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Después de la tensión desatada este domingo en Paiporta durante la visita de los Reyes, los presidentes del Gobierno y del Consell valenciano y otras ... autoridades, este lunes se ha hecho público que los monarcas regresarán a la zona cero de la visitar alguno de los municipios arrasados por la DANA con la intención de estar cerca de los afectados y volver a mostrarles su respaldo. Según informa Las Provincias, el Ayuntamiento de Chiva, una de las localidad que la comitiva tenía previsto visitar ayer, indicó en redes sociales que había recibido el compromiso de la Casa Real para que los Reyes visitasen la localidad «próximamente», por lo que puede ser el lugar al que acudan en los próximos días.
Felip VI y Doña Leticia enfrentaron este domingo una situación inaudita durante su visita a uno de los empicentros de la catástrtofe. Eran las 12.20 horas de la mañana cuando los Reyes llegaron a la base operativa de l'Eliana, a las afueras de Valencia, donde se coordina el operativo que combate los efectos de la riada que el martes arrasó la provincia. Felipe VI, que el mismo miércoles ya había trasladado su pesar al pueblo valenciano, conmocionado por la peor catástrofe natural de la historia de España, acudió con la reina a conocer con más detalle la estrategia desplegada para socorrer a los damnificados. La visita incluía un recorrido por uno de los municipios más afectados, Paiporta, donde los vecinos, voluntarios y fuerzas de emergencia se emplean en la difícil tarea de recuperar la normalidad. Una visita desbordante de tensión que devino en uno de los momentos más críticos de su reinado.
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La indignación popular se desató al paso de la comitiva, formada también por el presidente Pedro Sánchez y Carlos Mazón, jefe del Consell. Una lluvia de barro y otros objetos, lanzados por un grupo de vecinos, complicó la visita hasta hacerla imposible de acuerdo con el programa previsto. Lo que sigue es el relato de un capítulo abierto ayer para la historia reciente de España.
La comitiva encabezada por Felipe VI y Letizia tenía una cita con Paiporta, el municipio donde las víctimas mortales del temporal se cuentan por decenas y su paso dejó un paisaje desolador, con gravísimos daños materiales y una sensación generalizada de desesperanza. Pasaban unos diez minutos de las 13.00 horas cuando la indignación popular explotaba. Los vecinos de la población se sienten «maltratados por las autoridades», cuya ayuda ha llegado demasiado tarde para ayudar a reconstruir sus vidas. Una ira latente alimentada por las necesidades sin cubrir y que salió a la superficie de forma violenta.
Un estallido que irrumpió al paso de los Reyes, Sánchez y Mazón y adoptó la forma de violencia. Verbal, con gritos y severos insultos («asesinos» fue uno de los más repetidos) y también física. Un vecino lanzó un bloque de barro, cuando las autoridades se encontraban a escasos metros de él, otro situado a su lado le secundó con un puñado de lodo, las voces críticas contra los miembros de la comitiva resonaron con más fuerza («Mazón dimisión», se escuchó de manera reiterada) y al lanzamiento de barro se unió el de objetos más contundentes. Volaron palos en dirección a los Reyes, Sánchez y Mazón y la tensión irrumpió en la escena. De repente, el caos.
Cuando el estallido se desata, miembros de la comitiva abren sus paraguas para proteger a los Reyes y al resto de integrantes. Vuela el barro, vuelan palos y también alguna piedra, que llega a impactar en el rostro de uno de los escoltas. Impertérrito, pese a que sangra por una herida junto a la nariz, continúa protegiendo a las autoridades y avanza junto a la reina Letizia. Otros efectivos del equipo de seguridad despliegan sus defensas para proteger a las autoridades, que detienen su avance. Sánchez se separa entonces del Rey y se dirige al vehículo oficial auxiliado por miembros de seguridad para abandonar Paiporta. Felipe VI, por su parte, permanece en el lugar. La reina, entretanto, se ve rodeada por un grupo de vecinos, también indignados, pero cuya ira no llega a extremos violentos. Habla con ellos y luego llorará con ellos.
Sánchez se aleja de Paiporta entre escenas de máxima violencia. Una mano anónima lanza un palo al grupo que le acompaña hacia el vehículo oficial, que golpea a un periodista. Otro palo vuela en la misma dirección pero no alcanza su objetivo. Sus escoltas logran introducir en el coche a Sánchez y ya en el interior sufren el ataque de varios vecinos, que golpean la carrocería y provocan desperfectos. Es una de las imágenes más elocuentes: el coche presidencial, dañado por la ira ciudadana. Moncloa emitirá poco después un comunicado donde explica que «el presidente del Gobierno ha acompañado a los Reyes en su visita oficial (...) Al recorrer las calles de Paiporta, la comitiva ha sido increpada y agredida (...) La escolta del presidente ha activado el protocolo de seguridad y lo ha desplazado al Puesto de Mando Avanzado. Él y el resto de la comitiva se encuentran bien».
