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Al final lo del curso para tener perro lo han dejado en barbecho. Es lo que tiene aprobar una ley más coja que una mesa vieja. Nació torcida y no ha mejorado. Ponerle como apellidos Bienestar Animal no bastaba. Dicen que servirá para evitar el maltrato animal ... . Ojalá. Y que azuzará a la responsabilidad de quienes tengan un animal. Lo dudo. No es que sea un pesimista. Tengo ojos y oídos. Y veo y escucho cosas que no apuntan en esa línea. Pero pongamos que funciona. Perfecto. Pues vayamos más allá. Si para tener un perro se necesita un cursillo, porque la decisión está tomada y solo falta darle forma, que para tener un hijo también sea necesario.
En Bilbao tenemos más perros que niños. Y no es solo cosa nuestra. Cito textualmente al INE, «en todo el Estado Español hay censados 9,2 millones de perros y 6,6 millones de niños». Si hablamos de gatos y otras mascotas la cosa se dispara. Por eso sigamos con los canes. He tenido perros. Ninguno era igual, ni yo estaba en las mismas condiciones mentales y operativas para criarlos. Ahora tengo gato y soy más responsable. Por eso, más de una vez, me he preguntado qué tal padre habría sido. Y me sorprende que haya gente con hijos que no hiciera en su día la misma reflexión. Si para tener a un perro en casa hace falta demostrar que vales para ello y pasar un curso, no entiendo por qué en la faceta más importante del ser humano, que es traer a un ser a este mundo y criarlo, no te pidan nada. Conducir exige pasar por dos exámenes. Uno teórico y otro práctico. Lógico, porque de tu forma de llevar el volante dependerán vidas. La tuya y la del resto. Pero tener un hijo depende, única y exclusivamente, de la capacidad reproductora. Curioso. Y es que resulta más fácil examinar a alguien sobre cuántas horas debe dejarse solo en casa al caniche que preguntarle sobre cuánto tiempo va a estar con su hijo en los momentos claves de su vida. Luego pasa lo que pasa. Habiendo menos niños y niñas que perros y perras tenemos más casos de agresiones graves por parte de los de dos patas que de los de cuatro. Esta semana, sin ir más lejos.
Cada vez que surge una noticia sobre agresiones, vejaciones, malos tratos, abusos o crímenes por parte de menores hacia otros menores, o a padres y madres, nos llevamos las manos a la cabeza y exigimos leyes y sistemas educativos que permitan erradicar dichas conductas. Como si los hijos nacieran como los champiñones.-Anda, cari, nos ha brotado un niño en la despensa. Pues habrá que quedarse con él-. Conozco a progenitores que tardaron más en pensar qué coche comprar que en lo que suponía traer a un ser humano a este mundo. Y, siendo lo más hermoso, debería merecer una pensada. Cosa que tampoco se puede pedir a cierta gente. Todos conocemos a personas que no deberían tener hijos. Pero la naturaleza manda y un lerdo y una lerda pueden procrear. Y si poniendo todos los sentidos, incluido el común, a veces la cosa sale mal imaginen cuando la pareja tiene menos seso que una boñiga. Ayer, sin ir más lejos, contemplé a una con su hija en la terraza de un restaurante. La nena era la niña del Exorcista, pero más terrorífica. Los pies en la silla de enfrente, mirada retadora, blasfemando como un borracho de arrabal y cabreada por algo que no llegaba a escuchar. Si con esa edad era así no quiero pensar lo que será cuando llegue a la adolescencia. Pero allí el único preocupado era yo. Padre y madre hablaban como si tal cosa y seguían comiendo. El camarero, que era veterano, esquivaba la zona como si caminara por un campo de minas. Por suerte, la niña se aburrió, tiró el vaso al suelo entre gritos y los padres no tuvieron más remedio que pedir la cuenta y largarse. Pasada la tempestad, hablé con el camarero. Les conocía desde antes de tener a la niña. Y no le extrañaba lo que veía. Incluido lo que acababa de pasar en esa terraza.
Al parecer la nena quería un perro. De una raza en concreto y esa misma tarde. Se negaron. Lo que duró la pataleta y el primer plato. Porque, mientras se iban, el camarero pudo escuchar al padre decir-Bueno, pero si lo compramos lo sacas tú antes de ir al cole-. Pobre criatura. Me refiero a él. Y a la madre, que asentía por detrás. Si creen que ese ser endemoniado va a levantarse media hora antes para sacar al perrito ya pueden esperar sentados. Han criado mal a una personita y ahora pretenden que se encargue de otro ser vivo. Es como ponerle a un lobo a cuidar ovejas. De ahí mis dudas. Porque ese hombre y esa mujer, de estar la ley completa, deberían haber hecho el curso para poder tener un perro. Y la niña también. Pero para ser padres no tuvieron que pasar una sola prueba. Y eso que bastaba con una. Preguntar al camarero. Yo lo hice. Y fue rotundo.-Yo a esos no les dejaba a su cargo ni un triste geranio-.
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