La formación de los maquinistas retrasa el AVE de Valladolid a Burgos

Lo curioso del tramo Venta de Baños-Burgos, extensión de la ruta Madrid-Valladolid cuya siguiente etapa debería ser alcanzar Vitoria, es que realmente lleva años culminado. Las pruebas de carga en los viaductos arrancaron en agosto de 2020 pero, al parecer, los test de seguridad que se suelen prolongar durante medio año, aún siguen. No queda claro por qué, ya que a diferencia de otras regiones, como Extremadura, donde el Ministerio de Transportes sí que ha anunciado el inicio de los ensayos y sus plazos, las operaciones de Burgos se llevan con una mayor discreción.

También hay otras razones para la demora, aunque tampoco son oficiales. El tramo Venta de Baños-Burgos ha sido utilizado al menos durante los últimos diez meses como pista de ensayo por la empresa Talgo, que hace unas semanas anunció a bombo y platillo que su nuevo modelo 'Avril' había alcanzado en la meseta burgalesa una velocidad máxima de 363 kilómetros por hora, un récord para la alta velocidad española.

Salvo que medie un nuevo retraso, a la inauguración del AVE a Galicia la pasada Navidad le seguirá la de Burgos. Otra capital que se suma a la red de alta velocidad y que acercará sustancialmente el trazado a Euskadi, donde se sigue a la espera de que salga a licitación el proyecto para extender la ruta hasta Vitoria.

A la espera. Esa es la perenne situación de Euskadi respecto a la alta velocidad. El jueves se cumplieron 30 años de la inauguración del primigenio AVE Madrid-Sevilla. Por aquel entonces el proyecto de la 'Y' vasca ya estaba sobre la mesa, y ahí sigue. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, calificó el AVE como «el tren del progreso» y se congratuló de que llegue ya al 70% de la población española. También de su impacto socioeconómico. Ciudad Real está a medio camino entre Madrid y Sevilla. En tres décadas su población se ha incrementado un 40%.