Daniel Roldán
Martes, 31 de julio 2018, 01:05
El deshielo de la nieve acumulada durante el invierno trajo la sorpresa. El 22 de julio de 2005 aparecieron los restos de un esquiador en el Cervino, en plenos Alpes italianos, a unos 3.100 metros de altura. Junto a ellos se encontraron un ... vetusto equipo de esquí de alta calidad y un reloj. Era un hombre y, probablemente, había perdido la vida durante el descenso. Entonces, poco más se supo. La ciencia forense no podía decir nada más sobre el ya bautizado Hombre del Cervino.
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Una década después, los forenses italianos volvieron a intentarlo. La tecnología había avanzado y podía ofrecer más datos. Estudiaron los restos con más detenimiento y sacaron conclusiones más precisas. Por ejemplo, que había desaparecido en los años 50, que tenía entre 30 y 35 años, que era de complexión normal y que habría muerto o al final del invierno o al comienzo de la primavera. Además, estaban convencidos de que no era italiano -sobre todo por la ropa y el número de serie del reloj, destinado a las colonias francesas- y se inclinaron por un ciudadano galo o suizo.
La Policía del Estado facilitó esta información en las redes sociales el pasado junio. A su vez, los agentes destinados en el norte de Italia hablaron con colegas del otro lado de la frontera y la petición para intentar descifrar el misterio atravesó fronteras, hasta llegar a la radio de Emmanuelle Le Masne, que escuchó con mucha atención el mensaje.
Su tío Henry había desaparecido en esa zona del valle de Aosta por culpa de una violenta tormenta. El año concordaba: 1954. Solo le faltaba acudir a las redes sociales para ver las fotografías que había colgado la Policía. Lo hizo y se puso en contacto con las autoridades italianas, convencido de que el Hombre del Cervino era su pariente, nacido en 1919. «Pude enviar una foto donde tenía sus gafas y la Policía reconoció las gafas que habían encontrado», apunta Roger Le Masne, hermano de Henry y padre de Emmanuelle.
El hermano, de 94 años, se hizo la prueba de ADN. Fue positiva. El 24 de julio Henry era oficialmente identificado. «Era bastante independiente. Trabajaba en el Ministerio de Finanzas en París», explicó Roger a la Policía del Estado. «Y amante de la montaña». Cada vez que podía, Henry se trasladaba a los Alpes para disfrutar del paisaje, fuera verano o invierno. «Amaba la libertad», explica Roger, que también contó a los agentes que «los peligros de la montaña no le asustaban». Dos años antes de su desaparición, su hermano tuvo un susto que le dejó una profunda herida.
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Roger también les explicó la desazón que sufrió al ver que aquel día de 1954 su hermano no volvía. Él también estaba alojado en el hotel de montaña donde Henry dejó la habitación con 35.000 liras y 5.000 francos suizos. Ni él ni las autoridades italianas pudieron hacer nada por descubrir qué había pasado con Henry. «Mi hermano descansará con nuestro padre y mi esposa en la tumba familiar», ha declarado Roger al diario 'Le Croix'. Henry Le Masne murió el 26 de marzo de 1954, el mismo día en que cumplía 35 años.
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