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Están en el botiquín de cualquier casa y se pueden adquirir sin receta. A ellos se recurre con frecuencia para hacer frente a un dolor moderado o bajar la fiebre. Son los antiinflamatorios y, según un grupo de trabajo de la Universidad de Ciencia y ... Tecnología de Huazhong, en China, algunos tan populares como el ibuprofeno o la aspirina podrían ayudar a «combatir la depresión y ser una alternativa más segura que los propios antidepresivos». La investigación, fruto de una revisión y análisis de treinta estudios realizados durante los últimos años con 1.610 personas, concluye que los antiinflamatorios son un 52% más eficaces para reducir la gravedad de los síntomas y casi un 80% mejores que un placebo para hacer frente a este trastorno.
La depresión puede aparecer sin que haya una enfermedad inflamatoria, pero hay síntomas depresivos que pueden estar asociados con el aumento de los marcadores inflamatorios. ¿Qué provoca ese proceso inflamatorio en personas que están deprimidas, pero médicamente sanas? Una teoría es que el estrés puede activar la inflamación y, a la vez, aumentar la disponibilidad de citoquinas (o citocinas), proteínas que coordinan la respuesta del sistema inmunológico.
Cuando estas sustancias inician una cascada de reacciones, disminuyen los niveles de serotonina (conocida como la hormona de la felicidad) y pueden contribuir a la aparición de los síntomas depresivos. «El estrés desencadena en nuestro organismo una serie de cambios bioquímicos y endocrinos, con los que se defiende ante esa amenaza. Produce una reacción inflamatoria, porque moviliza nuestra defensas y éstas, a su vez, a las citoquinas. Por eso estos marcadores inflamatorios se han asociado a la enfermedad depresiva. Todo esto ha llevado a pensar que, si administramos antiinflamatorios, podría mejorar la depresión, pero, por el momento, no hay suficientes evidencias. Sería demasiado frívolo concluir que los antiinflamatorios reducen los síntomas de la depresión», zanja el psiquiatra Fermín Mayoral, responsable del grupo de investigación de Salud Mental del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA).
En efecto, muchos estudios sugieren que la inflamación contribuye al desarrollo de la depresión. No obstante, hasta ahora, los resultados de los ensayos clínicos, donde se administraron distintos antiinflamatorios, no han sido concluyentes. «La teoría es que la depresión estaría causada por una actividad inflamatoria aumentada a nivel del sistema nervioso. Una inflamación provocada para dar respuesta a un agente invasivo. En el caso de la depresión, se han formulado muchas hipótesis sobre cuáles podrían ser esos agentes patógenos (estrés, experiencias tempranas en la infancia...) que la desencadenan, pero no dejan de ser teorías. No hay datos lo suficientemente contrastados como para afirmar que la depresión se puede tratar con ibuprofeno o aspirina», sentencia Jerónimo Sáiz, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá y patrono de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental.
Los investigadores de la Universidad de Huazhong se propusieron revisar la evidencia disponible y agrupar los datos para ver si los fármacos antiinflamatorios funcionan mejor que el tratamiento simulado (placebo) solo o cuando se usa como terapia complementaria al tratamiento antidepresivo estándar. Entre los agentes antiinflamatorios se incluyeron: antiinflamatorios no esteroideos (AINE); ácidos grasos omega 3; medicamentos que frenan la producción de productos químicos inflamatorios (inhibidores de citoquinas); estatinas, esteroides y antibióticos (minociclinas); un medicamento utilizado para tratar trastornos del sueño (modafinilo); N-acetil cisteína (NAC), que se usa para aliviar el exceso de flema de la fibrosis quística; y la EPOC, que es un suplemento antioxidante.
Del metaanálisis se dedujo que los AINE, los ácidos grasos omega 3, las estatinas y las minociclinas fueron los más efectivos para reducir los síntomas depresivos en comparación con el placebo. Y los efectos fueron aún mejores cuando se combinaron con el tratamiento antidepresivo habitual.
La depresión es una de las enfermedades mentales más frecuentes, que afecta a 300 millones de personas en todo el mundo; en España, a más de dos millones. Sin embargo, un tercio de los enfermos diagnosticados de depresión no responden bien a los tratamientos y sufren efectos secundarios. «Los resultados de esta revisión sugieren que los antiinflamatorios juegan un papel antidepresivo en estos pacientes y son razonablemente seguros», recalcan los autores del estudio, que ha sido publicado en el 'Journal of Neurology Neurosurgery&Psychiatry'.
El exceso de colesterol 'malo' (LDL) en la sangre aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Pero el cerebro produce su propio colesterol y, dentro de este órgano, resulta esencial para mantener las neuronas sanas. Investigadores sostienen haber hallado la clave por la cual diversos estudios llegan a relacionar el nivel bajo de colesterol con los suicidios. Este lípido juega un importante papel en la producción de serotonina, un neurotransmisor cuya carencia está ligada a la depresión.
Sin embargo, para Jerónimo Saiz, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá, la relación entre un bajo nivel de colesterol y los suicidios sigue «en discusión». «El colesterol se relaciona con muchas cosas: la nutrición, las infecciones por VIH y sus tratamientos, el consumo de alcohol, de drogas... Pero todo esto combinado puede llevar a conclusiones erróneas. Tener el colesterol bajo no desencadena nada por sí mismo; lo que ocurre es que las personas que lo presentan sufren al mismo tiempo otros problemas que sí se asocian con la agresividad y las conductas suicidas. Pero el colesterol bajo no tiene la culpa».
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