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s. garcía
Martes, 21 de enero 2020, 21:42
'Gloria' no parece dispuesta a salir de escena sin hacerse notar. La borrasca que azota la Península desde el pasado domingo, y con especial virulencia el tercio oriental, se cebó este martes con las provincias de Girona, Teruel y Castellón, poniendo a prueba a ... los equipos de rescate y a la Unidad militar de Emergencias (UME), activada en varios puntos de Aragón para ayudar a aquellos núcleos que habían quedado incomunicadas. Son los puntos más castigados de una mancha que sobre el mapa se extiende a lo largo de 30 provincias y que por el oeste llega hasta Asturias, Lugo y A Coruña.
Nieve, lluvia, viento y mala mar se han confabulado para activar todas las alertas. A las cuatro víctimas mortales confirmadas desde el lunes -un conductor arrollado en el puerto asturiano de San Isidro cuando ponía las cadenas a su coche, una indigente víctima de hipotermia en Xátiva, un varón al que una teja desprendida golpeó en la cabeza en Ávila y un cuarto fallecido en Moixent- se sumaba la búsqueda de dos desaparecidos: uno en Mallorca cuando practicaba barranquismo, y otro en Alicante, un varón de 67 años del que no se tiene noticia desde que se dirigía en coche a una finca de su propiedad. La ministra y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, trasladaba su preocupación a las administraciones afectadas y su pésame a las familias de los fallecidos.
Cataluña, donde Endesa confirmaba que 300.000 personas se habían quedado de madrugada sin suministro eléctrico fue quizá la comunidad más perjudicada. 120.000 alumnos perdieron las clases, la mayoría en la comarca del Maresme y en la demarcación de Girona, ciudad esta última en situación de emergencia por riesgo de desbordamiento del río Onyar. Conforme avanzaba el día, las carreteras más afectadas por el temporal comenzaron a recuperar la normalidad, caso de la AP-7 entre Figueras y la Junquera que se abrió para todos los vehículos tras haber permanecido cerrada cinco horas. La situación tampoco era mejor al otro lado de la frontera, hasta el punto de que las autoridades francesas cerraron por la mañana la autopista A9, que conecta Perpiñán con España.
Pese a que la Agencia Estatal de Meteorología apuntaba este martes que la depresión se estaba desinflando, el temporal marítimo seguía castigando el litoral mediterráneo con olas de hasta seis metros y rachas de viento que en Barcelona y Tarragona alcanzaron los 100 kilómetros por hora. Menorca, en alerta naranja, ha estado dos días incomunicada por mar, mientras los puertos de Ciutadella y Mahón sufrían los embates del oleaje. Desde la Generalitat, el conseller de Interior, Miquel Buch, advertía a la población de que no bajase la guardia y ponía el foco en una segunda fase del temporal donde las precipitaciones cobrarían especial protagonismo.
Tampoco en Teruel, donde se declaró la alerta máxima por nieve, lo tuvieron fácil, con la nieve acumulándose en las vías de comunicación. La prioridad allí era despejar las carreteras para que los equipos técnicos pudieran devolver el suministro eléctrico a zonas donde habían fallado las torres de alta tensión. En Castellón, las autoridades calificaban la situación de municipios como Almenara, Moncofa y Peñíscola de «desoladora y catastrófica», destacando incluso los daños ocasionados al patrimonio cultural, al tiempo que se cerraban parques y jardines en previsión de accidentes a causa del viento.
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