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Lola Soriano Pons
Valencia
Miércoles, 20 de noviembre 2024, 09:05
Toda prevención es poca. Tras la DANA del pasado 29 de octubre que ha afectado a 75 municipios de la provincia de Valencia, voces expertas como la de Ferran Dalmau, director de la consultoría de ingeniería ambiental Medio XXI que ha instalado los cañones de ... agua en El Saler para prevenir incendios, apunta la necesidad de reducir los riesgos en la Comunitat Valenciana, sabiendo que es una zona donde la lluvia es torrencial y las inundaciones son más frecuentes.
A la hora de hacer un listado de las tareas pendientes para protegerse de estos fenómenos, el ingeniero forestal y técnico de Emergencias y Protección Civil explica que hace falta «un sistema de megafonía potente, una especie de alarma antiaérea que alerte a la población, como ocurre en Japón, donde en función de si el aviso es por tsunami o por terremoto, se avisa con un sonido determinado y se avisa con suficiente antelación a la población para que suban a la montaña más próxima o una zona elevada». Dalmau indica que estos «sonidos de aviso están conectados con el sistema japonés de emergencias y también se avisa para otras emergencias».
Recuerda que en Japón son frecuentes estos dos fenómenos (tsunami y terremotos) «porque sin zonas de actividad sísmica y han buscado la fórmula de adaptarse.
No sólo han adaptado las construcciones, sino también las alertas y en el caso de la Comunitat Valenciana, se debería hacer lo mismo para temas de más riesgo que tenemos con los incendios forestales y las inundaciones«.
Tal como describe Dalmau, «en realidad se trata de adaptar el país a los riesgos permanentes. Para aprender a vivir con el riesgo, pero buscando el menor impacto».
Además de apostar por sistemas de megafonía potentes, añade que lógicamente «hay que dejar de construir en puntos inundables y plantear proyectos para reducir el riesgo en zonas ya construidas».
Para este segundo caso, pone como ejemplo la necesidad de «generar zonas de inundaciones artificiales, desviando caudales a ciertas zonas». Recuerda que en Alzira «han invertido varios millones de euros en crear un canal interceptor de las aguas de dos barrancos, el de la Murta y el de la Casella, que históricamente siempre inundaban la población de la cuenca del Júcar y en este episodio no han tenido problema«.
También advierte que es importante que los municipios tengan listo el Plan de Actuación Municipal ante Riesgo de Inundación, que es un plan que obliga la Generalitat a tenerlo en municipios con riesgos de inundación.
Otra apuesta importante que este técnico quiere defender es la necesidad de «invertir en infraestructuras, porque el impacto que se ha producido hubiera sido menor si estuvieran infraestructuras contra inundación como diques de laminación, más embalses, sistemas urbanos de drenaje sostenible (conocidos como suds) y tanques de tormentas, ya que de estos últimos no hay suficientes».
No hay que olvidar que, por ejemplo, en el caso de los tanques de tormenta, el Ayuntamiento de Valencia ha construido uno en El Saler, cerca del 'portet', con una inversión de 2,4 millones y con capacidad para mil metros cúbicos de agua con el fin de evitar que las primeras aguas de lluvia, las más contaminadas, lleguen a la Albufera, pero el pasado verano la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ya reclamó que el Ministerio de Transición Ecológica haga los que quedan pendientes de hacer y que tienen que discurrir en paralelo por la Pista de Silla.
En este listado de infraestructuras que evitan riesgos, Ferran Dalmau también incluye las zonas de inundación artificial, «que consiste en desviar el agua a zonas agrícolas o sin uso de cultivo que en un momento dado se pueda inundar y esto, a la vez, aporta sedimentos a esos campos».
Este ingeniero y experto en emergencias también hace referencia a la prioridad de hacer servir la hidrología forestal. «Ya que la cantidad de agua que baje de una cuenca depende también de la vegetación que hay en esa cuenca porque los bosques interceptan agua, favorecen la infiltración y esto hace que no corra por la superficie».
Por eso, aconseja que sería importante «analizar la cuenca del río Magro, del Turia y barrancos como el Poyo y ver la vegetación y buscar el equilibrio entre el riesgo de incendio forestal y el riesgo de inundación, porque se puede apostar por bosques menos proclives a los incendios y que tengan alta infiltración. Y señala que en «la Universitat Politècnica se trabaja muy bien el tema de la selvicultura ecohidrolótica».
Insiste en que el impacto de la DANA hubiera sido menor «si se hubieran generado más infraestructuras. Al igual que para prevenir incendios se hacen pistas forestales y cortafuegos, en el caso de las inundaciones, son importantes las infraestructuras, la aplicación de la hidrología forestal y los avisos».
Por último, este experto, que a través de consultoría Medio XXI ha liderado la instalación de los cañones de agua en el bosque de la Devesa de El Saler, añade que es vital «que se genere una cultura de protección civil. Los alcaldes, técnicos municipales, la Generalitat y los ciudadanos tienen que ser conscientes de la situación en la que estamos». Recuerda que cinco días antes de la Dana, «meteorólogos del Estado ya habían advertido que venía una Dana que podía ser histórica y hay un plan aprobado por la Generalitat donde se advierte quién tiene que dar los avisos».
Además, lanza un mensaje para los negacionistas del cambio climático: «El cambio climático es un hecho científico. La atmósfera ha aumentado a nivel global 1,6 grados la temperatura. Eso es un riesgo para que aumenten los incendios y, además, se evapora más agua de océanos y mares y hay un 10% más de agua precipitable».
También recuerda que el día de la Dana «no hay que olvidar que en Alginet y Carlet hubo un tornado de fuerza 2». Por ello, opina que hay que implementar políticas porque el cambio climático es un hecho, ya que a más cantidad de energía y agua precipitable pueden producir precipitaciones mayores y podemos aprender la lección o discutir si el cambio climático es o no es«.
Reconoce que la inundación de octubre hubiera sido inevitable, «pero si se hubiera decretado el nivel 3 se podría haber puesto a la gente a salvo».
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