Garbiñe y los flacos de cerebro
Una periodista dice a una tenista que ha logrado grandes gestas si tiene algo que responder a quienes le critican por su nuevo físico
Jon Uriarte
Sábado, 27 de abril 2024, 00:41
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Jon Uriarte
Sábado, 27 de abril 2024, 00:41
Pongámonos en situación. La entrega de los premios Laureus. Lo que viene siendo los grandes galardones del deporte mundial. Aparece en la alfombra roja Garbiñe Muguruza. Una tenista que ha logrado grandes gestas. Le ponen los micrófonos delante y una periodista, repito, una periodista, ... le dice si tiene algo que responder a quienes le critican en las redes por qué ya no entrena y por qué su físico ha cambiado. Vamos, que ha engordado. Garbiñe estuvo elegante. Yo diría que en exceso. Y habló de que ahora quería disfrutar de la vida y que no machacarte a diario hace que, sí o sí, pilles kilos. Lo dijo con mejores palabras y con agradable tono. De ser un servidor, a esa periodista le habría respondido: «A los que dicen eso que les den y a ti tengo que darte un disgusto. Lo mío, si me apetece, tiene arreglo. Lo tuyo no. Eres tonta del culo».
Ya sé que de alguien como yo, que escribe una columna en un periódico como éste, se espera un despliegue literario más elegante. Pero hay gente a la que conviene dar el diagnóstico con palabras de barra de bar. A ver sí así se enteran. Porque, que en 2024, todavía haya alguien que, de todas las preguntas que puedes hacer a una deportista de élite, la que se te ocurre sea esa, es que tienes un grave problema. Y si crees que las redes sociales son un referente tienes dos. A veces pienso que tanto viaje al espacio buscando un planeta habitable es porque aquí ya no caben más tontos. Ni tontas. Que esa es otra. Era una periodista. Una mujer. Y ahora dirá que era una pregunta de interés general o que, por aquello de salvarse de las críticas, que lo dijo precisamente para que Muguruza se defendiera de tamaña estupidez.
Pero no cuela. Nuestra generación era y es una mierda. Es hora de asumirlo. No era mejor que la actual. Pero ese es el verdadero problema. Que la actual no nos ha mejorado. Al menos en eso de señalar al prójimo por su físico. De hecho un servidor hacía tele en los 90 y se plantaba con el micro en todas partes. Pues jamás, ahí está la videoteca, ni yo ni mis compañeros hicimos una pregunta tan casposa y soez a nadie. Pero se ve que el nuevo y flamante periodismo cree que lo que más nos importa de una tenista que acaba de anunciar su retirada es si lleva una talla más.
Resulta una cruel paradoja que en el país donde se crucificó al humorista Arévalo por sus chistes, incluso tras su muerte y con el cuerpo aún caliente, se considere normal que se pregunte a una persona sobre sus kilos ganados tras dejar el deporte de élite. Y luego nos extraña que en los colegios haya acoso escolar y en las redes se humille a alguien por su físico. Qué se puede esperar de una sociedad que, inmersos en el siglo XXI, sigue juzgando a la gente por su aspecto y no por su valía o legado. Vamos de modernos y criticamos a la gente tanto si pesa mucho como si pesa poco. Como se salga de lo considerado normal va a la hoguera de las críticas despiadadas. Que se joda por salirse del canon.
Y ves que una presentadora y un cantante tienen que hacer declaraciones para explicar el motivo de su delgadez o una tenista tiene que sonreír a una lerda que no entiende que el deporte de élite no es sano. Que lo normal no es estar fibroso, salvo que tu cuerpo venga así de serie, sino adecuado a tu complexión. Y Garbiñe es una mujer estupenda con las medidas y kilos que le de la gana. Al fin y al cabo, es su cuerpo y su vida. No la de esa periodista, ni la de los frustrados y limitados mentales que se dedican a criticar de forma anónima por Internet. Esa chusma que viene a ser el cotilla tóxico de toda la vida pero con mayor altavoz.
Dirán que exagero. Que hay temas más importantes sobre los que hablar. Si, pero no. Este es un asunto serio. Aquí no hay un problema de peso corporal, sino mental. Hay, y cada vez más, gente flaca de cerebro. No puede ser que a estas alturas sigamos criticando al resto porque está más o menos en su peso. Eso no se lo permito ni a mi madre. Así que imaginen lo que le habría dicho a esa simpática, ingeniosa y moderna periodista.
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