Pablo Alcaraz
Sábado, 2 de noviembre 2024, 01:42
A su paso, vítores y ánimos. A su marcha, aplausos. La tan ansiada movilización de 500 militares de refuerzo a los municipios valencianos más golpeados con mayor virulencia por la dana se hizo efectiva ayer con el primer rayo del alba. Caravanas de camionetas militares ... abandonaron algunos de los cuarteles en las que permanecían a la espera de la pertinente autorización para poner rumbo a Valencia. «Por fin el Ejército ha venido a ayudarnos», comenta Ana, vecina de Paiporta.
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«Muchísimas gracias», exclama Marc al paso de la caravana de convoyes militares por el centro de una localidad que acumula ya cinco jornadas desde que fuera sepultada por el lodo.
«En las calles de alrededor están trabajando de lo lindo», explica un guardia civil señalando con su índice una de las avenidas que dan acceso al centro de la población desde el Pont Nou. La calle Maestro Palau ofreció una estampa desoladora por la gran cantidad de coches apilados, barro hasta la altura de los tobillos. En el cruce de esta vía aparecieron abriéndose paso una camioneta cargada de militares en su interior seguido de un camión cisterna.
«Me parece genial, aún hay calles inaccesibles y, sobre todo, su presencia junto a la del resto de cuerpos de seguridad será disuasoria frente a los robos que está habiendo las últimas horas», expresó Alejandro, un joven que vive en la calle Maestra Doña Juana y asegura ser testigo directo del vandalismo y el pillaje que se desata en Paiporta con la caída de la noche.
Barranco abajo, una pequeña multitud de personas que habían ido a ayudar como voluntarios frenan su marcha para abalanzarse sobre una de las barandillas para presenciar una actuación de cuatro efectivos de la unidad de Montaña de la Guardia Civil sobre un vehículo que la corriente de la riada dejó volcado boca abajo. Desde dentro del cauce los agentes comprobaron que no había que lamentar ninguna nueva víctima mortal desatando los aplausos de los presentes.
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En Alfafar, los residentes de la calle Colón quedaron asombrados de la pericia y valor de tres militares que se jugaron el tipo escalando hasta subirse a una montaña de coches que alcanzaba el primer piso de una finca para entregarle comida a un anciano que llevaba dos días sin comida y sobrevivía a base de consumir agua, el único suministro que tenía disponible. Este vecino de avanzada edad tenía bloqueadas tanto la puerta de su casa como las del garaje por lo que se había quedado totalmente incomunicado.
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