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Ni pena, ni condescendencia, ni represalias, ni un trato diferente. Lo que busca Vita, agotada de tanto repetirlo ante cualquier micrófono, es que los protocolos ... protejan más y mejor a su hijo Antonio, víctima de una agresión en el instituto santanderino en el que cursa la Secundaria. «No es justo que mi hijo conviva en el mismo aula con esos niños, no tiene ninguna explicación», repite justo un día después de destapar en la televisión la situación que ha vivido su hijo. Lo contó el miércoles en 'El programa de Ana Rosa' y el caso estremeció ayer a todo el país.
En los vídeos grabados por los propios menores se ve cómo los agresores golpean con saña al joven, que sufre una parálisis cerebral que le obliga a desplazarse en silla de ruedas. Le pegan en la cabeza de forma reiterada, aunque la víctima trata escapar. Incluso cogen una silla para darle con ella. El ataque dura unos minutos eternos, según se puede comprobar en las imágenes. Fue la propia madre de Antonio quien descubrió la agresión cuando pilló a su hijo viendo el vídeo que los atacantes estaban difundiendo.
La Fiscalía ha abierto una investigación para esclarecer los hechos, mientras que los cuatro menores bajo sospecha han regresado a clase después de que el IES Torres Quevedo les expulsara cinco días. La dirección del instituto asegura que no puede hacer más hasta que se pronuncie la Justicia. El caso es que los agresores han vuelto al mismo aula donde cursa sus estudios la víctima.
Vita se declara totalmente abrumada por la repercusión del caso, así que antes de proseguir con su historia y con sus reivindicaciones subraya el siguiente mensaje: «Yo no quiero hacerle daño a nadie, no busco eso, no quiero eso. La violencia no es el camino que queremos». Dicho esto, pasa a exponer su gran temor: la ley no funciona, «los protocolos no funcionan». Madre de un chico con una discapacidad motora al que quiere transmitir su «amor por la vida», esta mujer se ha encontrado con que los procedimientos para abordar este caso se solapan entre sí y eso tiene consecuencias que no desea para su hijo casi quince días después de que se produjeran los hechos que denunció ante la Policía: «Me encuentro con que la ley no está funcionando, se pisa una ley con otra, una cosa con otra, y no hay inmediatez para proteger a quien lo necesita».
Vita no acaba de entender que haber emprendido un camino por la vía penal impida al centro educativo proseguir con el procedimiento disciplinario ordinario a los presuntos responsables de la agresión. Y, a pesar de que la consejería ha activado un protocolo de acoso escolar en el instituto con medidas de prevención y acompañamiento, ella encuentra insuficiente el margen de maniobra que les queda a todos los que pueden hacer algo por Antonio. «No es justo que mi hijo conviva con esos niños, no le encuentro ninguna explicación», lamenta.
Esta madre ha concedido un montón de entrevistas a televisiones, radios y periódicos, pero a partir de hoy desea que su entorno vaya recuperando la normalidad. «Quiero volver a mi pequeño mundo», expone con la voz quebrada. A buen seguro le costará más de la cuenta reengancharse a la rutina. Todo para tratar de superar un episodio de violencia que ha estremecido a todo el país y que ha provocado un reguero de condenas. Desde la Consejería de Educación cántabra -«Tenemos que trabajar para solucionar lo que ha sucedido y, sobre todo, para que no se vuelva a repetir», insistía ayer su titular, Sergio Silva-; a los partidos políticos, los sindicatos, asociaciones de todo tipo... además del aluvión de mensajes personales que le han ido llegando en señal de apoyo.
Y aunque no esconde que se siente algo agobiada por la enorme repercusión que han tenido sus palabras y el vídeo, Vita cree que difundir este episodio de violencia es importante para que «quien tenga en su mano mover estas cosas lo haga»; para que no se solapen los protocolos, los expedientes o los procedimientos, y para que «las madres no tengamos que hacer estas cosas, y podamos resolverlo todo como yo quería: sin sufrir nosotros y sin que sufrieran ellos», apunta en relación a los menores implicados y a sus familias.
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