«¡Por fin llegamos a casa!»
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Decenas de viajeros afectados por el temporal que azotó Islas Baleares regresaron ayer a Loiu, algunos después de tres días de esperaOdisea ·
Decenas de viajeros afectados por el temporal que azotó Islas Baleares regresaron ayer a Loiu, algunos después de tres días de esperaJazmín Romero e Iñigo Fernández de Lucio
Miércoles, 30 de agosto 2023, 01:12
Las caras de cansancio son las más habituales entre quienes descienden de un avión. La gente bosteza, se despereza, se quita las legañas... Abundan también esos cojines que se amoldan al cuello y le evitan a uno la tortícolis. De todo eso había ayer a ... media tarde en el aeropuerto de Loiu. Pero también otra emoción que se reflejaba en varios rostros: alivio. El vuelo procedente de Mallorca traía a bordo a pasajeros que se habían quedado tirados a consecuencia del temporal que este fin de semana azotó las Islas Baleares. Algunos han tardado tres días en volver a casa.
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«¡Por fin llegamos!». Los santanderinos Inés Miguel y Ernesto Cobeño traen unas ensaimadas bajo el brazo. Deberían haber salido de Palma de Mallorca el domingo a las ocho de la tarde. Abandonaron la isla treinta y nueve horas después. «Ha sido todo muy caótico», relata este matrimonio que fue con su hija a pasar unas vacaciones en familia y terminó viviendo una odisea. «Hubo un tornado en la mañana del domingo y a última hora nos dijeron que se cancelaba nuestro vuelo», cuentan. Vueling, la compañía que opera la conexión con las islas desde Bilbao, les ofreció hasta 150 euros para buscar alojamiento, pero se quedaron en casa de los familiares a los que fueron a visitar. «El domingo había gente que a las cuatro de la mañana seguía sin hotel», explican. Fue sin duda el día más caótico en el aeropuerto de Son San Joan. Centenares de pasajeros tuvieron que dormir en la propia terminal.
Ayer la situación estaba más normalizada. «El aeropuerto está tranquilo», cuenta una pareja que prefiere no identificarse. Ellos no se han visto afectados por el temporal, su vuelo estaba previsto para ayer. Pero sí sufrió las consecuencias un matrimonio amigo suyo. «Tienen dos hijos pequeños y estuvimos todos juntos la semana pasada de vacaciones en Palma. Tenían que haber vuelto el domingo pero les han dado billetes para el avión que llega el jueves». En cualquier otra situación cuatro días más de vacaciones quizás sería un chollo. Pero no si hay que reincorporarse al trabajo, cerrar los últimos flecos de la vuelta al cole... «Están bien pero se les está complicando», cuentan.
El del domingo a Bilbao no fue el único vuelo cancelado. Hasta 300 aviones se quedaron en tierra o fueron desviados. Eso son muchos pasajeros para reubicar. Portavoces de Vueling explicaron ayer a este periódico que, cuando suceden este tipo de cancelaciones, los pasajeros tienen a su disposición una «plataforma de autogestión» a través de la que pueden tramitar la devolución del dinero (volverían, en ese caso, por sus propios medios) o aceptar los cambios que propone la compañía. Con el vuelo de ayer (y sumando las dos opciones) ya han dado solución «al 60% de los afectados» por las cancelaciones de vuelos a Bilbao.
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Belén Martínez y Patxi Pérez recibieron en la madrugada de ayer un correo electrónico de la compañía. «Nos preguntaban a ver si queríamos ceder nuestro asiento para reubicar a pasajeros afectados por el temporal», expone esta pareja de Leioa. «Nos ofrecían otro vuelo y 250 euros para gastar en Vueling». Una oferta nada desdeñable pero que llegó tarde. «Obviamente no lo leímos hasta que nos despertamos y ya teníamos apalabrado el transporte hasta el aeropuerto, estábamos mentalizados para volver, encima volvemos a trabajar dentro de poco...». Un engorro, vamos. «No nos habría importado. Pero es un rollo gestionar estas cosas a última hora. Si por lo menos nos atendiese una persona y no una máquina...», suspira él.
A Jorge Martínez y Thais Salas les pilló la borrasca de vacaciones. «Íbamos conduciendo y tuvimos que parar porque no se veía nada», cuenta ella. A él no le pareció para tanto. «¡Los que somos de aquí estamos acostumbrados a ver llover!», dice, para espanto de su pareja, que le mira de reojo y frunce el ceño. «Jorge, ¡por Dios! ¡Pero si hubo pueblos que se inundaron!».
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