Los hosteleros vizcaínos reaccionaron ayer con resignación ante la posibilidad de que los propietarios de discotecas y restaurantes con capacidad para más de 50 comensales tengan que pedir a sus clientes el pasaporte covid para facilitar el acceso a sus establecimientos. Entienden que esta medida ... contribuirá «seguramente» al aumento de la vacunación, pero advierten de que, si finalmente recibe el aval del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, debería extenderse «a otros ámbitos».
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El gerente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia, Héctor Sánchez, volvió a acusar, en ese sentido, al Gobierno vasco de «estigmatizarnos otra vez» por poner el foco exclusivamente en su sector. «No nos parece mal que se pida el certificado digital, pero sí echamos de menos que este mismo planteamiento no se haga extensivo a txokos, sociedades gastronómicas, comedores de empresas y cualquier otra actividad que suponga la ingesta de bebidas y comidas», expresó Sánchez, que puso tres casos «concretos» con los que mostrar su malestar por el agravio comparativo que, a su juicio, sufre de nuevo la hostelería.
«Hablo de cuando se celebran cócteles con asistencia de 200 personas al Palacio Euskalduna, de la recepción navideña en Lehendakaritza, donde lo normal es que se termine brindando, o del consumo en espacios deportivos como San Mamés. ¿Es positivo que se implante? Sí, pero para todos», insistió el gerente de los hosteleros, que ve detrás de la solicitud formulada ayer por la consejera de Salud el objetivo de «paralizar la tendencia ascendente» de contagios y promover que la población «no vacunada» todavía termine haciéndolo.
Algo que contemplan con muy buenos ojos los dueños de las principales discotecas de Bilbao para evitar que el posible empeoramiento de la pandemia obligase a tomar medidas más «drásticas» que podrían llevar «incluso» al cierre de las salas. «A mí me parece muy bien que se pida el pasaporte porque es la única solución para que todo el mundo se vacune. Hay una cosa clara: O nos vacunamos todos o esto no acabará nunca y entonces todos estaremos jodidos», lamentó Luis Ángel Rodríguez, dueño de Moma.
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«El único problema es que vamos a tardar mucho más tiempo en meter dentro a la gente y seguramente se van a formar grandes colas en el exterior», aseguró. Situación a la que resta importancia la gerencia de Brutal, antiguo Distrito 9, que juzga «acertada» la petición de Gotzone Sagardui «para intentar bajar el número de casos». Algunos profesionales creen que este control será difícil de llevar a cabo en los locales más pequeños «porque necesitarán una persona específica para ese fin. Y eso, ¿quién lo va a pagar?», se preguntó Boni García, el popular hostelero del Casco Viejo.
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