Julio Arrieta
Sábado, 7 de diciembre 2024
En el año en que se ha estrenado 'Gladiator II', posiblemente la secuela más esperada en las últimas dos décadas, era previsible que proliferaran los libros sobre los romanos y la gladiatura. Y así ha sido. El historiador, arqueólogo y divulgador Néstor F. Marqués era ... muy consciente de ello antes de lanzarse a la arena –nunca mejor dicho– con su propia aportación, 'Gladiadores: espectáculos y ocio en la antigua Roma' (Espasa). «Por eso pensé en hacer algo diferente», explica. Lo ha logrado. El libro está planteado como un viaje en el tiempo, una visita a la ciudad eterna en su época imperial, en la que el lector realiza un 'free tour' de la mano del responsable del proyecto Antigua Roma al Día, que cuenta 347.000 seguidores en X y 98.000 suscriptores en YouTube.
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La abundancia de fuentes escritas y arqueológicas permite recrear este paseo con un grado de precisión que muy pocas ciudades pueden ofrecer de su pasado. Con la Roma de hace casi dos mil años «podemos ir calle por calle y describir los edificios con todo tipo de detalles», dice Marqués.
¿Y a qué época viajamos? «Nos vamos al año 96, durante el reinado de Domiciano, uno de los emperadores con mala fama». Como Calígula o Cómodo (el villano de 'Gladiator'). Y saltamos a esa época «precisamente porque Domiciano es uno de 'los malos', entre comillas. Elegir a uno de esos emperadores te permite explicar cómo se escribió su historia», considera el arqueólogo. Conocemos la biografía de Domiciano por autores clásicos nada objetivos, que le fueron hostiles por cuestiones políticas. «Enseñar la Roma de Domiciano te da pie para contar que desde la perspectiva del pueblo era un emperador muy querido». Enmendando la plana a autores como Suetonio, Marqués mantiene además que «desde el lado administrativo, fue un emperador muy eficaz y eficiente».
Otro factor importante para escoger este periodo es que en «los días de septiembre del 96 a los que viajamos en el libro, en la ciudad coincidieron todo tipo de espectáculos: gladiadores en el anfiteatro, carreras de cuádrigas en el circo, competiciones atléticas en el estadio… Es el momento perfecto». Domiciano celebraba entonces sus 15 años de reinado.
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Por supuesto, el punto fuerte son los gladiadores. ¿Por qué nos fascinan? «Curiosamente, no era el espectáculo más seguido por los romanos, ese eran las carreras de carros», apunta el arqueólogo. «Los gladiadores nos atraen a nosotros por las mismas razones que les gustaban a los romanos, por el componente de lucha, la violencia como espectáculo. En nuestro caso, a nosotros nos atraen y horrorizan a la vez». Porque obviamente «vemos condenable que mataran gente en un espectáculo. Y ojo, entre los antiguos romanos también había algunos que consideraban que aquello era algo inmoral».
El arte y el cine han distorsionado mucho la idea que tenemos de los combates de gladiadores. «Por ejemplo, mucha gente se sorprende cuando explicas que había gladiadoras, mujeres combatiendo. O que había árbitros. De hecho había dos en el combate de cada pareja». Estos árbitros, que solían ser gladiadores retirados, detenían el enfrentamiento para que los luchadores pudieran descansar o si observaban una mala 'jugada'. Los entrenadores también eran veteranos en la arena. «Porque ser gladiador no suponía acabar muerto en el anfiteatro necesariamente», puntualiza Marqués. Tener y mantener a un gladiador suponía un gasto considerable y se trataba de que la inversión fuera rentable. Convenía que los luchadores durasen lo más posible.
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No todos los gladiadores eran iguales. Estaban los prisioneros de guerra y los esclavos, pero también «había personas que renunciaban a su libertad para convertirse en gladiadores voluntariamente». Imaginemos un soldado, que lleva 25 años en el ejército, se acaba de licenciar, no sabe hacer otra cosa que no sea combatir, «y decide probar suerte en la arena, porque puede salir con un buen dinero de allí».
Estas personas firmaban contratos «de cuatro o cinco años. Estos gladiadores tenían su familia y se iban a su casa al acabar el día en el anfiteatro o en el 'ludus' en el que entrenaban. Eran esclavos, sí, pero con unas condiciones muy concretas que estaban firmadas y recogidas en un contrato». Marqués también deja claro en el libro «que los combates eran bastante escasos. Un gladiador podía conseguir la libertad en 10 combates, 15 como mucho». Así que, si tenían suerte –o eran buenos– podían ser libres en tres o cuatro años.
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Curiosamente, hubo gladiadores que, ya retirados, decidieron volver a combatir. «Esto lo sabemos por ejemplo porque Suetonio nos lo cuenta al hablar del reinado de Tiberio. Parece que este emperador pagó más de 100.000 sestercios a un gladiador retirado para que volviera» al anfiteatro.
En su libro Marqués también habla de las naumaquias, espectáculos de combates navales en recintos cerrados. El director Ridley Scott ha incluido una ambientada en el Coliseo en 'Gladiator II', una naumaquia que a Marqués le ha supuesto ganarse el enfado del cineasta.
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Sucedió que el arqueólogo vio la dichosa naumaquia en el tráiler de la película. Espectacular. «Así que publiqué un hilo explicando lo que eran las naumaquias, puesto que efectivamente se celebraron algunas en el Coliseo. Con Tito se hizo una, y con Domiciano quizás dos, pero normalmente se realizaban en lagos naturales o artificiales. El caso es que en el Coliseo ya no se podían realizar en la época en la que transcurre la película, con los emperadores Geta y Caracalla», en el primer tercio del siglo III. Entonces el anfiteatro ya contaba con la red de subterráneos que podemos ver todavía hoy, por lo que inundarlo era imposible. Alguien mostró los tuits a Ridley Scott y no le gustaron mucho. «Respondió que yo no tenía ni idea. Que él se había documentado y lo había leído todo en los libros de historia. Pero vamos, que no me lo tomo a malas, ni mucho menos. ¡Es un honor, señor Scott!».
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