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Al gran don Miguel de Unamuno se le atribuyen dos citas que han pasado a la historia: «Venceréis, pero no convenceréis», y la menos afortunada «Que inventen, pues, ellos», que el intelectual bilbaíno pronunció en 1906, el mismo año en que el gallego José Valle Armesto se sacó de la chistera el abrelatas, que hoy todos tenemos en el cajón de la cocina, y tres años antes de que otro español, el ingeniero manchego Mónico Sánchez, hiciera lo propio con la máquina portátil de Rayos X.
Muséu del Pueblu d'Asturies
El abrelatas de José Valle Armesto se comercializó bajo la marca de ‘El explorador español’ y tenía (y sigue teniendo) diferentes funciones
Destornillador de punta plana
Perforador
Abrebotellas
Filo
El propio Mónico Sánchez, ingeniero eléctrico español, posó para esta foto publicitaria utilizando su revolucionario aparato de alta frecuencia
Archivo de los Herederos de Mónico Sánchez (MUNCYT)
El abrelatas de José Valle Armesto se comercializó bajo la marca de ‘El explorador español’ y tenía (y sigue teniendo) diferentes funciones
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Muséu del Pueblu d'Asturies
El propio Mónico Sánchez, ingeniero eléctrico español, posó para esta foto publicitaria utilizando su revolucionario aparato de alta frecuencia
Archivo de los Herederos de Mónico Sánchez (MUNCYT)
El abrelatas de José Valle Armesto se comercializó bajo la marca de ‘El explorador español’ y tenía (y sigue teniendo) diferentes funciones
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El propio Mónico Sánchez, ingeniero eléctrico español, posó para esta foto publicitaria utilizando su revolucionario aparato de alta frecuencia
Archivo de los Herederos de Mónico Sánchez (MUNCYT)
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El abrelatas de José Valle Armesto se comercializó bajo la marca de ‘El explorador español’ y tenía (y sigue teniendo) diferentes funciones
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El propio Mónico Sánchez, ingeniero eléctrico español, posó para esta foto publicitaria utilizando su revolucionario aparato de alta frecuencia
Archivo de los Herederos de Mónico Sánchez (MUNCYT)
Mucho ha llovido desde entonces y afortunadamente el «que inventen ellos» no ha impedido que en todos estos años, y también en siglos anteriores, miles de patentes españolas hayan ayudado a engrasar los motores de nuestra industria y, por qué no, a hacer del mundo un lugar mejor.
Entre los inventos 'made in Spain' siempre se han citado la bota de vino, la fregona, el chupa chups (o más exactamente la idea de pegar un caramelo a un palo), el abanico, el sacapuntas, la aceitera antigoteo, la guitarra española, las castañuelas, o uno que fue la leche: la lechería rodante creada en 1865 por la madrileña Fermina Orduña, la primera mujer española en patentar un invento. Hay otros más actuales, como los dispensadores de zumo exprimido, el escanciador de sidra eléctrico o el cabezal difusor para la ducha.
Fermina pretendía llevar a los clientes un producto de calidad, con un buen trato del ganado lechero y una distribución rápida e higiénica
La leche se guardaba en un vaso de cristal hermético y se sumergía en agua caliente para conservarla a la temperatura de la ubre
Campana para avisar a los compradores
Los animales entrarían por una rampa
Estaría tirada por caballos
Fermina pretendía llevar a los clientes un producto de calidad, con un buen trato del ganado lechero y una distribución rápida e higiénica
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Fermina pretendía llevar a los clientes un producto de calidad, con un buen trato del ganado lechero y una distribución rápida e higiénica
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Los animales entrarían por una rampa
La leche se guardaba en un vaso de cristal hermético y se sumergía en agua caliente para conservarla a la temperatura de la ubre
Fermina pretendía llevar a los clientes un producto de calidad, con un buen trato del ganado lechero y una distribución rápida e higiénica
Campana para avisar a los compradores
Los animales entrarían por una rampa
La leche se guardaba en un vaso de cristal hermético y se sumergía en agua caliente para conservarla a la temperatura de la ubre
Hubo importantes inventos 'marca España' que innovaron la atención sanitaria como la jeringuilla desechable, y que revolucionaron la cocina doméstica, como la minipímer, obra del diseñador industrial Gabriel Lluelles, que la llamó así por su pequeño tamaño comparado con las grandes batidoras de los años 50 (mini) y la marca Pimer, nombre de la primera empresa que fabricó estos aparatos: Pequeñas Industrias Mecánico Eléctricas Reunidas.
