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ANTONIO PANIAGUA
Jueves, 9 de enero 2020, 00:44
Pilar de Borbón, infanta de España y hermana mayor del Rey Juan Carlos, murió ayer en la Clínica Ruber Internacional de Madrid a los 83 años de edad a causa de un cáncer de colon. A raíz de la enfermedad, la tía de Felipe ... VI tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en febrero del pasado año y someterse a un tratamiento de quimioterapia. La duquesa de Badajoz estuvo acompañada en todo momento por sus cinco hijos. Antes de la defunción, doña Pilar había recibido la visita de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía y de su hermana, la infanta Margarita.
De temperamento espontáneo, Pilar de Borbón nació en la ciudad francesa de Cannes el 30 de julio de 1936 y se crió en el exilio de Estoril (Portugal), donde se afincó su padre, don Juan de Borbón. Estudió Enfermería y era una apasionada de la música y la hípica. Hablaba inglés, francés, portugués e italiano. Mujer locuaz, cercana y con un reconocible carácter, la infanta representó a la monarquía en diversas ceremonias en el extranjero y dedicó gran parte de su tiempo al Rastrillo, el mercadillo solidario con el que se allegaban fondos para la ONG Nuevo Futuro, que ampara a niños sin hogar. Presidía esta asociación desde hace 40 años.
No conoció España hasta los 21 años, cuando hizo un breve viaje a Sevilla para asistir al entierro de su abuela materna, doña Luisa de Orleans. Portugal era su segunda patria. Allí tuvo que desplegar sus destrezas de enfermera de manera improvisada cuando se desplomó una marquesina en la estación de Cais do Sodré (Lisboa), un accidente que causó 50 muertos y numerosos heridos.
De no haber existido la preferencia del varón sobre la mujer en el acceso a la Corona, la infanta Pilar habría heredado el trono. Sostener el cetro no encajaba, sin embargo, con sus aspiraciones. «Pobre España, ¡de buena se ha librado!», decía con ironía. Orgullosa del mandato de su hermano y del de su sobrino, no se mordía la lengua. Fue una de las pocas personas del entorno de la monarquía que se pronunciaron sobre los avatares de Iñaki Urdangarin, condenado por el 'caso Nóos'. Antes de que se conociera la sentencia, abogó por la presunción de inocencia de su sobrino político. «Nadie es culpable hasta que lo digan los jueces, con lo cual... ¡a callar!», instó.
Cuando era joven, su padre intentó que surgiera el amor entre doña Pilar y el rey Balduino de Bélgica. Con ese fin, se trasladó al país llevando a Fabiola de Mora y Aragón como acompañante. Ya se sabe cómo terminó la historia y quién acabó como esposa de Balduino.
Estuvo casada con el aristócrata Luis Gómez-Acebo, quien falleció a los 56 años en 1991 a causa de una leucemia. Al contraer nupcias tuvo que renunciar a sus derechos sucesorios por tratarse de un matrimonio morganático, dado que el novio no pertenecía a una familia real. Su enlace, celebrado en el Monasterio de los Jerónimos de Belém, en Lisboa, acabó convirtiéndose en una fiesta monárquica a la que acudieron cuatro mil españoles. Con motivo de la boda, Don Juan le otorgó el título de duquesa de Badajoz. La pareja tuvo cinco hijos: Simoneta (1968), Juan, (1969), Bruno (1971), Beltrán (1973) y Fernando (1974).
Tras el viaje de novios, doña Pilar fijó su residencia en Madrid. Fue a partir de entonces cuando se dedicó a tiempo completo a participar en actividades solidarias: presidía mesas petitorias de Cruz Roja o de la Lucha Contra el Cáncer, organizaba galas benéficas para las víctimas de catástrofes y patrocinaba bazares a beneficio de la tercera edad.
«Me pregunten lo que me pregunten, contesto lo que me da la gana. Ahora, con 83 años, no me corto un pelo», aseguraba hace poco la duquesa de Badajoz. Prueba de ello es que cuando se estrenó la serie de televisión que recreaba la vida de don Felipe y doña Letizia en 2010, no ocultó su disgusto. A su entender los personajes se parecían a los entonces príncipes «como un huevo a una castaña».
Procuraba no leer los cotilleos que la prensa del corazón publicaba sobre los Borbones. En un ejercicio de franqueza, aseguró que las revistas del papel couché se dedicaban más a propalar «chorradas» que a informar. Por añadidura, conocer las comidillas sobre su familia le parecía algo «pornográfico», dado que se «desnuda a la gente en público hablando de cosas que no conoce nadie».
Amante de los caballos, fue presidenta de la Federación Ecuestre Internacional entre 1994 y 2005. Doña Pi, como la llamaban su allegados, confirmó el compromiso de Felipe de Borbón con Letizia Ortiz. Y es que, pese a sus recelos hacia la prensa, estaba acostumbrada a lidiar con ella. Ocurría a veces que antes de que los comunicados oficiales de La Zarzuela llegaran a las redacciones, ella ya había avanzado el asunto a los periodistas.
La duquesa de Badajoz, que compartía con su hermano Juan Carlos su campechanía y una cadera maltrecha, sufrió su particular 'annus horribilis' en 2016, cuando se publicó que mantuvo una sociedad opaca en el paraíso fiscal de Panamá durante 40 años. Pero ella siguió a lo suyo.
Tanto su casa de Madrid como la de Mallorca fueron puntos de encuentro donde se reunía toda la familia. Nunca faltaba a la comida de Navidad en el Palacio de la Zarzuela con los otros Borbones, después de asistir a misa.
Desde que murió en el año 2000 su madre, María de las Mercedes, doña Pilar se convirtió en el alma y puntal afectivo de la familia. Nunca se sabrá lo que verdaderamente pensaba, ya que declinó todas las ofertas que le hicieron para publicar sus memorias.
Los reyes Felipe y Letizia acudieron ayer por la tarde a la capilla ardiente de la duquesa de Badajoz, instalada en su domicilio, situado en una urbanización de Puerta de Hierro, en Madrid.
El recién elegido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, transmitió su pesar a los Reyes. «Mi pésame, y el de todo el Gobierno, al rey Felipe VI, a su padre don Juan Carlos y a toda la Familia Real por el fallecimiento de la Infanta Doña Pilar de Borbón. Lamentamos su pérdida», dijo en un mensaje en Twitter. También Pablo Casado expresó sus condolencias a la Casa Real en nombre del PP. «Una gran Infanta española que ha dedicado su vida a proyectos sociales. Descanse en paz». Ciudadanos y otros partidos, como Vox, también se sumaron a los mensajes de pésame.
La infanta doña Pilar será incinerada en la más estricta intimidad, según reveló ayer a la revista 'Vanity fair' Mayte Spínola, una de sus amigas más íntimas. La urna con las cenizas (algo excepcional en la historia de la monarquía española reciente) será depositada en el panteón que los Gómez-Acebo tienen en el cementerio de San Isidro, en Madrid. La infanta descansará al lado de su marido, Luis Gómez-Acebo, duque de Badajoz, fallecido en 1991 a los 56 años tras sufrir un cáncer linfático. El funeral público, aún sin fecha concreta, se celebrará en los próximos días en el monasterio de El Escorial.
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