería, demostró ante la audiencia sus amplísimos conocimientos con tal pasión y oratoria que más tarde el popular periodista Joaquín Soler Serrano pidió para él un puesto en la Real Academia de la Lengua por ser «el español de mejor prosodia».
1966 Debuta en el programa ‘Televisión Escolar’ de TVE, donde se encarga de la clase de Zoología, presentado como ‘Félix, el amigo de los animales’, con el que se transforma en un personaje tremendamente popular.
1967 Salva a dos lobeznos de morir apaleados por pastores en El Bierzo y los cría. Comienza su cruzada por defender al animal y ‘la verdad del lobo’.
1970 Inicia la grabación de la serie documental ‘Planeta Azul’, que le daría relevancia mundial, sobre todo en la esfera hispanohablante.
1973-80 Graba para TVE la que será su obra magna: ‘El Hombre y la Tierra’. Se divide en tres partes: las series ibérica, suramericana y norteamericana.
1980 Muere en un accidente de avioneta en Shaktoolik (Alaska).
1983 Según una encuesta realizada por el naturalista Joaquín Araújo en las facultades de Biología, el 70% de sus estudiantes contestaron que decidieron elegir dicha carrera por la influencia de Rodríguez de la Fuente.
Cuando llegó a televisión, la España de entonces era la del desarrollismo y la construcción, que alumbró la mayoría de los barrios periféricos que hoy en día conocemos en las ciudades. El éxodo rural creo una generación de urbanitas que trabajaban en fábricas y que añoraban el campo que conocieron de pequeños. Ese fue el contexto en el que TVE le ofreció su primer programa, 'Televisión escolar', donde interpretaba al profesor de ciencias naturales que hablaba de la fauna y la flora por sus valores intrínsecos, al margen del económico, que era el único que primaba entonces.
«Félix fue un artista porque no solo nos dio el conocimiento, eso podemos encontrarlo hoy en cualquier enciclopedia, comprobar de forma fría cuánto mide un animal. Nos trasladó mucho más, lo que él sentía, la emoción humana, de forma escrita, por radio o en televisión. Eso es arte puro; igual que los pintores que pintan la naturaleza al natural, él definió palabras y términos que solo pueden hacerlo perfectamente personas que han trabajado en el campo. Marcó a nivel mundial a toda una generación por su capacidad de comunicación, por la pasión que ponía a sus mensajes. Su legado no va a acabar nunca», comenta a este periódico la bióloga y divulgadora Mónica Fernández-Aceytuno, que acaba de publicar 'El país de los pájaros que duermen en el aire' (Planeta), que también bebe de la influencia que sigue ejerciendo Rodríguez de la Fuente.
Los años pasaban y su popularidad no paraba de crecer, hasta el punto de poner en jaque uno de los dogmas de la Iglesia católica que imperaban en el régimen de Franco. En 1969, insistió a Adolfo Suárez, entonces director de RTVE, en que ya era hora de hablar de la teoría de la evolución de Darwin en su programa. «Me vas a meter en un lío», le contestó Suárez. Pero logró convencerle y en 1971, en un episodio de 'Planeta Azul', explicó el 'Origen de las especies'.
Por supuesto, eso no sentó bien en las altas esferas, «¡cómo iba a venir el hombre del mono!». Santos Beguiristáin, asesor religioso de TVE, escribió una carta a Félix para pedirle que «matizase, sin dar por seguro, que la evolución es un postulado científico». Pero el naturalista, de fuerte carácter, siguió en sus trece. «La evolución es un hecho comprobado hasta por los católicos», le respondió. La cadena solo lograría imponerse sobre él en una ocasión: nunca le dejaron criticar la tauromaquia, por la facilidad que tenía a la hora de influir en los espectadores. En aquella época ya era más popular que el propio Suárez.
«Le llegaron a censurar la palabra 'evolución' en uno de sus programas, fue la única vez que se atrevieron. Él hacía lo que se debe hacer, contar las cosas de manera que todo el mundo las entienda. Lo hacía con emoción y se implicaba, y eso es imprescindible para la divulgación científica. Yo era uno de esos niños de los años 70 fascinados por sus reportajes, por la manera en la que nos metía en la naturaleza. Entonces había muchas especies que se consideraban alimañas y Félix hablaba de que todos los animales estaban por una razón, para mantener el ecosistema. Nos hizo entender que todos necesitaban protección», recuerda Antonio Calvo, presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC).
Pese a las diferencias de criterio y a no ser el niño mimado de TVE, los directivos de la cadena sabían que «apostar por Félix era apostar por caballo ganador», como reconoce Luis Ángel de la Viuda, director del ente entre 1970 y 1973, que llegó a amenazar con marcharse si no le daban un programa al divulgador. Fue entonces cuando se estrenó 'El hombre y la Tierra', la obra magna de Félix Rodríguez de la Fuente.