Gabriel Lluelles, junto al ingeniero alemán Rudibert Götzenberger, creó en 1959 la primera batidora con brazo, que redujo el peso del aparato predecesor, la Turmix, de 3 kilos a 1 kilo
Gabriel Lluelles, junto al ingeniero alemán Rudibert Götzenberger, creó en 1959 la primera batidora con brazo,
que redujo el peso
del aparato predecesor, la Turmix, de 3 kilos
a 1 kilo
Gabriel Lluelles, junto al ingeniero alemán Rudibert Götzenberger, creó en 1959 la primera batidora con brazo, que redujo el peso del aparato predecesor, la Turmix, de 3 kilos a 1 kilo
Gabriel Lluelles, junto al ingeniero alemán Rudibert Götzenberger, creó en 1959 la primera batidora con brazo,
que redujo el peso
del aparato predecesor, la Turmix, de 3 kilos
a 1 kilo
Y también hubo descubrimientos mucho más sofisticados sin los cuales el mundo no habría avanzado como lo ha hecho. Hablamos, por ejemplo, del primer submarino eléctrico, ideado por Isaac Peral en 1888; del autogiro, 'craneado' por Juan de la Cierva en 1923, y cuyos principios de ala giratoria permitieron el posterior desarrollo del helicóptero; del primer prototipo del traje de astronauta ideado por el granadino Emilio Herrera en 1935, o de la enciclopedia mecánica, considerada la precursora del actual libro electrónico, ingeniada en 1949 por la maestra ferrolana Ángela Ruiz Robles (Doña Angelita), una adelantada a su tiempo sin ningún género de duda. Todos ellos son casos de éxito que ocupan un lugar privilegiado en la historia.
El autogiro, inventado por el ingeniero español Juan de la Cierva, sobrevuela Madrid (1934)
El autogiro, inventado por el ingeniero español Juan de la Cierva, sobrevuela Madrid (1934)
El autogiro, inventado por el ingeniero español Juan de la Cierva, sobrevuela Madrid (1934)
El autogiro, inventado por el ingeniero español Juan de la Cierva, sobrevuela Madrid (1934)
Los españoles no dejan de inventar cosas y de registrarlas en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM). Lo hacen a través de patentes y modelos de utilidad, que es como se llaman las invenciones nacionales en función, entre otras cosas, de la duración de la protección, 20 años para las patentes, y diez para los modelos de utilidad que, para entendernos, son como patentes de menor rango.
La OEPM concede un título que reconoce el derecho a explotar en exclusiva la invención protegida, así como el de impedir a otros su fabricación, venta o utilización sin consentimiento del titular. La Oficina tiene un viejo antecesor, nada menos que en el siglo XV, los llamados 'privilegios de invención', un derecho que otorgaba la reina Isabel Católica y confería al inventor la posibilidad de utilizar su creación de forma exclusiva durante 20 años.
El primero de ellos (o sea, la primera patente) data de 1478 y se lo concedió en Sevilla la soberana a su médico personal, Pedro Azlor, que desarrolló un nuevo sistema de molienda en grano. La OEPM conserva en su archivo desde el privilegio de invención número uno hasta la última solicitud realizada ayer. Entre ellas, por ejemplo, figura inscrita con la patente número 190.698 el antecesor del 'ebook' de la formidable Doña Angelita o como ella lo llamó: «procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros».
