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Oskar Ortiz de Guinea
Sábado, 25 de mayo 2024, 13:37
Dimitri Ermolenko, un ucraniano que reside en Altsasu, asegura ser «ateo radical, sobre todo en los últimos años», en plena invasión de Rusia a Ucrania y tras tiempo de ocupación rusa en su Crimea natal, de donde él salió en los años 90 con pasaporte ... soviético «para conocer mundo y recorrer los Pirineos». Pero aún hoy se pregunta qué le llevó el pasado domingo a conducir hasta Larraitz y, a las 12 del mediodía, comenzar a ascender al Txindoki, un monte que solo ha subido «cinco o seis veces» en su vida. «Siempre» lleva «ropa de abrigo por si acaso», pero ese día iba en manga corta, pues amenazaba lluvia y únicamente pretendía dar «una vueltica de hora y media o así». Cuando ya casi había caminado ese tiempo y meditaba darse la vuelta, «algo» le llevó a querer asomarse al collado de Egurral «para ver cómo estaba el cielo y decidir si se podía subir a la cima». Fue ahí cuando se topó con 'Lur', «el verdadero héroe» de esta historia, al ser capaz de 'hablar' para pedir ayuda y rescatar a su dueña.
Arantxa, una consumada montañera tolosarra de 60 años, se hallaba malherida tras sufrir una caída y el animal, mezcla de braco de Weimar y podenco, salió en busca de auxilio. «Si no es por él no quiero decir lo que hubiera pasado», apunta Dimitri. «En la familia somos conscientes de lo que habría pasado. Y la ama –que se recupera de múltiples fracturas en la UCI del Hospital Donostia– también empieza a darse cuenta de que la vida le ha dado una segunda oportunidad», tercia su hijo Asier Aramburu. «Y fue gracias –añade– a 'Lur', a Dimitri y al equipo de rescate». Un rescate tan dramático como mágico.
Tras su breve parada para sopesar y seguir su caminata o regresar a casa, este atlético ucraniano de 59 años echó a andar sendero arriba cuando «entre la niebla» ligera que veía a lo lejos «apareció un perro». Bajaba «ladrando» y en un principio Dimitri temió incluso que le fuera a atacar. «Cuando ves un perro suelto, no sabes cómo va a reaccionar», apunta. Pero 'Lur' buscaba una mano amiga que comprendiera su llamada de socorro. «Al llegar a mí, se me acercó. Empezó a andar entre mis piernas, se alejaba un poco, ladraba, volvía a tocar con su cuerpo mis piernas, me rodeaba, ladraba...».
El comportamiento de 'Lur', un precioso ejemplar de trece meses, despertó la curiosidad de Dimitri. «Me pareció que me quería decir algo, no sé. No me pareció que fuera un perro perdido en el monte, pero estaba solo». Tampoco había mucha gente ese día en el Txindoki. La previsión meteorológica para ese domingo era de chubascos moderados por la mañana, lo que había disuadido a mucha gente de ir al monte. A las 15.00 horas se iba a activar un aviso amarillo «por precipitaciones intensas», como las que inundaron Lazkao.
En su ascenso, el 'altsasuarra' de Crimea apenas se había cruzado «con un padre y su hija y con una chavalica» que bajaban. En una de esas breves idas y venidas del can, Dimitri decidió echar andar tras él. «Era curioso, porque el perro daba tres o cuatro pasitos, se detenía, miraba atrás como para comprobar que le seguía, y volvía a dar otros tres o cuatro pasos, se giraba y seguía». Aunque en similares circunstancias otros perros han estado horas o incluso días junto a su amo, Dimitri dedujo que 'Lur' lo estaba citando para que le siguiera. Pronto supo el porqué.
Mientras «una nube negra» oscurecía por momentos el cielo, en unos pocos minutos recorrieron 240 metros, con 60 metros de desnivel, según detalla la grabación de la ruta en su reloj GPS. Al rozar los mil metros de altitud, junto a la tercera de las fuentes populares en la travesía al coloso de Aralar, Dimitri encontró a la dueña de 'Lur'. Se había resbalado en el camino que va por encima, rodó por el terraplén y cayó a las rocas desde dos metros. «Estaba encogida de rodillas, sin poder moverse, apoyada junto a la pared del grifo», describe. La posición de la mujer le permitió leer rápido la situación, y entender que tenía bastante más avería que el evidente golpe que presentaba en la cabeza.
El posterior parte médico fue serio: fracturas de varias vértebras y costillas, los dos omoplatos y la base craneal. «El año pasado sufrí un accidente laboral y me rompí dos vértebras del cuello. Me tuvieron que operar para fijármelas –lo hicieron, por cierto, ocho meses después del siniestro, en los que siguió trabajando con dolores porque «en la mutua me decían que no tenía nada»–. Le toqué un poco la espalda, y me dijo que le dolía y tenía frío. Al menos estaba consciente». Rondaban las 14.30 horas, y el accidente fue poco antes porque sobre la una la mujer había enviado unas fotos desde la cima a su hijo Asier.
Mientras 'Lur' «no se separaba» de él, Dimitri llamó al 112 a las 14.36 horas y reclamó un helicóptero. Con «mucho cuidado», protegiendo el cuerpo de la víctima con sus potentes brazos a modo de corsé, logró acomodar boca arriba a la víctima. «Bajó la temperatura y el suelo de piedra estaba frío, pero no quería moverla más». Desde SOS Deiak le habían pedido que al oír el helicóptero, agitara algo blanco para hacerse ver. Con un bastón y una bolsa que Arantxa tenía en su mochila, improvisó una bandera. Fue en vano. La niebla se cerró y aunque escuchó la aeronave y le contactaron por teléfono, la falta de visibilidad impedía el aterrizaje. La evacuación debía ser a pie. No había más almas ahí.
La lluvia arreció y Dimitri buscó en una borda «una tabla o algo con lo que proteger a la mujer». 'Lur', que aborrece la lluvia como demostró en la sesión fotográfica para este reportaje, seguía cosido a él. Quién sabe si para asegurarse de que el ángel de la guarda que halló iba a permanecer ahí, frotando los brazos de la mujer para darle calor, casi la única parte del cuerpo que no le dolía.
Poco antes de las 16.00 «llegaron cuatro bomberos y luego otros cinco» de los parques de Tolosa y Ordizia. Realizaron la primera cura, y asomaron ertzainas de la Unidad de Vigilancia y Rescate. El porteo de la camilla hasta Larraitz supuso una tarea de dos horas. «Requería un cuidado extremo. Las piedras y el barro resbalaban mucho, y un paso en falso podía resultar fatal para la recuperación de la mujer, pero entre todos se consiguió», suspira Dimitri, de quien 'Lur' fue una lapa hasta Larraitz.
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