Cada viernes, a las 22.00 horas, una sintonía con tambores de fondo que simulaban una llamada a la tribu para escuchar al chamán sonaba en la mayoría de los hogares de nuestro país. Los espectadores se quedaron fascinados con escenas de naturaleza que no habían visto nunca: el interior de una madriguera, el sonido de los corzos embistiéndose, la loba escondiendo a sus lobeznos de los cazadores, el águila cazando un muflón que le triplicaba en peso…
«Él veía la televisión como medio para aprender, para sorprender. Yo he intentado ser su alumno en ese sentido, aunque no le llego a la suela del tacón. La televisión no debería servir para crear zombis. Habrá algo de Félix siempre en nosotros, en aquellos niños que veíamos el programa. Una persona que iba tan en contra de muchos valores que hoy en día se publicitan, se me pone la carne de gallina al recordar a alguien que mereció la pena», señala Iker Jiménez, presentador de 'Cuarto Milenio' en Cuatro.
'El hombre y la Tierra' se vendió en los cinco continentes y llegó a ser el programa más visto en EEUU algunas noches. Allí, la voz en off era la del actor Lorne Green, protagonista de 'Bonanza'. 'Last of the wild' (como lo tradujeron) llegó a marcar un 12% de 'share'.
Además de triunfar en televisión, Rodríguez de la Fuente impulsó la conciencia ecológica en nuestro país. Con su influencia, creó la delegación española del Fondo Mundial para la Naturaleza, construyó un refugio de aves en Montejo de la Vega (Segovia) y acabó con las Juntas de Extinción de Animales Dañinos, que cazaban al lobo por considerarle un enemigo de los pastores. En 1965 logró salvar a dos lobeznos de un apaleamiento y los crió en compañía de su mujer, la francesa Marcelle Parmentier, y sus hijas Mercedes, Leticia y Odile.
Entonces descubrió que estos animales troquelados, es decir, criados desde pequeños, le podían ser útiles para usarlos en sus reportajes y conseguir escenas más espectaculares. Algo criticado por algunas voces, pero defendido por la comunidad científica. «Algunos estudiantes de Biología habían escogido la carrera por Félix, por eso se decepcionaban cuando en clase solo estudiábamos conchas de moluscos o anélidos. Pero él era un divulgador, y eso no le quita mérito. Hacía cine, como lo hacían Cousteau o Attenborough. Si hubiera ido al fondo de la ciencia, nadie hubiera visto su programa», apunta José Luis Viejo, catedrático de Zoología de la UAM y vocal de Real Sociedad Española de Ciencias Naturales. En una encuesta realizada en las universidades de Biología en 1983, el 70% de los alumnos declaró haber elegido la carrera por influencia de Félix.
En marzo de 1980, el divulgador se trasladó junto a un equipo de 'El hombre y la Tierra' a Alaska siguiendo los pasos del escritor Jack London. Quería rodar la carrera de trineos tirados por perros más importante del mundo: la Iditarod. La mayor parte de su gente viajaba habitualmente en la avioneta del piloto Tony Oney, una pequeña Cessna, pero ésta sufrió el 14 de marzo una pérdida de aceite y Félix, que tenía miedo a volar, decidió cambiar de aparato y tomó otro conducido por Warren Dobson, uno de los mejores pilotos de Alaska. Poco antes de montar, dicen que comentó: «Qué lugar más hermoso para morir». Tras despegar de Unalakleet, su aparato se estrelló en circunstancias extrañas cerca del pequeño pueblo de esquimales de Shaktoolik. Junto a él fallecieron el piloto, el camarógrafo Teodoro Roa y el ayudante Alberto Mariano Huéscar. Debido a la diferencia horaria, la noticia no llegó a España hasta el día siguiente.
«Yo fui el primero que llegué a su casa, porque tenía mi despacho allí. Recuerdo ver a su viuda y a sus hijas y estar durante todo el día recibiendo a gente. Estuvieron llegando toda la noche, fue un momento muy dramático, quedé muy abrumado. Félix era una persona con un talante muy duro, muy atrapada por su pasión. Eso en algunos momentos significaba que para él el resto de las cosas carecían de importancia cuando estaba trabajando. Fue el número uno y sigue siéndolo», rememora para este medio Joaquín Araújo, que colaboró con Rodríguez de la Fuente y al que TVE le encargó continuar con los proyectos inacabados que él dejó. En los meses siguientes, muchos niños entonaban la canción que Enrique y Ana compusieron con motivo de su fallecimiento: «Amigo Félix, cuando vayas al cielo, quiero ir contigo, a jugar un ratito».
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