La enciclopedia se guardaba en un maletín
6 cm
22 cm
Cada bobina correspondería a una lección y serían intercambiables
24 cm
Con una rueda en la parte trasera, los alumnos eligen los caracteres de sus respuestas
La patente prevé un espacio en la parte inferior para incluir un dispositivo magnetofónico
La enciclopedia se guardaba en un maletín
Cada bobina correspondería a una lección y serían intercambiables
6 cm
22 cm
24 cm
Los alumnos eligen los caracteres de sus respuestas con un selector en la parte trasera
La patente prevé un espacio en la parte inferior para incluir un dispositivo magnetofónico
La enciclopedia se guardaba en un maletín
6 cm
22 cm
Cada bobina correspondería a una lección y serían intercambiables
24 cm
Con una rueda en la parte trasera, los alumnos eligen los caracteres de sus respuestas
La patente prevé un espacio en la parte inferior para incluir un dispositivo magnetofónico
La enciclopedia se guardaba en un maletín
Cada bobina correspondería a una lección y serían intercambiables
6 cm
22 cm
24 cm
Los alumnos eligen los caracteres de sus respuestas con un selector en la parte trasera
La patente prevé un espacio en la parte inferior para incluir un dispositivo magnetofónico
Cada año la OEPM recibe nuevas solicitudes de patentes que visibilizan el esfuerzo de inversión e innovación de los inventores españoles: empresas, instituciones (sobre todo universidades) y particulares. Desde 2015, cuando la ley de patentes se hizo más exigente, se venían registrando entre cuatro y cinco mil invenciones nacionales, un número que descendió en 2022 a 3.827 (unas 600 menos que en 2021) y que fuentes de la OEPM atribuyen a los vaivenes económicos que marcaron el pasado año.
Pero en la Oficina piensan que el árbol no debe impedir ver el bosque, por lo que han recopilado casos de éxito de los últimos años que han apostado por la innovación tecnológica. Entre esos inventos que han seducido a los mercados nacional y extranjero aparecen, por ejemplo, los envases ecológicos de la empresa alicantina Indesla, o el 'Scoobic'. Creado por la empresa sevillana Passion Motorbike Factory, se trata de un triciclo 100% eléctrico adaptado para el reparto urbano de última milla pero con la capacidad de carga de una furgoneta.
El mayor inventor español es el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), al que pertenece una patente que recicla fibra de carbono y de vidrio en materiales compuestos (como la pala de un aerogenerador o el fuselaje de un avión) para su reutilización.
En los últimos diez años, además, tres españoles han sido reconocidos con el premio a mejor inventor del año: en 2013 el ingeniero burgalés José Luis Gómez ganó el llamado 'Oscar' de la tecnología por un sistema que permite a los trenes Talgo (otro invento patrio) a circular con más seguridad y confort especialmente en las regiones montañosas; en junio de 2019, la gran bioquímica española Margarita Salas, una pionera en el campo de la genética molecular, recogió el premio a toda una carrera que entrega la Oficina Europea de Patentes.
Salas, que murió en noviembre de ese mismo año, dedicó buena parte de sus cinco décadas de carrera profesional a replicar de una forma más rápida, simple y fiable rastros de ADN en cantidades lo suficientemente grandes como para realizar pruebas genómicas completas, una invención ampliamente utilizada ahora en oncología y medicina forense.
CSIC
Elena García Armada ha diseñado el primer exoesqueleto infantil adaptable del mundo
CSIC
Elena García Armada ha diseñado el primer exoesqueleto infantil adaptable del mundo
Elena García Armada ha diseñado el primer exoesqueleto infantil adaptable del mundo
Elena García Armada ha diseñado el primer exoesqueleto infantil adaptable del mundo
Y el pasado año, la ingeniera industrial Elena García Armada (Valladolid, 52 años) ganó el premio del público al Inventor Europeo 2022 por su desarrollo del primer exoesqueleto pediátrico, una solución que permite caminar a los niños en silla de ruedas durante las sesiones de rehabilitación. Especializada en el diseño de robots orientados a la industria, un día de 2009 se encontró con Daniela, una niña que quedó tetrapléjica después de sufrir un accidente de tráfico, lo que la decidió a reenfocar su trabajo hacia dispositivos como el exoesqueleto pediátrico con el que ha deslumbrado a medio mundo.
Afortunadamente ni José Luis, ni Margarita ni tampoco Elena, seguramente lectores de Unamuno, hicieron caso en todo al gran don Miguel. Aquí también se inventa. Que quede patente.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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