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Hal st'i'áwyaagaan. Gut'iláa k'íit k'uts hal ts'asláangaan. 'Wáadluu sáng kwáan hal néilaan gyaan hal 'lagáalaan». No teman, no me ... he quedado dormida sobre el teclado. En realidad, esas tres frases expresan con toda precisión una secuencia que, en castellano, diría así: «Se puso muy enfermo. Hirvió diferentes tipos de raíces de árboles. Las tomó durante unos días y se recuperó». Es haida, la lengua materna de una comunidad de las Primeras Naciones Indígenas que recibe ese mismo nombre y cuyo territorio se encuentra en Haida Gwaii, un archipiélago boscoso de la Columbia Británica, en el extremo oeste de Canadá, que anteriormene fue conocido como islas de la Reina Carlota. Según un censo de 1841, este grupo estaba reprentado entonces por 8.300 personas. En 1970, apenas llegaban a 1.500. En la actualidad suman varios miles pero ni siquiera el 1% de ellos es capaz ya de expresarse en su idioma aborigen. Prácticamente todos lo hacen en el del colono.
Después de estrenarse con éxito en el Festival Internacional de Cine de Toronto, llega a Europa 'SGaawaay K'uuna', la primera película rodada en haida y que únicamente una veintena de personas en el mundo podría seguir si no fuera porque se han incluido subtítulos en inglés. Es la bengala que este pueblo indígena lanza al mundo desde el océano del olvido para tratar de salvar su lengua de la extinción y con ella, buena parte de su identidad.
Traducida como 'Edge of the knife' (al filo de la navaja, en referencia a un proverbio haida que reza así: «El mundo es tan afilado como el filo de un cuchillo; a medida que avanzas debes tener cuidado o te caerás»), esta misma semana se estrena en los cines Curzon Soho de Londres. Se trata de un drama ambientado en el siglo XIX, antes de la colonización, que narra la espiral de locura y tormento que arrastra a Adiits'ii en su huida a ninguna parte tras causar accidentalmente la muerte del hijo de su mejor amigo, Kwa, mientras se disponían a pescar en un rincón de las Haida Gwaii. Incapaz de aceptar lo ocurrido y atenazado por el hambre, se convierte en Gaagiixid, una bestia con poderes sobrenaturales. Su familia intentará recuperarle mientras Kwa lucha por sofocar su deseo de venganza.
La idea de catalizar la revitalización de ese idioma a través de una película se acuñó en la Universidad de la Columbia Británica. Preocupados por su situación agónica, al borde de la desaparición, un grupo de profesores alentó a esa comunidad a aportar propuestas dirigidas a estimular su aprendizaje en las nueves generaciones a través de un concurso de ideas. La sugerencia más aplaudida resultó ser un largometraje. Jóvenes artistas de la tribu y académicos tejieron un guion que siempre contó con la supervisión de los mayores de la comunidad, los últimos guardianes de las esencias culturales y lingüísticas de la tribu. A esos mismos ancianos les fiaron la traducción del texto del inglés, el asesoramiento para la ambientación y la confección del vestuario, y el adiestramiento del cuerpo de intérpretes, todos jóvenes locales angloparlantes.
«No fue sencillo. Nuestra lengua madre utiliza muchos sonidos guturales y paradas glóticas que nada tienen que ver con el inglés y que los actores tuvieron que aprender», explica Gwaai Edenshaw, un artista de la comunidad, residente en Vancouver, que ha dirigido la película junto a la cineasta Helen Haig-Brown. La instrucción tuvo lugar durante dos semanas de reclusión en la costa norte del archipiélago, donde los viejos del lugar les enseñaron cómo pronunciar y profesores de interpretación cómo actuar.
Para entonces, el ambicioso proyecto de los haida había logrado una importante subvención gubernamental para completar el millón y medio largo de euros de presupuesto de la cinta. También el asesoramiento de Kingulliit, la productora audiovisual que los inuit (una de los grupos aborígenes de Canadá más numerosos) ha fundado para hacer su propio cine, y el entusiasmo del Consejo de la Nación Haida, ahora más esperanzado que nunca con el futuro de su tribu.
«Los secretos de quiénes somos están envueltos en nuestro lenguaje. Así es como pensamos y como etiquetamos el mundo a nuestro alrededor. También es una resistencia a lo que nos fue impuesto», resume el director de la cinta. Los haida tienen algo (importante) que decir.
(Al filo de la navaja)
Cartel del filme con su título original, 'SGaawaay K'uuna'.
Pacífico norte. Habitan en el archipiélago Haida Gwall (antes conocido como islas de la Reina Carlota), perteneciente a la Columbia Británica. En 1986 fue declarada zona protegida y patrimonio de la humanidad.
Economía. Se basaba en la pesca del salmón y del bacalao, la caza de mamíferos marinos, ciervos, castores y aves, y en el encurtido de pieles. El primer europeo en visitarles fue el español Juan Pérez, en 1774, cuatro años antes de que lo hiciera el capitán Cook.
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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