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En torno a las 11.00 de la mañana del pasado 25 de julio, en plena temporada alta de afluencia de senderistas y montañeros al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un vehículo se saltó la prohibición de acceder a la pradera de Ordesa. ... A bordo viajaban dos altos cargos del Gobierno de Aragón para estudiar la posibilidad de «nuevas experiencias más completas que fusionen cultura y naturaleza», según confirman a este periódico fuentes del Ejecutivo dirigido por el popular Jorge Azcón. Entre esas nuevas «experiencias» se encontraba la opción de organizar conciertos en el corazón de un espacio declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Tras la polvareda provocada, el Gobierno ha dado marcha atrás al comprobar que esas «actividades alternativas no estaban contempladas en el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional».
El párking de la pradera de Ordesa es uno de los lugares más concurridos de los Pirineos. Desde este punto arranca la popular ruta hacia la cola del caballo y los caminos a algunas de las montañas de 3.000 metros más accesibles de los Pirineos, casos de Monte Perdido, su vecino el Marboré o el Taillón. De las 588.000 personas que acudieron el año pasado al parque, casi la mitad -261.000- lo hicieron a este sector. Esta masiva afluencia hace que sea habitual que se alcance el tope máximo de visitantes, que se sitúa en 1.800 de forma simultánea. Cuando esto ocurre, el acceso en vehículo privado se cierra. En temporada alta -verano y periodos festivos-, solo se puede acceder en un autobús que parte desde la localidad de Torla.
La visita a este punto protegido -«autorizada», insisten desde el departamento de Medio Ambiente y Turismo- de los diputados generales de Medio Natural y de Cultura fue denunciada por Izquierda Unida de Aragón. Según relataron testigos, el vehículo no solo llegó al aparcamiento, sino que siguió adelante por la pista forestal hasta las cercanías de las gradas de Soaso, una cascada escalonada situada a medio camino de la cola del caballo y uno de los puntos que más visitantes atraen. «Era una visita enmarcada en el nuevo programa cultural. Se buscan espacios y experiencias memorables», confirman fuentes del Ejecutivo, que añaden que experiencias de este tipo se están llevando a cabo «con éxito» en el Monasterio de San Juan de la Peña y que este mismo sábado tendrá lugar un evento con campeones de jota en la cartuja del Aula Dei, en Zaragoza, con las pinturas murales de Goya como testigo. Al menos por el momento, no será así en Ordesa. «También hay centros de interpretación donde cabría hacer actividades», precisan.
La marcha atrás del Gobierno aragonés no es el primer revés medioambiental que encajan las autoridades de la comunidad. El anterior Ejecutivo, encabezado por el socialista Javier Lambán, recuperó el proyecto de unir las estaciones de esquí de Formigal y Astún a través de Canal Roya, un valle de gran valor medioambiental, geológico y etnográfico situado en las cercanías del Anayet. El proyecto, que pensaba destinar 26 millones de euros procedentes de los fondos europeos para impulsar proyectos de turismo sostenible, suponía, entre otras obras, erigir 37 enormes pilares a lo largo de cuatro kilómetros en este espacio para colocar los cables por los que viajarían las cabinas.
El plan desató un rechazo frontal que se materializó en forma de numerosas protestas y manifestaciones y la denuncia unánime de cinco grandes organizaciones ecologistas, que denunciaban que un dinero destinado a salvaguardar el medio ambiente iba a servir para todo lo contrario. A ello se unía una segunda paradoja: se buscaba potenciar las infraestructuras para esquiar cuando cada vez nieva menos. Finalmente las autoridades dieron su brazo a torcer «con pena» en marzo del año pasado «por la falta de tiempo» para ejecutar el proyecto. «Si las gentes de la montaña no tienen claro la unión de las estaciones, el proyecto se queda aparcado y, si apuestan por ello, lo apoyaremos. Ya se verá lo que pasa en el futuro», dijo Lambán.
El siguiente proyecto de las autoridades aragonesas es unir las estaciones de Astún y Candanchú con una telecabina de 3,6 kilómetros en 2026. Presentado el pasado septiembre, se ha encontrado con la oposición de los ecologistas.
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