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Las infinitas lágrimas de Aitziber

Las infinitas lágrimas de Aitziber

El Piscolabis ·

«Cuando el llanto en una residencia tiene valor de familia»

Sábado, 27 de noviembre 2021, 00:02

No era su madre ni su abuela. Tampoco había sangre o apellido compartido. Pero lloraba. Lo hacía con la congoja de quien intenta esconder el llanto. A su lado, el hijo de la mujer que había fallecido derramaba lágrimas de luto. Y también de cariño. ... La culpa la tenía aquella joven que había convertido su forma de ser en profesión. De ahí el llanto compartido y la razón de estas líneas. Algunos somos de lágrima seca. Caen. Pero no se ven. Salvo aquella tarde con cara de noche. La elegante entrada de la residencia se mostraba salpicada de almas en sillas de ruedas, sobre todo mujeres, que nos observaban como se mira cuando ya lo has visto todo. Es una excelente residencia. De las que parecen hotel. Pero yo no podía evitar verlas como un aparcamiento antes del último viaje. Hasta esa tarde. Cuando vi las lágrimas de Aitziber.

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