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La Unión Europea ha vuelto a hacer hincapié este miércoles en la necesidad de hacerse con un kit de supervivencia para 72 horas. Se trata ... de una recomendación para que los ciudadanos puedan subsistir sin problemas durante tres días. Y aunque a nadie se le escapa que es por el contexto geopolítico actual, es decir, por la posibilidad de que una guerra pueda afectar a nuestro territorio, también ante el riesgo de que fenómenos meteorológicos adversos, accidentes químicos o sabotajes nos impidan salir de nuestros hogares. En España, no tenemos más que mirar a la dana de Valencia.
Sin embargo, pese a que llevamos días con el runrún, ninguna administración, ni española ni europea, precisa en realidad en qué consiste ese pack más allá de generalidades: agua, comida, pilas... «Para saber qué hay que comprar, también hay que ver en qué escenario estamos», señala el experto en supervivencia Koldo Iturriagagoitia. No es lo mismo si tenemos un techo bajo el que cobijarnos o nos quedamos sin hogar.
Así que si atendemos a lo que nos dice la UE, de lo que se trata es de estar preparado para un posible corte de suministros general -luz, agua, gas- en nuestros hogares sin necesidad de que los servicios de emergencia intervengan... O en previsión de que no lleguen tan rápido como sería deseable, como pasó en L'Horta Sud. De este modo, dos de las tres cosas primeras que hay que asegurarse para sobrevivir, las tendríamos ya: aire para respirar y una temperatura adecuada.
El agua es la tercera cosa imprescindible para sobrevivir, destaca Iturriagagoitia. Así que en nuestro kit no puede faltar, pero ¿cuánta necesitamos? «Lo mínimo en esta situación son 3 litros por persona y día para consumir. Lo normal es que dos los bebas y el otro lo utilices para hacerte la comida». Lo más sencillo es tener al menos 6 botellas de plástico de litro y medio en la despensa por cada miembro de la familia. Pero ojo, no duran para siempre. Hay que contar con que debemos renovarlas cada cierto tiempo. Algunos expertos hablan de que no aguantan guardadas más de un año sin usar.
Dentro de este capítulo, Iturriagagoitia también aconseja tener agua de más en ciertos recipientes para cosas como lavarse las manos o asearse un poco. No tiene por qué valer para beber, pero sí para, por ejemplo, ponernos un paño en la frente si nos duele la cabeza o nos sube la fiebre... O se nos mancha la mesa donde vamos a comer. Suena a perogrullada, pero no está de más tenerlo en cuenta.
¿Y si se nos acaba? Si hemos calculado mal o hemos consumido de más, no quedará otra que coger agua de una fuente cercana, de un río o de cualquier sitio similar. En estos casos, si no es agua apta para el consumo humano o tenemos dudas, hay que asegurárselo. «Lo más fácil es tener en casa una botella de lejía para uso alimentario, ojo, que lo tiene que poner así», subraya el experto. Y seguir las instrucciones para potabilizar que incluyen. ¿Otra opción «más sofisticada»? Las pastillas y las botellas con filtro que encontramos en la sección de acampada al aire libre de cualquier tienda de montaña.
Aunque realmente «podemos estar sin comer 30 días y no nos pasaría nada», también hay que asegurarse tener víveres suficientes. ¿Cuántos? «Depende de cada persona, que sabe lo que come, y de cuántos formen el grupo familiar», acota Iturriagagoitia, presidente de la Asociación Vasca de Bushcraft, una disciplina que promueve el desarrollo de conocimientos para prosperar en el medio ambiente natural en situaciones de todo tipo.
En la lista de la compra ideal debe haber: latas de comida preparada, como fabada, lentejas o albóndigas (que además ya pone las raciones que lleva, lo que nos ayuda a calcular cuántas necesitamos); latas de conserva (atún, mejillones, etc.) para completar los menús, sopas de sobre y comida liofilizada, que se hidrata con agua caliente. Esta última, además, podemos comprarla sin miedo a pasarnos de cantidad: «Cuando pone que un sobre son dos raciones, son pequeñas, suele equivaler a una y media como mucho», aclara.
