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En febrero del año pasado, pocas semanas antes del estallido de la mayor crisis sanitaria de nuestra era, había en Euskadi 52.240 perceptores de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). A día de hoy, según el Gobierno vasco, esa cifra asciende a 54. ... 747 personas. Es decir, el coronavirus ha empujado hasta la última red de los servicios sociales a 2.507 personas en el País Vasco.
Esta cifra representa un incremento de un 4,79% que podría esperarse mayor dado el impacto económico de la pandemia. Según destacó la viceconsejera de Empleo y Juventud, Elena Pérez Barredo, «el incremento interanual, desde diciembre, es del 4,4%. Es muy inferior a la subida que registramos en el primer año de la crisis anterior. De 2008 a 2009 los perceptores de la RGI crecieron un 40%». A juicio de Pérez Barredo, «esto demuestra que contamos con un gran modelo de protección social que funciona cuando no se articulan otras redes de seguridad. En esta ocasión, a diferencia de la crisis anterior, sí se han articulado otras medidas que hacen que ese aumento no haya sido exponencial». La responsable del Gobierno vasco considera que la batería de actuaciones de choque y las prestaciones aprobadas han evitado una llegada en tromba a los servicios sociales.
54.747 perceptores de la RGI hay actualmente en Euskadi. Son 2.292 más que hace un año, un 4,4% más. Si se toma como referencia el comienzo de la crisis sanitaria, se eleva al 4,79%.
Techo histórico El esperado cambio de tendencia de la RGI rompe con un descenso prolongado y sostenido en la cifra de perceptores desde que alcanzó su máximo histórico en mayo de 2015. Había entonces 66.373 inscritos.
40% es lo que creció el número de personas que tuvieron que pedir esta ayuda entre 2008 y 2009, en el primer año de la crisis económica. Pasó de 39.715 a 55.410 perceptores.
«Una buena red» A juicio de la viceconsejera de Empleo, Elena Pérez Barredo, la batería de medidas de choque y otras prestaciones «han evitado un incremento exponencial de la RGI, como sucedió en la crisis anterior».
Los datos de la crisis anterior reflejaron el impacto inmediato sobre la RGI, pero también unos efectos de la recesión que se sostuvieron en el tiempo. En 2008 había 39.715 perceptores y un año después eran 55.410. Pero es que esa cifra continuó subiendo en los seis años siguientes, hasta mayo de 2015, cuando la percibieron 66.373 vascos. Sólo entonces tocó techo y comenzó una caída sostenida que se ha mantenido hasta que este inoportuno virus puso el mundo boca abajo.
En estos años los requisitos y cuantías de la RGI han cambiado. Hay más personas que la reciben, pero para muchas de ellas es una pequeña cantidad que complementa otros ingresos muy bajos. Un 18% de quienes la cobran actualmente tiene trabajo, un 23,6% es pensionista, el 45% está en paro y un 13,3% padece exclusión. Y una de cada cinco perceptoras tiene empleos precarios, una cifra sensiblemente más alta que la de los varones, que está actualmente en el 13,6%.
Aunque todavía no se ha facilitado el desglose de las últimas cifras oficiales -suele hacerse en torno al día 10 de cada mes-, la última radiografía, hecha pública en diciembre de 2020, revela que el perfil no ha cambiado mucho. Hay más mujeres que hombres -ellas son 30.557 y ellos 21.683-. Lejos de tópicos, el 60,2% de los perceptores ha nacido en territorio español. Hay un 14% que lo hizo en América del Sur y un 12% en el Magreb.
Estar solo, sin pareja, es un factor de riesgo para caer en la pobreza, especialmente si se tienen hijos a cargo. Entre la población destinataria de la principal ayuda vasca hay 25.820 personas solteras, 14.226 separadas, 8.533 casadas y 3.637 viudas. Todas las entidades sociales han alertado sobre las familias con un único progenitor, donde resulta muy difícil compatibilizar el cuidado del menor y el trabajo. Muchas acaban cayendo en la pobreza.
El otro factor de riesgo es de sobra conocido: la falta de formación. Siete de cada diez perceptores -36.145 personas- sólo han completado los estudios obligatorios. El resto son los 5.206 que terminaron FP, 4.192 que acabaron el Bachillerato y sólo 2.053 licenciados. Estudiar continúa siendo un modo de prevenir la pobreza.
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