El descontrol prende en el lugar. De allí llegan imágenes inquietantes, pero también en cierto sentido reconfortadoras: la violencia se empieza a contener, el lanzamiento de barro cesa o es casi irrelevante, y aunque los Reyes sufren el agobio vecinal, empieza a prevalecer la sensación de que tanto Felipe VI como Letizia saben aplacar la tensión charlando con los habitantes de Paiporta, incluso los más airados. No faltan los gritos e insultos, dirigidos a Mazón y también al presidente del Gobierno («¿Dónde está Pedro Sánchez?», corea la masa) pero las conversaciones que mantienen por separado los Reyes con los vecinos sofocan la violencia. Mientras Felipe VI no pierde nunca el control , su esposa ofrece alivio y abrazos. Ambos van manchados de barro.
Avanza la sensación de que la figura de los Reyes, que en algún momento pudo estar en entredicho habida cuenta lo insólito de las escenas, sale reforzada. Felipe VI no rehúye el contacto con los vecinos y les explica su punto de vista. Mientras Sánchez y Mazón quedan desairados –el primero por marcharse del lugar con la primera oleada de ira y el segundo por su gestión de la crisis–, triunfa la idea de que la indignación no tiene el foco puesto en Felipe VI y Letizia. «Esto no va con ustedes», le confía una mujer a la Reina.
«Lo hemos perdido todo». Esta otra frase que traslada un hombre al Rey sirve como explicación del abatimiento general. Contra el criterio de su equipo de seguridad, Felipe VI y Letizia rehúsan dirigirse al coche oficial y conversan con los vecinos, que en las imágenes aparecen tan abatidos como encrespados. Una joven se queja de la mala coordinación en los servicios de alerta que impidieron auxiliar a los vecinos el martes. Dice que tiene 23 años y le espeta con mucha desenvoltura: «Y luego dicen que somos la generación de cristal».
La mecha que se iba apagando a medida que proseguía el trompicado recorrido de ambos, entre conversaciones con los vecinos, alivio en su aflicción y la inquietud de que vuelvan a registrarse episodios como los recién vividos. Unos metros más allá, Letizia ha reparado en la presencia de una mujer, desconsolada. Un mar de lágrimas, que terminan también por inundar los ojos de la Reina.
La tranquilidad, aunque frágil, comienza a abrirse paso. A los vecinos airados empiezan a unirse voluntarios procedentes de otros municipios para colaborar en las tareas de reconstrucción. Finalmente, el rey y su esposa se introducen en el coche oficial y abandonan Paiporta. La comitiva sale en dirección a la V-31, pero finalmente descarta dirigirse a Chiva. Hasta esa población llega a desplazarse Mazón, que tiene que darse la vuelta y enfilar de nuevo hacia el centro operativo de l'Eliana.
Los Reyes se dirigen hacia l'Eliana, donde aguarda Pedro Sánchez desde su desairada salida de Paiporta. Allí se reúnen también con Mazón, quien publica en redes sociales un breve resumen de lo ocurrido. «Entiendo la indignación social y por supuesto me quedo a recibirla. Es mi obligación política y moral», dice el jefe del Consell, quien añade: «La actitud del Rey ha sido ejemplar». Son las 15.30 aproximadamente cuando sus Majestades emprenden el regreso. Salen en sus vehículos mientras arrecian de nuevo los gritos contra el presidente del Gobierno; por el contrario, Felipe VI y Letizia, sus ropas aún con salpicaduras que encarnan la indignación vecinal, reciben el aplauso de los curiosos congregados a su paso.
Antes de marcharse, Pedro Sánchez comparece para ofrecer su versión de lo sucedido. «La prioridad del Gobierno es salvar vidas, recuperar los cadáveres de las personas fallecidas por la dana, empeñarnos en la tarea de reconstruir la provincia de Valencia y todas las zonas de España dañadas por la terrible dana», han sido sus palabras. Sobre los incidentes vividos se pronuncia de manera concisa: «No nos vamos a desviar pese a lo que pueda suceder con elementos absolutamente marginales. El conjunto de valencianos y españoles quiere mirar hacia delante». Y lanza otra reflexión: «La mayor parte de la población lo que quiere son compromisos por parte de las instituciones y rechaza cualquier tipo de violencia, como la que hemos visto por desgracia».
Casi a la misma hora en que Paiporta vivía una jornada de alta tensión, el Gobierno difundía que el despliegue de su fuerza de choque alcanza ya a cerca de 6.000 militares, hasta sumar un total de 7.500, en un operativo que incluye el concurso del Buque Anfibio 'Galicia', atracado en el puerto de Valencia. Un dispositivo que añade a otros 9.479 efectivos de seguridad, entre 4.256 policías nacionales y 5.223 guardias civiles movilizados para ayudar en las labores de emergencia. Cifras mareantes que, sin embargo, no parecen suficientes para curar las heridas de quienes lloran a sus muertos y lo han perdido todo.
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