Hay que hacerse con un hornillo o un camping gas de los que los excursionistas se llevan al monte con «dos o más cartuchos». Nos servirán para cocinar y, en casos muy extremos, para calentarnos. Son fáciles de encontrar en tiendas de deporte y ferreterías, y no muy caros. También son bastante seguros si se usan siguiendo las instrucciones, nada complicadas. Hace tres años y medio, cuando hubo cierto revuelo en Europa por la posibilidad de que se produjera un apagón general, fueron la compra estrella en muchos hogares. También deberemos acompañar este objeto de un mechero -«uno normal, lo más sencillo posible»- y de cerillas para encenderlo, aunque algunos modelos tengan su propio mecanismo para ello.
En todo kit de supervivencia es necesario incluir una fuente de luz. ¿La razón? En el caso que nos atañe es más una cuestión psicológica que práctica, porque a menudo conocemos muy bien los rincones de nuestro hogar. Aquí podemos tirar de una linterna. Las hay que funcionan a manivela y no necesitan nada más son ideales. Otra cosa que conviene tener son velas: «Las mejores son las de té (esas planitas y chiquitillas), en los cursos que impartimos en la asociación, con una de esas somos capaces de calentar una lata de comida», advierte el experto vasco.
Por supuesto, necesitaremos también una fuente de energía. «A mí lo que más me gusta son las pilas». Y tampoco está de más, si ya contámos con ello, tener a mano algún cargador solar o las típicas 'powerbank' para aparatos como el móvil, «aunque seguramente la red se habrá caído y nos servirá de poco». Por cierto, no lo tengamos encendido de continuo, mejor hacerlo de vez en cuando -«por ejemplo, cada seis horas»- para que no gaste.
Con el móvil KO, lo que nos queda para mantenernos informados es la radio, que en situaciones de emergencia siempre funciona. Por ello, Iturriagagoitia aconseja comprar «una de pilas». La más sencilla nos valdrá.
Una de las cosas que más se repiten en los consejos de los expertos es tener un botiquín a mano. Habitualmente ya hay en casa uno «con lo básico: tiritas, apósitos, yodo, pomadas para las quemaduras, ibuprofeno, paracetamol...». Pero debemos pensar también en las necesidades de cada miembro de la familia: si hay un asmático, incluir un inhalador, o si alguien tiene una medicación crónica o diaria, que tenga las dosis necesarias «en este caso para más de tres días». Porque aquí los 'por si acasos' sí son convenientes.
¿Hacen falta toallitas húmedas en estos escenarios? «Si no estás en casa o no tiene agua suficiente son muy útiles, pero en tu hogar te vale con tener toallas y un poco de agua para asearte», señala el experto. Y ese aseo ha de ser «el justo. Piensa que estamos en una situación extrema, no pasa nada porque tengas el pelo menos brillante», advierte.
Otra cosa que hay que saber es que tampoco podremos usar el WC como antes porque nos faltará agua. «Ten a mano bolsas de basura de las de 30 litros y colócalas para recoger los excrementos». Es escatológico pero asegura la salubridad de nuestro baño.
El experto también aconseja tener otras dos cosas que, aunque no son imprescindibles, nos pueden sacar de un apuro. La primera es un espray de pimienta por si hubiera problemas de seguridad o saqueos, algo que en situaciones de emergencia puede ocurrir. La segunda es una multiherramienta «tipo Leatherman»: que en muy poco espacio contienen alicantes, tijeras, cuchillo, llaves allen... «Puede que tengas caja de herramientas o que no, en este último caso, solo con esto ya puedes hacer pequeños arreglos sin problemas».
El experto en supervivencia Koldo Iturriagagoita incide en la necesidad de comer caliente en escenarios como los que dibuja la UE, en los que, además, estamos en nuestra propia casa, lo que nos da cierta seguridad y comodidad. «Es verdad que podríamos pasar solo con alimentos fríos o bocatas, porque son tres días», señala. Pero él apuesta por la otra opción «por una cuestión psicológica: reconforta». Y en situaciones de emergencia nuestro estado de ánimo estará alterando, estaremos nerviosos, preocupados... Así que cenar, por ejemplo, una sopa de sobre, funcionaría como un bálsamo para nuestra ansiedad.
Otra cosa que recomienda es que los alimentos que compremos y almacenemos en casa tengan cierta carga energética. No es el momento de contar calorías, sino de hacer frente a un reto. «Además, es posible que tengamos que hacer determinados esfuerzos» con los que no contamos. Si nos fijamos en la dana de Valencia, los afectados, una vez pasado el primer golpe, tuvieron que ponerse a limpiar y a ayudar a otros vecinos sin descanso. Ahora bien, esto tampoco nos da carta blanca: «Comer bien no significa darse una panzada».
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