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Al lograr eliminar las capas de azúcar que rodean a un tumor sólido, una nueva técnica mejora la inmunoterapia contra el cáncer de mama, de próstata y el melanoma, entre otros. Cuando cae ese obstáculo, las células T «pueden destruir las células tumorales de manera ... más efectiva», según un estudio del centro de investigación Scripps Research y la Universidad de Rutgers, ambas en Estados Unidos. El 90% de los tumores diagnosticados son sólidos y estos resultados abren una vía para un tratamiento más efectivo.
Las células T, que «matan» el cáncer, pueden «acercarse a sus objetivos, lo que mejora drásticamente la destrucción de células tumorales», indica el artículo publicado esta semana en 'Nature Biomedical Engineering'.
La investigación realizada en modelos de ratón significa un avance para un tipo de cáncer que suele resistir a tratamientos que sí son efectivos para los tumores sanguíneos, por ejemplo. Al edificar un tumor sólido, el cáncer construye «una fortaleza física a su alrededor para impedir que las células inmunitarias entren y ataquen», explican los científicos, que fusionaron una enzima (sialidasa) con moléculas de células T (Bite).
Esa «fortaleza» se compone de capas de moléculas de azúcar, como el ácido siálico, que eran «derribadas» por la acción de la nueva técnica con «células asesinas naturales» de tumores. «Los tumores sólidos forman un microambiente a su alrededor que es inmunosupresor», explicó Peng Wu, investigador de Medicina Molecular y autor principal del trabajo.
Las inmunoterapias han tenido un «éxito limitado» con este tipo de cáncer, afirman los autores del artículo. Pero ahora «simplemente cortando un solo azúcar que se sobreexpresa en la superficie de las células tumorales, podemos lograr enormes mejoras», mantuvo Zhuo Yang, que también participó en el estudio. «No esperábamos ver efectos tan espectaculares».
De momento, «todos los medicamentos aprobados para las moléculas activadoras de células T son contra tumores sanguíneos», afirman los autores del artículo. En el laboratorio, los ratones experimentaron un crecimiento tumoral más lento o con tumores más pequeños, lo que les daba más probabilidades de sobrevivir.
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