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Al César lo que es del César y a Miguel Ángel Majadas esta fotografía y su reflexión. Les hablo de un periodista madrileño, ya retirado ... y de larga trayectoria, que es colchonero pero vive rodeado de athleticzales. Además lleva la profesión por condena. Lo mira todo con ojos de plumilla y raro es el día en que no nos enviemos algún tema digno de ser comentado. Por eso consideré normal que me mandara la imagen de un kiosco de la Gran Vía, donde vendían una bufanda de Nico Williams. Hasta que descubrí que se trataba de la de Madrid, no la de Bilbao. Desde que empezaron a sonar los cantos de sirena con acento catalán Ibaigane saca el nombre o la foto de Nico a la primera de cambio. De ahí el error. Además, la había visto tan rápido que pasé por alto la bufanda de Mbappé. Pero allí estaban los dos. El ídolo francés que quería fichar todo el mundo y el rojiblanco por el que lanzaban suspiros estivales. Y fue precisamente esa imagen la que nos llevó a una charla que hoy quiero compartir. La de un nuevo caso Julen Guerrero. No pongan esa cara. Si siguen leyendo me entenderán.
Quienes vemos los partidos del Athletic en directo y luego en diferido, hay otras enfermedades peores, tenemos claro que el pequeño de los Williams es un jugador diferente. Hace cosas de crack y te puede cambiar un partido en una jugada. Pero también le hemos visto desfondarse a la media hora, no bajar a ayudar al lateral o perder balones que pueden ser letales. Lo normal en un chaval que se está formando. Pero hay una corriente, sobre todo fuera del territorio Athletic, que se empeña en subrayar su valía hasta cuando juega regular o incluso mal. A veces lees o escuchas la crónica de un periodista madrileño, catalán y de otros lares y parece que hayas visto otro partido. Quienes llevan años en el mundo de los medios y la comunicación saben que el mundo necesita héroes. Y nos encanta que se fijen en uno de los nuestros. Pero tiene su lado tenebroso. El peligro de que se le suba a la cabeza al protagonista o que el resto le metamos más prisa por ser lo que, todos deseamos, acabará siendo. Esto ya debería bastar para que tanto a Nico como a Lamine les dejáramos de aplaudir hasta los bailes. Pero hay algo más. Y vuelvo a lo de Guerrero. Parece que no aprendemos. Hemos olvidado la «Julenmanía».
Desde que la perla de Portugalete paseaba su melena rubia por esos campos no se había visto una pasión igual hacia un jugador del Athletic. No me refiero solo al ámbito deportivo. Hablo, sobre todo, del fenómeno fan. El partido del combinado español ante Suiza es la última prueba. Cada vez que Nico cogía la pelota el campo rugía. Parecía Bilbao, pero era Tenerife. Y llamaba la atención. Es sabido que a los partidos de selecciones acuden aficionados habituales y otros menos futboleros. Eso podría responder, en parte, a esos gritos y aplausos antes de tocar el balón. Será porque peino canas, pero me vino a la cabeza el caso Julen. Si no lo vivieron bastará con que buceen por Internet para descubrir lo que fue. Era tratado como un cantante o un actor de moda. Y eso el kioskero también lo sabe. Por eso la bufanda.
Podrá parecer un asunto baladí. Pero dice mucho de nuestra sociedad. Esa en la que también está el fútbol. Nico ha alcanzado el Olimpo de los elegidos. Si utilizan la imagen de tres jugadores para anunciar una plataforma televisiva o la Eurocopa él será uno de ellos. Total que una cosa lleva a la otra y su bufanda ha acabado junto a la de Mbappé, a escasos metros de la Cibeles. Me dice Miguel Ángel que va a preguntar sobre el número de ventas de ese producto en concreto. No hace falta. En el viejo Foro llevan comerciando desde la noche de los tiempos. Si está allí no es por casualidad. Es el año de Nico. Y sin irse del Athletic. Por eso tiene su hueco bajo las luces de navidad que están a la espera de ser encendidas. Es una buena noticia para nuestro Club. En el peor de los casos, si decide hacer las maletas, su precio subirá. De hecho lo está haciendo. Da igual que les digas que su hermano Iñaki metió más goles que él la temporada pasada y que va camino de repetirse. O que muchos pensamos que a fecha de hoy el imprescindible es el hermano mayor. Fallará goles, pero da muchos y ayuda como nadie al equipo. O que, desde que vino de la Eurocopa, el pequeño no está al 100%. Porque todo eso solo nos importa a nosotros. Para el resto Nico ya no es un jugador. Es una estrella. Por eso brillará, también lejos de Bilbao, en esta próxima navidad.
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