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M. f. v.
Jueves, 25 de abril 2019, 00:43
Ángel Hernández, el hombre que ayudó a morir a su mujer aquejada de esclerosis en fase terminal, se mostró ayer «muy contento» tras conocer que el juzgado de Violencia de Género ha rechazado investigar su caso. El viudo de María José Carrasco valoró que « ... no se debe mezclar» eutanasia con violencia machista porque sería un «desprestigio» para ese órgano judicial.
El auto de la jueza de Violencia sobre la Mujer número 5 de Madrid hecho público ayer argumenta que «la solicitud expresada» por la enferma a su marido «de forma seria e inequívoca» de poner fin a su vida «convierte este presunto delito en excepción respecto a las conductas recogidas en la ley integral de violencia sobre la mujer». Si no hubiera existido esa petición de la fallecida a su cónyuge para que le ayudara a morir «hablaríamos de lo contrario».
Desde «una perspectiva criminológica», añade la decisión judicial, «este auxilio al suicidio de la persona enferma grave que lo solicita expresamente no es la manifestación de ningún tipo de violencia física, psíquica o limitación de la libertad». Para la jueza, la inclusión de este caso en el ámbito de competencia de los juzgados de violencia sobre la mujer supone «una interpretación literal incompatible con el objeto y la finalidad» de estos tribunales, una conclusión a la que también se llegaría desde un análisis «social y teológico de la ley».
El auto fue recibido con satisfacción tanto por el viudo de María José Carrasco como por los colectivos que defienden la eutanasia y que se enfrentan a posibles consecuencias penales si ayudan a un enfermo terminal a morir. Hernández apuntó que «una institución como es la de Violencia de Género, tan necesaria para luchar contra la violencia machista», no se podía «mezclar» con su caso pues «sería un desprestigio» para ese juzgado. Hizo esa valoración durante un coloquio sobre eutanasia en el que también participaban el presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente, Fernando Marín; el primer médico condenado por eutanasia en España, Marcos Hourmann; y David Lorente, hijo Maribel Tellaetxe, la vecina de Portugalete fallecida por alzhéimer que dejó escritas en sus últimas voluntades que se le aplicase la eutanasia cuando fuera legal y cuando ya no reconociese ni a su marido ni a sus hijos.
Hernández pidió a las personas que se enfrenten a una situación como la suya que no actúen como él. «Yo ya lo he hecho, pero que nadie más lo haga», dijo. Y lamentó haber pasado el duelo del fallecimiento de su mujer en el calabozo, una experiencia «terrible» después de todo lo que habían padecido. Solicitó la movilización de toda la sociedad para lograr la aprobación de la ley de eutanasia y avisó de que sólo así se podrá lograr que nadie pase por la situación por la que está atravesando, ni por el sufrimiento que tenía su mujer desde hacía tantos años.
Por las posibles consecuencias penales que tiene practicar la eutanasia, Lorente, junto a su familia, no pudieron poner fin con el sufrimiento de su madre, como ella deseaba, aunque sí se lo plantearon en varias ocasiones. «Mi madre no quería porque nos poníamos en peligro, por lo que decidimos respetar su voluntad», explicó el joven vizcaíno. A su juicio, «la sociedad está preparada para que haya una ley de eutanasia», pero «ahora hace falta que la clase política y la Iglesia esté a su altura».
El doctor Horumann, condenado a 10 años de prisión –aunque finalmente no ingresó en la cárcel– por haber practicado la eutanasia a una paciente terminal de 82 años que se lo pidió para dejar de sufrir, defendió que «es hora de que digamos 'basta' a esconderse para ayudar a morir a la gente a la que se ama». Fernando Marín, por su parte, subrayó que la eutanasia es «un derecho individual» y exigió que se apruebe la ley en la próxima legislatura.
Ángel Hernández | Marido de M. J. Carrasco
Marcos Hourmann | Médico condenado
David Lorente | Hijo de M. Tellaetxe
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