Jóvenes que participan en aglomeraciones en la calle arremeten contra ertzainas y policías locales. Esta imagen se ha repetido, cada vez con mayor violencia, en las noches de verano en Euskadi. Las fuerzas de seguridad acuden a disolver botellones masivos prohibidos por ley y se ... ven atacados por vándalos que les lanzan piedras, botellas y todo tipo de objetos. Hasta trozos de mobiliario urbano que habían destrozado previamente. La situación se ha desmadrado hasta el punto de desatar la alerta entre vecinos e instituciones. En Lekeitio y Plentzia, donde el pasado domingo se registró una violación grupal a una joven getxotarra de 17 años que ha hecho saltar todas las alarmas, se ha llegado a prohibir la entrada para impedir la celebración de las 'no fiestas'. Las concentraciones multitudinarias de chavales de madrugada se han repetido a pesar de los fuertes controles policiales. Y queda por 'celebrar' este último fin de semana en ambos municipios que obligará a nuevos despliegues para evitar altercados.
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Patricia Insúa
Directora atención Psicológica UPV
Cuatro psicólogos y sociólogos reconocen que la pérdida del respeto a la autoridad y el consumo excesivo de alcohol influyen en la explosión de este fenómeno, aunque destacan otros factores como la dificultad de la juventud para gestionar la frustración e incluso el «efecto descorche» producido tras el toque de queda y las restricciones de movilidad que les impedían «socializar». Con todo, remarcan que los autores de estos ataques «son una minoría, porque la mayoría del colectivo está en contra de estas actitudes violentas». Además, confían en que su proliferación remita en breve, «con el final de las vacaciones».
Patricia Insúa, directora del Servicio de Atención Psicológica de la UPV/EHU, interpreta que los jóvenes exteriorizan «su hartazgo por la pandemia» a través de estas conductas de enfrentamiento. Pero, a su juicio, lo lamentable es que no lo hagan «por una falta de proyectos de futuro, por no tener trabajo o muy precario y les impide emanciparse: lo hacen simplemente porque no se pueden ir de fiesta». ¿La razón? Cree que las nuevas generaciones adolecen cada vez más de límites. «Se les permite todo y se convierten precozmente en individuos con todos los derechos y ningún deber». Y en su personalidad crece la «necesidad de satisfacción inmediata, lo quiero todo y lo quiero ya».
Begoña Isasi
Psicóloga experta en juventud
También subraya que, «sobre todo en la última década», hay una «legitimación del ocio nocturno asociado al consumo de alcohol y de sustancias». Al tiempo que se ha limitado la capacidad policial «y los jóvenes saben que no les va a pasar nada, se sienten impunes y se crea un limbo en el que todo vale». De ahí que, en su opinión, tras esta actitud violenta ella no vea ninguna ideología, sino «la pura gana de hacer el vándalo».
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Y, si a todo esto se le suma su «intolerancia hacia la frustración, que no saben gestionar», el cóctel está servido. Más con una pandemia que «ha multiplicado estos factores con restricciones que les obligaron a encerrarse en casa y dejar de verse con sus amigos».
Imanol Zubero
Sociólogo experto en cambio social
En esta cuestión, «en la ruptura del lazo social», es donde pone el acento la psicóloga Begoña Isasi. Experta en problemas en la adolescencia, subraya que a estas edades la socialización es «fundamental y los amigos lo más importante, con ellos van haciéndose mayores, desligándose de sus padres». Y asegura que, «donde no llega este lazo social, el ejercicio de la palabra, surgen las actitudes violentas». Lo que explicaría en parte la respuesta agresiva a los que intenten frenar sus ansias de libertad.
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Además, Isasi ve también el efecto de lo que se llamaron «los locos años 20». «Tras la Primera Guerra Mundial los supervivientes se lanzaron a las fiestas sin control», explica. El sociólogo Imanol Zubero lo denomina «efecto descorche». «En la sociedad, al ver el final del túnel, se destapa toda la energía contenida», subraya. Entonces se dispara la creatividad y, en algunos casos como ahora, también la violencia.
José Elías Trabada
Sociólogo experto en educación
Zubero considera que, además, a estos factores se suma el «ciclo de deslegitimación de los poderes públicos que viene desde la recesión de 2008». Un proceso que se ha acentuado entre los jóvenes, según el experto en sociología de la educación José Elías Trabada. No solo porque a estas edades son más proclives a absorber estas tendencias, «sino porque han sido los grandes olvidados de las administraciones en toda la pandemia y no se les debería criminalizar». No se les tuvo en cuenta en las medidas restrictivas que cortaron en seco la socialización, tampoco a nivel económico, «donde su situación laboral vuelve a ser muy preocupante», y ni siquiera con la vacunación. «Es cierto que hay colectivos vulnerables, pero ya en primavera se podía haber planificado un adelanto de las inoculaciones a los jóvenes en previsión de que con el fin de las clases y el verano iban a salir en tromba a la calle y a estar en cuadrilla», subraya.
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Este experto en sociología de la educación subraya además la lucha mental entre «las ganas de vivir, el Eros», y «el reto a la muerte, el Tanatos». Esto explicaría, en su opinión, su relajación excesiva en las medidas de prevención. «Los propios jóvenes están sufriendo y en Urgencias cada vez se ven más casos de intentos de suicidio y, sobre todo, de consumos muy exagerados», concluye Begoña Isasi.
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