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«Os confirmo que es maricón y está liado con fulanito». Lo dijo uno de los cuatro tipos acodados en la barra, desconocedores de que ... al fondo estábamos nosotros. Un amigo suyo puso en duda la información, así que añadió solemne «Hay pruebas, pero no le interesa que se sepa». Conocía muy bien al presunto gay y sabía que era mentira. Tengo otros amigos que lo son pero ese, precisamente, estaba a años luz de serlo. De hecho se había liado un par de veces con la pareja del bocazas. A punto estuve de acercarme y soltarle «Pues el maricón ese está ahora mismo con tu señora». Si no lo hice fue porque mi mujer me frenó.«Vas a destrozar una familia y no merece la pena». Tenía razón. Pero me quedé con las ganas. No solo hace 28 años, cuando pasó. También esta semana. Porque el mismo que soltó aquél bulo aseguraba que en el parking de Bonaire había cientos de muertos. Lo dijo ayer viernes, cuando hasta Iker Jiménez ha tenido que recular y pedir perdón ante las falsas informaciones vertidas en su programa sobre ese lugar. Pero daba igual. Al amante de las mentiras no le detiene la verdad. No quiero imaginar lo que escribirá en Internet. Si hay un planeta de embusteros y calumniadores es ese. Ojo, no todos son iguales. En el mundo de las fake-news o bulos hay cuatro grandes grupos.
Los conspiranoicos. Jamás creen en la versión oficial. Trump, por ejemplo, cuenta con muchos. Lo sabe y los utiliza. Pero no vayamos tan lejos. En esta DANA el listado de barbaridades es tan brutal como indecente. Mientras tecleo estas líneas tengo que convencer a una persona con estudios superiores, cabeza sensata y presuntamente informada de que el vídeo de los camiones frigoríficos saliendo del mencionado parking con muertos dentro es un montaje. Costó hacerle entender que su lógica indignación y enfado ante la inaceptable actitud de los gobiernos autonómico y central, amén del resto de la clase política y organismos que han aprovechado el drama para malmeter, no debía bloquear su sentido común. Más allá de lo que declare la policía, los bomberos o el ejército, está la legión de periodistas, afectados y voluntarios. Que estén confabulados para tapar algo así es absurdo. Sobre todo cuando más de uno y de una parecían desear que aparecieran miles de cadáveres. Mi amigo no es conspiranoico. Lo aceptó. Pero quien lo sea seguirá en sus trece. Así que pasemos al siguiente.
Los bocachanclas. A esa gente le da igual el tema. Opina bajo la elegante máxima «no tengo ni puta idea, pero pienso que...». Abundan entre los medios presuntamente serios. Aunque donde son hordas, y se comportan como tales, es en las redes. Ahí, bajo el anonimato, te hablan de un amigo de su cuñada, que trabaja en una tienda que hay en ese lugar, que ha visto muertos allí. Luego le pides el nombre de la cuñada y un número de contacto y te confiesa que en realidad no es ella la que lo ha visto, sino una amiga de otra amiga que tiene una cuñada que pasó por allí el jueves. Resultan dañinos, pero aún son peores los terceros de la lista.
Los interesados lo hacen por dinero, para hacer daño o lograr más likes y seguidores. Hay en ellos un tufo a alcantarillado político, a manipulación informativa o a interés económico. Y, a veces, a las tres cosas. Los del perfil político suelen están a sueldo de un partido, empresa o colectivo. Los de la manipulación informativa funcionan por cuenta propia, no olviden que hay mucho fanático, por una administración o por un gobierno local o nacional. Lo de lograr likes es cosa de los Influencers. Muchos venderían a su madre por sumar un seguidor y hacer caja. Que tengan encefalograma plano y argumentos inconsistentes es lo de menos. Su parroquia de acólitos les aplaudirá todas sus estupideces. Incluso sus poses en medio del barro, jugando a héroes solidarios y defensores de la verdad. Dan asco. Así que pasemos al cuarto gran grupo.
Los delincuentes. Crean contenidos, siempre falsos, morbosos, alarmantes y atractivos, para que pinchemos en su comentario o vídeo y lo difundamos. Al hacerlo expandiremos campañas, que siempre serán estafas, o ayudaremos a lanzar virus informáticos. Lo que suceda después dependerá de la capacidad de esa red criminal y de lo mucho o poco que entre usted al timo. Porque aquí, como en los casos anteriores, el bulo es un virus que busca expandirse. Y es fácil caer. Por las prisas, porque suena creíble o por su interés general. Por eso háganme un favor. Si les llega una información rara y no contrastada reflexionen y, antes de reenviarlo, apliquen el sentido común. De lo contrario colaborará con esa epidemia llamada mentira. La que está acabando con nosotros y nos enfrenta. Bastante dolorosa es la verdad. No hace falta añadirle más. Lo que nos lleva al principio. Me dan ganas de acercarme al bocazas que insiste en lo del parking de Bonaire para darle recuerdos de parte del tipo, que según él era maricón, a su señora esposa.
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