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La red social Instagram reactiva la cuenta de Cristina Fallarás, la periodista que ha desvelado las acusaciones contra Íñigo Errejón por violencia machista y que ha desencadenado la dimisión del que fuera portavoz de Sumar. «Me ha llamado la directora de META para pedirme disculpas», ha publicado la comunicadora después de que su perfil fuera clausurado temporalmente debido a «un aluvión de denuncias».
«No nos callarán, pero tengo la sensación que nos están dejando sin vías de expresión. Otros contenidos no nos molestan pero nuestras vidas sí», había denunciado tras enterarse esta mañana de la suspención porque «la cuenta o la actividad en ella no cumplen nuestras normas comunitarias», explicaba entonces el mensaje de la red social.
Su cuenta desapareció durante casi cuatro horas cuando se trataba de rastrear en el buscador de la red social. Tampoco era posible acceder a través de Google. Al pinchar el el perfil, Instagram indicaba que la página «no está disponible». En un vídeo publicado por Público, Fallarás había calificado la suspensión de su cuenta como «acto de violencia cerrar y callar el testimonio de tantas mujeres». «Sé bien que ni Twitter ni Instagram están creados para eso, pero no es inocente. Hay contenidos violentos en las redes y, sin embargo, cierran una cuenta donde se estaban publicando los testimonios del daño que reciben las mujeres. Es un acto de censura contra nuestro relato», sentencia.
«La cuenta de Cristina Fallarás es un espacio seguro para todas nosotras. Cerrarla es un castigo a Cristina y a todas las mujeres que rompen el silencio y un intento de que dejemos de hablar. ¿Por qué Instagram se pone del lado de la impunidad», ha denunciado la eurodipitada de Podemos, Irene Montero.
La periodista publicó a través de Instagram un testimonio anónónimo el pasado lunes en el que se hablaba de «un político muy conocido». Pronto, las redes sociales comenzaron a poner el foco sobre el que hasta esta semana ejercía como portavoz de Sumar en el Congreso. El relato habla de «un maltratador psicológico, un verdadero psicópata, un verdadero monstruo». «Me habían avisado del trato que le daba a las mujeres, pero dada su posición política no podía creerme que eso fuera verdad», añadía la presunta víctima. Las denuncias ahondan incluso de su comportamiento al mantener relaciones sexuales. «Su forma de tener sexo te marca y no lo olvidas jamás (...). Te pide hacer prácticas humillantes y cuando te niegas te monta números. El indignado social nunca saca la cabeza el 8M, ni cuando hay algún caso de abuso sexual. Intuyo que sabrá que puede estallarle en la cara cualquier día».
Según defiende Sumar, a raíz de estas publicaciones abrió una investigación a inicios de semana. Fuentes de Más Madrid, partido al que pertence Errejón y que forma parte de este conglomerado de izquierdas que tiene a Yolanda Díaz como cabeza visible, señalaron que se reunieron con el político, que reconoció que las acusaciones eran ciertas. Fue el jueves cuando anunció su su renuncia a la portavocía del Congreso y su retirada de la vida política porque, defendía, «he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona». En el comunicado no reconoce explícitamente lo sucedido y habla de «una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo».
A raíz de la dimisión, se materializó la primera denuncia presentada contra el político. La presentadora Elisa Mouliaá lo hizo público primero en las redes sociales y después, a última hora del jueves, acudió a comisaría. En el documento, la mujer relata un encuentro que terminó, según relata, en una situación de violencia secual. Había conocido al político por Instagram y acudió a la presentación de un libro, hasta que acabaron en casa de unos amigos de Errejón. Cuando entró en una habitación, «él echa el pestillo y comienza a besarla y tocarla por distintas partes de su cuerpo». «Acto seguido, empujó a la dicente sobre la cama, se sacó su miembro viril y comenzó a lamer la zona de los pechos», detalla el documento presentado ante la Unidad de Atención a la Familia y Mujerde la Policía Nacional. Posteriormente, a través de una aplicación de mensajería, Mouliaá explicó a una amiga que «se sintió paralizada y que no consintió nada de lo que sucedió».
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