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Marcharon gran parte de las codornices y llegaron las torcaces, como de costumbre en número importante. Un lujo al alcance de muchos cazadores. Y está ... bien que las cacen, porque sus poblaciones están al alza. Incluso muchas de ellas se sitúan en los árboles de cualquier lugar de Madrid para quedarse definitivamente. ¿Quién lo iba a decir hace muy pocos años? Entre los muchos interrogantes que genera la migración, se sabe por ejemplo que con matemática puntualidad y repitiendo un ciclo cuyo origen se remonta a la noche de los tiempos, infinidad de torcaces sobrevuelan nuestros montes para desplazarse también al sur peninsular donde muchas pasarán el invierno. Es el gran fenómeno de la migración. Millones de aves con su peculiar zurceo cruzarán las montañas del Pirineo Navarro por Roncesvalles, Valcarlos, Etxalar, La Demanda, Peñacerrada y otros montes. En esos lugares los cazadores las esperan pacientemente. No solo pasarán en octubre las torcaces, sino millones de zorzales, algareras grullas en geométricos bandos, anátidas, impresionantes ánsares y muchas aves migratorias que han escogido nuestra península como cuartel de invierno. A pesar de que en las poblaciones de torcaces se siga constatando una manifiesta progresión, a los cazadores vascos no se les permite cazar durante el periodo de retorno llamado contrapasa. Todo un despropósito.
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