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Una granja de cerdos con mil ejemplares en Burgos escondía una brutalidad de la que solo es capaz el ser humano. Ejemplares con deformaciones que les imposibilitan moverse, heridas infectadas en orejas y extremidades compatibles con sarna y hernias «de varios kilos». Y para completar la terrible situación: comedores llenos de insectos y gusanos, así como ratas y un sin fin de telarañas, que pueden ser «causante de propagación de enfermedades como la triquinosis o salmonella».
Este hallazgo ha sido denunciado por Observatorio de Bienestar Animal (OBA), una ONG animalista que ha calificado a esta explotación como «granja del terror». Este colectivo ha difundido fotografías y un vídeo en el que se puede observar la brutalidad con la que se trata a los animales y las condiciones en las que están. Las imágenes, que fueron captadas entre junio y diciembre del año pasado y que acompañan a esta información, pueden herir la sensibilidad hasta de la persona más dura. En ellas se puede ver cómo un trabajador propina golpes en la cabeza y lomo a los animales con un martillo provisto de púas para marcar a aquellos que van a ser llevados al matadero, mientras que en otro se puede observar a los operarios golpeando el lomo de los cerdos con tubos de PVC.
En otra de las escenas difundidas por la ONG se observa a un operario que usa de forma constante una picana eléctrica en el lomo y cabeza de varios ejemplares para moverles, herramienta que, según advierte el colectivo, «debe emplearse sólo puntualmente, según la normativa de bienestar animal». La ONG ha acudido a ante el Juzgado de Salas de los Infantes (Burgos) para denunciar presuntos «delitos de maltrato animal» y «publicidad engañosa» respecto de una explotación porcina en la también localidad burgalesa de Arauzo de Torre.
«He podido presenciar la hernia más grande que he visto nunca. Observamos varios animales con heridas profundas en las patas, que supuran sangre y parecen haberse infectado gravemente. Parece que no han recibido atención veterinaria. Estos animales yacen en el suelo o no apoyan la pata al caminar. No se trata de una zona específica de enfermería. La mayor parte de los corrales de las naves están llenos de animales con hernias o con heridas profundas», son algunas de las manifestaciones que la ONG pone en boca de la persona informante.
El colectivo denuncia que en la imágenes «uno de los cerdos gravemente heridos es sacrificado por un operario de la explotación mediante una pistola de compresión; sin embargo, tras un primer disparo fallido, el animal cae al suelo y convulsiona durante varios minutos hasta su muerte». Detalla la organización que este proveedor cárnico dispone de certificado 'Welfair', que «evalúa y controla la calidad del bienestar animal», y también cuenta con sello IAWS, certificación de bienestar animal creada por la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC).
Sin embargo, el informe veterinario adjunto en la denuncia, concluye que «los animales de esta granja no están bajo la debida supervisión veterinaria, lo que pone en grave peligro su vida y generando una muerte lenta y dolorosa; así como también se reflejan incumplimientos relativos a la sanidad de animales cuya carne será destinada al consumo humano». Julia Elizalde, mánager de campañas del Observatorio de Bienestar Animal, ve imprescindible que las grandes empresas alimentarias pongan medios para acabar con el peor sufrimiento de los animales destinados a consumo.
La granja, según aseguran desde OBA, «estaría vinculada a un proveedor que suministra embutido a los supermercados Lidl». Los hechos se han denunciado en el juzgado de Salas de los Infantes. Por su parte, Lidl asegura que no distribuye ni comercializa, «en ningún caso», productos de esa granja, «tal y como certifica el proveedor».
La cadena comercial acusa a OBA de intentar vincular a la compañía con casos de maltrato animal, «habiéndose demostrado falsos». «Condenamos rotundamente los abusos y el maltrato animal y manifestamos nuestro completo rechazo ante este tipo de prácticas», asegura la cedena alemana. Añaden, además, que «de forma proactiva y sin previo aviso», realizan controles y auditorías a sus proveedores «con el objetivo de garantizar que los centros de producción con los que trabajamos cumplan con las exigencias de bienestar animal, según se especifica en nuestra política de compras», apuntan desde Lidl.
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